De casa al trabajo y del trabajo al hogar. La máxima peronista de camino lineal no se cumple. Pero, sobre todo, para las mujeres. El día arranca levantando la mano para un viaje que dura cuatro paradas hasta la escuela. Después, se sube otra vez, a la misma línea, pero más llena y sin mochilas (solo por un rato). En el trabajo el horario de almuerzo se convierte en una escapada en subte para buscar los remedios recetados a la mamá y la vuelta al trabajo. De ahí al colegio con un regalo y la misión de llevar a fútbol (si es lunes) o a inglés (si es martes) o a acrobacia (si es miércoles) y pediatra u otorrino los días que quedan libres y no son ocupados por invitaciones a jugar en otras casas y cumpleaños infantiles. El GPS de cuidados tiene, casi todos los días, hojas de ruta distintas y recargadas de viajes que la tarjeta SUBE no contabiliza como propios de la carga excesiva de las mujeres en la responsabilidad del cuidado de sus hijxs y personas mayores.

A partir de febrero cada viaje corto (0 a 3 kilómetros) va a pasar a costar $8 pesos y en junio $10 y los viajes más largos $11, 75. El tren aumenta de $4 a $6,75 y $10 en su versión extra large. El gobierno anunció un sistema de descuentos (denominado Red SUBE) para quienes realicen un segundo viaje del cincuenta por ciento y un tercero del setenta y cinco por ciento en metrobus, tren, colectivo y subte, en un lapso de dos horas (si un cumpleaños o la clase de dibujo tarda 90 minutos se pasa la promo) y no válida en el mismo bondi (si para ir a la escuela de lxs hijxs y al trabajo se tiene que tomar la misma línea también se esfuma la chance del descuento). 

El nuevo esquema está pensado para quienes toman más de un medio de transporte desde el conurbano a la Ciudad de Buenos Aires, pero no considera los segmentos cortos (que hacen mayoritariamente las mujeres) y no contempla ni la perspectiva de género ni la movilidad del cuidado. Rafael Skiadaressis, especialista en economía del transporte remarca: “Las distancias cortas no reciben ningún beneficio. La política instrumentada para paliar los aumentos solo beneficia a los usuarios de distancias largas y está pensada para viajes laborales. No hay ningún cambio para la madre que hace un viaje simple”. El camino más largo no siempre es el camino de la igualdad.

La Licenciada en Economía Eva Sacco, del Observatorio de género del Centro de Economía Política Argentina(CEPA) y docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS). destaca: “Las mujeres cargan con los pesos del cuidado. Del total de viajes realizados en transporte público que tienen como origen o destino llevar o recoger a un familiar de una institución educativa, el 78 por ciento es realizado por mujeres y solo el 21 por ciento por varones, según la Encuesta de Modos de Transporte, realizada entre 2009 y 2010. La nueva modalidad SUBE no supone una mejoría en los costos operativos para las mujeres”.

“Las mujeres tienen demandas específicas por su rol en la familia. Tienen necesidades de viajes complementarios que no son los de los hombres. Por eso, una tarifa multimodal mejoraría la posibilidad de las mujeres de llevar a sus hijos a la escuela o acompañar a adultos mayores”, aseguró, en noviembre del 2016, Juanjo Méndez, secretario de Transporte de la Ciudad de Buenos Aires. La  nueva política sí es multimodal pero sin mirada de género. Y, aunque depende de la Secretaria de Transporte de la Nación, afecta al Área Metropolitana y a la Ciudad de Buenos Aires.  

Desde el Ministerio de Transporte de la Nación dicen que entre los grupos que más combinan colectivos y trenes están las integrantes de lo que denominan “servicio doméstico” en un 45 por ciento. El punto es que las mujeres sufren mayor informalidad laboral y las que no están en blanco no acceden a la tarifa social que cuenta con un 55 por ciento de descuento y beneficia a las empleadas en blanco, las titulares de AUH y las que todavía integran el programa “Ellas hacen”. Además, ese precio menor por las condiciones sociales en el anterior gobierno no tenía techo, después tuvo un tope de 120 viajes y ahora la visa para viajar por el conurbano y capital se va a extender a 200 viajes. Esa es una buena noticia. Pero, en el 2016, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires recibió un 90 por ciento de quejas por falta de acceso a la tarifa social de parte de mujeres (jubiladas, trabajadoras de casas particulares informales o desempleadas) en una demanda muy marcada por el género. 

En la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano de la Provincia de Buenos Aires hay 22 millones de personas que se trasladan diariamente. Seis de cada diez pasajeros/as elige el transporte público, con mayoría (60 por ciento) de mujeres, según datos de Trenes Argentinos Operaciones (SOFSE). Lilian Oubiña es trabajadora ferroviaria y estudiante de tecnología ferroviaria en la Universidad de San Martín (UNSAM). Ella apunta contra la tocada que implica los cambios en el transporte: “Al aumentar los costos del viaje se reduce el poder adquisitivo de las mujeres que trabajan en forma informal. Además, la quita de subsidios provoca más hacinamiento para trabajar y más posibilidad de acoso para las mujeres en el espacio que puedan tener. A reducción del servicio hay un costo de más tiempo en el traslado”. 

Por su parte, Karina Nicoletta, Secretaria de Género de la Asociación Gremial de los Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP) recalca: “El aumento impacta entre los sectores más vulnerables y las mujeres que ya corremos con desventaja en las condiciones laborales y salariales. En abril del 2018 el aumento acumulado del pasaje alcanzará un 1000 por ciento desde que está en manos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El Estado vuelve a incrementar las desigualdades y sin una mejora del servicio”.