Es fácil olvidar que aquello que está online no es permanente. Quienes llevamos décadas usando la red podemos recordar cuando era el Salvaje Oeste, con páginas que nacían y morían, archivos perdidos, bitácoras fantásticas que no van a volver. Incluso amigos que, como usaban seudónimo, nunca volvieron a aparecer. Las apps se desvanecen, dejan de usarse, se retiran y se llevan mucho trabajo con ella
Markov

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