Un grupo de directores, del que forman parte Juan José Jusid, Marcelo Piñeyro, Alberto Lecchi y Gabriel Arbós, entre otros, suelen ver cine clásico los martes en la sede de Directores Argentinos Cinematográficos (DAC), antes de ir a comer siempre una pizza. Y allí hablan de distintas secuencias de diversas películas ."Empezamos a ver que hay películas que en una secuencia se cuentan, que son como el motor de la película, que son claves", cuenta Arbós.
El director pensó entonces que sería una buena idea hacer un documental sobre la secuencia que más le gustó a cada cineasta de un grupo que él seleccionara. "Porque siempre hay una película propia que puede ser regular, pero hay una parte que le gustó". Así nació Mi mejor escena, el nuevo film documental de Arbós, que se estrena este jueves en Cine Arte Cacodelphia.
Entre los directores y las directoras elegidas hay figuras consagradas y artífices de la renovación del cine argentino: participan Juan José Campanella, Albertina Carri, Miguel Cohan, Carmen Guarini, Alberto Lecchi, Néstor Montalbano, Lorena Muñoz, Juan Bautista Stagnaro, Demian Rugna y Marcelo Piñeyro.
Arbós invitó a estos diez grandes cineastas para que eligieran y analizaran la escena más significativa de sus propias filmografías. Y el hilo conductor es una minificción, donde una entrevistadora realiza una travesía entre una entrevista y otra. Por supuesto que hay sorpresas.
- ¿Cómo fue tu trabajo para elegir diez cineastas? ¿Qué tuviste en cuenta?
-Que fueran bien distintos entre sí. Que estuviera Montalbano era clave. Que estuviera Piñeyro era clave. Uno es la desprolijidad filmando, el otro es la prolijidad filmando. En el buen sentido, ¿no? porque uno es obsesivo con una cosa y el otro es obsesivo con la improvisación. Me parece que le da onda y le da gracia al chiste. Y las mujeres también son muy distintas. Una cosa es Albertina Carri, otra cosa muy distinta es Lorena Muñoz. No tienen un carajo que ver. Dicen "cine de mujeres". Ese cine de mujeres en realidad es cine distinto.
-Y con alguno de los elegidos habías trabajado en otras películas. ¿Compartís la mirada o hubieras elegido otra?
-Con todos. En general, comparto la mirada con muchos. Y, en general, trabajé con todos: con Lecchi como ayudante de él, en películas donde él era asistente, yo era el primer ayudante; con Piñeyro, de asistente de dirección en tres o cuatro películas. Con Campanella siempre hacemos el mismo chiste: que yo soy su amigo peronista y él es mi amigo gorila. Los conozco mucho a todos. Así que, en general, tuve la suerte de que todo el mundo me dijo: "¡Sí, qué buena idea, qué buena idea!". Y nadie me dijo: "Son 5 pesos". Ni siquiera los taxis en que vinieron les pagué.
-¿Crees que cada escena elegida condensa, de algún modo, la obra de cada cineasta? ¿O que es representativa de su obra?
-Por lo menos es muy representativa. No sé si condensa, porque un tipo como Piñeyro , que tiene diez películas y elegimos una no se puede decir que condensa toda su cinematografía, pero sí que representa y que es parte importante de su cinematografía esa secuencia, también la de Campanella como la de Pineyro o la de Lecchi. Tienen un toque que es como de ellos.
-¿Y te sorprendió alguna elección de escena o alguna mirada?
-Me sorprendió Demián Rugna, que es un pibe extraordinario. Tengo que reconocer. que primero que soy un jovato, tengo 69 años. Y segundo que a mí el cine de terror no me gusta. Así de fácil, punto. Salvo Stanley Kubrick con alguna que otra obra maestra, en general, no me gusta el cine de terror. Y la película de él me impresionó mucho porque la tuve que ver, por supuesto. Me impresionó mucho. Pero también me dio como asquito. Y me encantó cómo explicó, cómo hizo esa secuencia. Y me encantó lo orgulloso de esa secuencia. Y lo bien que lo cuenta y lo bien que la hizo. Y que no le cambiaría nada a esa secuencia. Me encantó su fanatismo por esa estética.
-¿Y la idea del análisis que acompaña la elección de cada escena tiene que ver con reflejar una mirada íntima de cada cineasta?
-En general, tiene que ver con cada escena. Y son ellos mismos los que explican por qué, para qué, qué les gusta, qué cambiarían. Hay cosas que uno, cuando pasan los años, dice: "Puta, lo hubiera hecho más así o más asá". Casi todos tocarían algo de la escena, salvo Rugna y dos o tres más, casi todos cambiarían algo. Miguel Cohan, por ejemplo, hace una explicación de las secuencias de la que él elige, que es sobre un plano detalle de un vidrio que encuentra abajo de un mueble. Está tan bien contado eso, que puedo asegurar que es entretenidísimo. Y debería ser obligatorio para las escuelas de cine. Para mí debería ser obligatorio, porque no solamente le puede interesar al público común, sino que básicamente les debería interesar a los que hacen sus primeros cortos, y que se den cuenta de la importancia que tienen algunos planos. Hacer o no que un plano detalle se vea bien no es menor. El tipo parece que tenía un cuchillo. ¿Tenía o no tenía un cuchillo? Si tenía un cuchillo, se tiene que ver bien el cuchillo. No es que "parece que tenga un cuchillo". Salvo que estemos jugando a una sorpresa. Pero si estamos jugando a que el tipo lo va a matar, mostrame el cuchillo bien. Hacé un plano corto del cuchillo. Eso lo explica muy bien Cohan.
-¿La variedad de creatividades que refleja la película da cuenta de la riqueza narrativa del cine nacional?
-Sí, para mí está muy claro que el cine nacional es muy diverso. Y además premia la diversidad. No es que acá solamente funcionan las películas comedia o que acá funcionan solamente los dramas. También funciona El Hijo de la Novia, y después funcionan dramones infernales, y después funcionan comedias con Francella. No hay una cosa que digas "Tenés que hacer este cine para triunfar, o este cine para tener éxito". No, porque se transforma. Cualquier cosa se puede transformar en una buena película y en una película exitosa.
-Planteaste el documental como un viaje que va haciendo la entrevistadora. ¿Por qué lo pensaste con esa minificción?
-La primera idea era cómo separar de un sillón a otro a los directores para no que fuera un reportaje continuo. Entonces, para eso dije: "Cuento con estas dos pibas que están haciendo la película". Entonces, mientras están haciendo la película, la producción se está cayendo, como el Instituto Nacional de Cine y como todo lo que se está caylendo en la Argentina. Entonces, primero no tienen vestuarista, después no tienen peinadora, primero viajan en remís, después en taxi, después vienen en bicicleta, después vienen corriendo. Cada vez con menos guita, digamos. Es algo así como un chiste interno ese, el que lo caza, lo caza. Me parece que entretiene y es muy breve: son solo treinta segundos entre una entrevista y otra.