Después de salir del closet en la ficción de Disfruta del problema (Relájate y goza) (Adriano Hidalgo), se publica en castellano la segunda novela del escritor ítalo- argentino Sebastiano Mauri (1972), La Nueva Tierra (Adriano Hidalgo), una narración que, basada en hechos reales, describe la experiencia de un hombre maduro con la ayahuasca en el Amazonas. La experiencia vital de Leone -tal el nombre del protagonista- lo obliga a replantearse las maneras de vivir su (homo)sexualidad, las identidades construidas en torno a la masculinidad hegemónica, las trabas que solemos imponer al goce erótico, la relación con la naturaleza, la Tierra y la muerte y las posibilidades humanas de contribuir a resistir o salvar el mundo frente al avance de las nuevas derechas.
Sebastiano Mauri pertenece a una estirpe ligada a la lucha contra los fascismos a través del arte plástico, la literatura y la conexión con Pier Paolo Pasolini. Su padre, Achille, es editor de libros y autor de la novela Sorpresa. Su tío, Fabio Mauri (1926-2009) cuyas performances contra el nazismo impactaron a nivel mundial fue compañero de liceo y amor platónico de Pasolini.
"La ficción es un marco perfecto para decir algunas verdades que te cuestan decir en la vida real".
A su vez, su tía, Susana, enamorada apasionadamente de Pasolini, lloró durante días enteros cuando por una carta el gran poeta y cineasta italiano le contó que la felicidad de su vida era ser comunista y homosexual. Sin embargo, fue la misma Susana, quien defendió a Pasolini cuando fue echado del Partido Comunista acusado de pedofilia. Valerosamente se presentó al tribunal aduciendo ser su novia y declarando que los cargos eran imposibles porque tenían una actividad sexual diaria desenfrenada. Susana y Pasolini devinieron amigos incondicionales toda la vida
¿Cuánto hay de Sebastiano Mauri en Leone?
-Mucho. Siempre empiezo escribiendo desde mí mismo. Pero también elijo usar la ficción como instrumento para ser más honesto. Por un lado, me sirve para inventar. Por otro, cuando quiero ordenar las cosas, la vida no siempre te ofrece una buena estructura dramática, no siempre te ofrece esa sensación de que las cosas cierran bien. A veces quedan dichos sueltos y sensaciones, piensas cuántas veces habría tenido que hacer eso, habría tenido que decir eso. En el papel, en la ficción hay la chance de empezar desde algo que pasó, pero cambiarlo en cualquier momento que vos lo necesites.
¿Qué papel cumple entonces la ficción?
-Mi modelo es David Sedaris. La ficción es una manera para pasar de alto todo esto, porque igual no soy yo: es un personaje. Es la novia, la mamá, la hija del personaje. La ficción es un marco perfecto para decir algunas verdades que te cuestan decir en la vida real. Gracias al hecho de que el que está "confesando" es mi personaje, puedo elegir esconderme detrás de la ficción. Y cuando logro venderte un capítulo que está inventado de la historia de otra persona agregada a la historia de mi protagonista y vos seguís pensando que es verdadero, para mí es un muy buen trabajo. Estoy contento de que el lector pienso que es todo verdadero.
¿Te basaste en otras experiencias, en el momento de construir tu personaje, en otras experiencias narrativas, sobre la ayahuasca? Pensaba en la novela Queer de William Burroughs, por ejemplo...
-Mi encuentro con la ayahuasca fue casual. Fue como le pasa justamente al protagonista de la novela que fue llamado por una prima, una prima que se reveló enferma. En la vida tenía un diagnóstico de cáncer irreversible, que no se podía curar. Luego mi prima falleció. Yo fui a la Amazonas para acompañarla, sin saber bien qué iba a hacer. De hecho, no había hecho tampoco las dietas que serían necesarias para prepararse mínimamente para la ayahuasca. Imprevistamente ahí se me abrió este mundo totalmente inesperado. Abrí unas puertas que no logré nunca más cerrar, pero me tomó varios años decidirme a escribir sobre eso. Tenía que ver también con la muerte de mi prima. Yo trato de escribir casi siempre con un tono liviano e irónico. Como se suele decir, tragedia más tiempo equivale a comedia. El tiempo es necesario a veces para contar con liviandad algo que no fue nada liviano.
Más allá de relatar una experiencia personal, termina siendo un alegato político y de resistencia contra las nuevas derechas que incitan al individualismo, a la concentración de la riqueza a la vez que destrozan el planeta...
-Habla sobre las crisis y los problemas de Leone. Pero los problemas de Leone tienen también bastante que ver con lo universal: la relación con la tierra, la manera en la cual vivimos con los otros seres vivientes, los animales y las plantas. Sobre cuál es el impacto ecológico de nuestro estilo de vida. La novela es una invitación a no huir del dolor, de las heridas, a ocuparte claramente de lo que te pide el cuerpo y la sociedad. En nuestra sociedad del espectáculo, siempre siempre vamos hacia la distracción, hacia el entretenimiento. Cuando yo era joven y hacia la cola en el correo para mandar una carta mirando el pelo de la persona que tenía delante. Uno sabía manejar el aburrimiento y el vacío. Ahora no. Contas cuatro segundos de vacío en una cola y uno está sacando el celular (verdaderas armas de distracción de masas). Por eso, la novela es una invitación a tener una relación más sana con el otro, con la Tierra. A sabiendas de que es un momento de crisis en donde se avecina el apocalipsis que algunos científicos vienen anunciando hace décadas. A la par se sucede una respuesta de crisis del Estado democrático y de derecho, con la aparición de gobiernos cada vez más autoritarios a nivel mundial. Mis tres países de referencia y en los que vivo, Argentina, Italia y Estados Unidos sufren regímenes de ultraderecha votados por la gente que se montan sobre el miedo al otro.
