López, el hombre que desapareció dos veces 7 puntos 

Argentina, 2025 

Dirección: Jorge Leandro Colás 

Guion: Tomás De Leone y Jorge Leandro Colás 

Duración: 68 minutos 

Intérpretes: Rubén López, Felipe Solá, Luciana Rosende, Myriam Bregman, Carlos Rozanski, Guadalupe Godoy, Adriana Meyer. 

Disponible exclusivamente en Cine Gaumont, Av. Rivadavia 1635.

El apellido López, como la mayoría de los patronímicos de origen español, se encuentran entre los más populares de la Argentina, donde lo porta como marca de identidad poco más del 1% de la población. Dentro de esa multitud de casi 450 mil personas se encuentra -así, en tiempo presente- Jorge Julio López, quien carga con la paradoja de pertenecer a una de las “familias” más numerosas del país, pero que a la vez es trágicamente único. Jorge Julio López es la única persona en la historia argentina que fue víctima de desaparición forzada dos veces. Ese detalle es el que toma el cineasta Jorge Leandro Colás para titular su último documental, López, el hombre que desapareció dos veces, en el que intenta ordenar las distintas hipótesis sobre el destino del protagonista ausente.

“Hay un solo Jorge Julio López, no hay otro caso como el de él”, afirma la periodista Luciana Rosende, uno de los testimonios a los que Colás recurre para cumplir con su propósito. “Hay otras desapariciones en democracia, que se pueden reunir en dos grandes grupos: las vinculadas a la trata de personas, sobre todo mujeres, y las vinculadas a la violencia policial, institucional, estatal. Y después está López”. Sin embargo, limitar la unicidad de López al macabro detalle de su doble desaparición sería injusto y Colás no se permite caer en esa reducción. Si hay algo que su documental demuestra, es que aquello que vuelve realmente único a López es la potencia y claridad de su memoria, utilizada como prueba fundamental para condenar en 2006 al represor y asesino Miguel Etchecolatz.

Pero además de los testimonios ajenos, que ayudan a entender la importancia de su figura en el marco de los juicios de lesa humanidad, lo mejor del documental de Colás se encuentra en el uso apropiado que hace del material de archivo. Entre los documentos audiovisuales que incluye están las declaraciones de López. No solo la que brindó en calidad de testigo y víctima durante el juicio a Etchecolatz sino también la que ofreció en la etapa de investigación, durante las reconstrucciones realizadas en algunos de los campos de exterminio en los que estuvo detenido durante un año, entre 1976 y 1977.

En ellos llama la atención el nivel de detalle con el que recordaba situaciones, fechas, lugares y sobre todo nombres. No solo los de aquellos con quienes compartió la reclusión sino también los de sus torturadores y asesinos. Otro documento invaluable que la película exhibe son los escritos personales de López, que él mismo bautizó como “Archivo negro de los años en los que uno vivía adonde termina la vida y empieza la muerte”, una serie de textos y dibujos en los que reconstruye su cautiverio, incluídos los retratos de sus torturadores.

Si bien se trata de un trabajo simple en términos formales, que utiliza recursos básicos en la combinación del material de archivo y los testimonios tomados siempre frente a cámara, en lo vinculado al tratamiento de la información el documental consigue evitar los lugares cómodos. Ahí está el testimonio de Marcelo Saín, exdirector de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, cuya labor fue fundamental para salir por arriba del laberinto de investigaciones amañadas, llevadas adelante por otras fuerzas de seguridad, que perpetuaron la desaparición de López.

Que López siga desaparecido es un espanto para nuestra democracia. Porque ahora tenemos un gobierno negacionista que reivindica las atrocidades de la dictadura, pero durante muchos años nosotros fuimos gobierno”, dice Saín. La afirmación no solo implica una clara toma de posición personal en lo político, sino también, de forma más ámplia, en relación al cúmulo de responsabilidades que hace que el destino de Jorge Julio López aún sea una incógnita. Y tiene razón.