EL ESQUEMA FENICIO 6 puntos
(The Phoenician Scheme; Estados Unidos/Alemania, 2025)
Dirección y guion: Wes Anderson.
Duración: 101 minutos.
Intérpretes: Benicio del Toro, Mia Threapleton, Michael Cera, Willem Dafoe, Riz Ahmed, Bryan Cranston.
Estreno en salas de cine.
Wes Anderson y su habitual banda de compinches (Roman Coppola ayudando en la escritura, Alexandre Desplat como compositor musical, Adam Stockhausen en el diseño de producción y varios rostros recurrentes nuevamente en pantalla) están de regreso en el largometraje número doce del realizador tejano. Más de lo mismo, sí, aunque con el universo del director de Los excéntricos Tenenbaums y El gran hotel Budapest no suele haber medias tintas: se lo ama o se lo odia. El esquema fenicio está uno o dos escalones por debajo de sus últimas dos películas, Asteroid City y La crónica francesa, aunque este relato más concentrado en términos temporales y narrativos forma parte de un cosmos inequívocamente personal e intransferible. El último héroe andersoniano es un magnate del negocio de los armamentos y la aviación llamado “Zsa-Zsa” Korda (Benicio del Toro) que, en algún momento de los años '50, debe enfrentar su desafío más grande a partir de un proyecto en un país imaginario del Oriente Medio llamado Phoenicia. Apuesta que, entre otras cosas, incluye sobrevivir al enésimo intento de asesinato en pleno vuelo sobre los Balcanes.
Así dadas las cosas, el no tan buen hombre (hay un pasado de corrupciones y, tal vez, algún que otro crimen) decide heredarle toda su fortuna –y, con ella, varios deberes– a uno solo de sus descendientes: la única hija entre una decena de varones, casi todos ellos menores de edad. Un poco reticente al comienzo, Liesl (Mia Threapleton), una novicia a quien le falta poco para tomar los hábitos, decide seguir a su padre en la aventura de sus vidas, acompañados por un entomólogo noruego devenido en asistente personal (Michael Cera). El viaje con diversas paradas incluye el encuentro en el desierto con un príncipe interpretado por Riz Ahmed, una batalla basquetbolística subterránea con dos hermanos empresarios (Tom Hanks y Bryan Cranston) y una cena con el dueño de un club nocturno encarnado por Mathieu Amalric, entre otros personajes excéntricos, en un desfile de cameos que incluye a Scarlett Johansson, Benedict Cumberbatch, Willem Dafoe y Bill Murray, estos dos últimos como habitantes del Cielo (sí, ese Cielo) en las únicas y oníricas secuencias en blanco y negro del film.
Como siempre, las obsesiones geométricas de los encuadres y la puesta en escena van de la mano de un diseño de producción en el cual la paleta de colores chirriantes pone de relieve objetos, vestimentas y caracterizaciones físicas. Como es de suponer, cualquier fotograma digital de El esquema fenicio dice a los gritos “Wes Anderson”, y si bien no todos los gags y gadgets funcionan de manera elocuente, la película va desarrollándose con el suficiente interés y capacidad de sorpresa. Como en Tenenbaums y otros films del realizador, los vínculos entre padres e hijos son problemáticos, para utilizar un eufemismo, y aquí el guion se reserva varias sorpresas ligadas a la consanguinidad y ciertos traumas del pasado. En otras palabras, Anderson sopla las doce velitas con una creación rabiosamente fiel a su estilo, que se toma o se deja.