"Uno de los más grandes regalos que te puede hacer la experiencia con la Ayahuasca es de hacerte probar tu propia muerte"
¿Cómo se desmonta ese discurso?
-No hay que dejarse aplastar por la cantidad de malas noticias. Parte del trabajo es entender cómo darle sentido a todos estos desastres sociales, políticos, ambientales que se viven alrededor. Confiar en que cada ser humano es un granito de arena para que el aumento de agua no rebalse el Planeta. Por poco que puedas hacer. En las ceremonias de Ayahuasca, la madre de Ayahuasca, que es el espíritu trata de curar a los seres humanos para que cada uno sea un mini elemento que influya positivamente en los otros y que cada uno use su propia medicina. Lo que te enseñan en la selva es que la medicina puede ser música, puede ser baile, puede ser cuidado, puede ser atención, puede ser escuchar, puede ser la palabra escrita.
¿Cómo cambió la experiencia con la ayahuasca tu relación con la muerte?
-Uno de los más grandes regalos que te puede hacer la experiencia con la Ayahuasca es de hacerte probar tu propia muerte. Suena medio macabro, pero no te hace probar la muerte en el sentido que vas a ver tu cadáver sobre la Panamericana, te vas con el coche contra un camión adelante o tenés un infarto. Te muestra la dinámica de tu muerte, pero te muestra cómo es después de que te moriste. Te hace vivir ese no pertenecer más a un cuerpo, pero tener todavía una conciencia. Ser como una nube que es parte de todos, sentirte compenetrado con todo el resto, cualquier tipo de ser viviente, no viviente, espíritu. Yo le tenía mucho miedo a la muerte. Crecí muy pragmático, muy agnóstico. Era claro que cuando te morías no ibas a ningún lado, que todos los cuentos que te decían si te portas bien vas al Paraíso, si te portas mal vas en Infierno me parecían cuentos tipo Papá Noel en versión para adultos. Solo una manera infantil de la gente de lidiar con amenazas que nadie podía controlar o soportar.
¿Cómo cambió tu sexualidad y tus formas de vivir la sexualidad?
-Mi primera novela, “Disfruta el problema” era una clásica novela de formación y tenía que ver con la aceptación de la homosexualidad de un joven en los años noventa. El personaje de “La nueva Tierra” está presentado como un gay maduro asumido que tiene una pareja hombre y la homosexualidad no se le presenta como un tema de duda o reflexión. Tuvo varias parejas, vive con su pareja y supuestamente está todo bien. Lo que empieza con las ceremonias de ayahuasca es una revisión de cuánto está todo de verdad bien, cuánto está todo de verdad resuelto o cuánta homofobia interiorizada todavía convive con él. Entonces en ese viajecito de autoanálisis de su propia masculinidad tóxica demuestra que, de niño se había prometido a sí mismo que no iba a ser nunca homosexual, cosa que hace mi protagonista e hice yo mismo. También en ese no querer ser, no querer parecer homosexual hizo todo un trabajo teatral de interiorización de lo que estaba bien hacer, lo que no estaba bien hacer, lo que estaba bien decir, lo que no estaba bien decir, cómo estaba bien moverse, vestirse, hablar, el tono de voz, poder bailar con los brazos que se levantan hasta los hombros, pero desde los hombros para arriba hay un gay. En el mundo gay sabemos muy bien que el tope, la punta de la pirámide social, tristemente, está el hombre, blanco, gay, masculino obviamente y si es posible lo que se llama ridículamente “activo” en la cama. Entonces esa idea de varón también es atractiva, adentro del mismo mundo gay. Es atractivo si tenés una chance quedarte con las uñas agarradas en esa puntita de la pirámide, estás ahí y limitas el número de personas que te van juzgando por estar en relaciones más abajo. Entonces el trabajo que debes hacer es de ir sacando del sótano, del clóset su lado femenino, aceptarlo, reconocerlo. Puedo afirmar que la ayahuasca me permitió aceptar el lado femenino de mi identidad.
En esta Nueva tierra que anuncias desde el título de la novela, ¿cómo imaginás la sexualidad?
-En verdad es una sexualidad que no es sólo algo de parte de un futuro, es algo que increíblemente es parte de muchos de nuestros pasados. Muchísimas comunidades y pueblos indígenas de todo el mundo experimentaban aventuras hacia lo que llamaríamos las diversidades sexuales. Lo que yo espero es que a un cierto punto el acrónimo LGTBIQ+ que va extendiéndose todo el tiempo y es muy bienvenido incluyendo nueva categoría, pero que se vaya explotando cuando ya todo el alfabeto en otro orden está ahí adentro. Que vayamos a un mundo que no precise de etiquetas porque los derechos están saldados para todas y todos. Un mundo que entienda que la sexualidad es flexible.
Sebastiano Mauri, "La Nueva Tierra. Un viaje chamánico en busca de la propia identidad" Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2025