En el mercado mexicano de Los Ángeles, junto a los puestos de pollo con mole poblano y tortillas de nopal hay una pared entera llena de cartelitos. Se repiten los que ofrecen asesoramiento jurídico para migrantes. La explicación es cristalina: cuando hace falta un abogado es que la ley no se aplica bien. En el mundo hay pocas esferas de la vida tan judicialmente lábiles como las migraciones.

Esta vez el Gobierno argentino no se acercó al tema de los migrantes por los dos costados habituales en la Administración Macri. No lo hizo poniendo trabas para los que vienen de otros países de Sudamérica. Tampoco lo hizo por la fantasía de pensar que acogiendo a unos cientos de sirios desesperados, sobrevivientes del Isis, se habrá ganado un lugar en la geopolítica mundial.

Como en las canciones de los hispanos con miedo, esta vez actuó la Migra. La Dirección de Migraciones. Que es arbitraria y a la vez finísima para respaldar su discrecionalidad en pequeños huecos del reglamento. No solo aquí. No solo en los Estados Unidos. En todo el mundo. Es cuestión de quién y por qué da la orden política.

Como los servicios de inteligencia o las fuerzas federales de seguridad, la Migra está siempre en el corazón del Poder Ejecutivo. Un agente de Migraciones puede equivocarse. Un cuerpo entero no.

Para que no queden dudas sobre el nivel de politización ya se sabe el final de la historia: como se informa en estas mismas páginas el Gobierno está revisando uno a uno los casos de las personas a las que impidió entrar con motivo de la cumbre de la Organización Mundial de Comercio. La comunicación oficial es que cada entrada es permitida solo después de que el Estado respectivo garantice la honorabilidad de los ingresantes. O sea: para el Gobierno no son honorables porque los servicios de inteligencia espiaron sus ideas en Facebook. Pero si otro Estado se pone como garante de ellos, la Argentina dejará entrar a los indeseables.

El Estado de Derecha avanza hacia el establecimiento del delito de opinión. Y lo hace precisamente cuando las opiniones son contrarias a la especulación financiera sin límites y al mundo de las sociedades offshore. 

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