Horacio Daniel Ramos, uno de los manifestantes que perdió parcialmente la visión durante la represión del 18 de diciembre mientras marchaba contra la reforma previsional con el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), fue aceptado como querellante en la causa y acusó a las máximas autoridades policiales y políticas de la CABA. “Padecí una gravísima lesión por proyectil de arma de fuego en el ojo derecho, que causó el estallido del globo ocular y requirió su evisceración en el marco de la acción represiva protagonizada por personal de la policía de la Ciudad, por lo que imputo a quienes resulte identificado el delito de lesiones gravísimas calificadas por haber sido cometido por personal de las fuerzas de seguridad”, reza el escrito de sus abogados Ismael Yalil y María del Carmen Verdú. 

“Imputo la comisión del mismo delito, en carácter de coautores, al jefe de la Policía de la Ciudad, Carlos Kevorkian; al Ministro de Justicia y Seguridad, Martín Ocampo; al Secretario de Seguridad, Marcelo D’Alessandro y al Jefe de Gobierno porteño, Horario Rodríguez Larreta”, agregaron. Ramos detalló que fue golpeado en un puesto sanitario también del Gobierno porteño, cuando acudió a pedir ayuda.

Fueron tres los manifestantes que perdieron un ojo por las balas policiales durante esa jornada represiva: Daniel Nievas, del Astilleros Río Santiago, Roberto “Barba” Alvarez, del Partido Obrero, y Ramos. “Voy a seguir luchando con lo que quede de mí”, había dicho a los pocos días a PáginaI12. 

Ramos es herrero y tiene 51 años. Milita en el FOL y con sus compañeros y socios en una imprenta autogestionada se encontró el 18 de diciembre en la plaza de los Dos Congresos. Se resguardó detrás de una madera y cuando se levantó le pegaron en el ojo. Herido, retrocedió hacia la Casa de las Madres, donde había una posta sanitaria, luego cruzó la plaza hasta el Instituto Patria donde le dijeron que era grave. En Callao y Rivadavia llegó hasta una carpa para que lo curaran pero apenas intentó tirarse en una camilla policías que estaban allí lo empezaron a golpear. Como Ramos es corpulento salió a los empujones hasta que dio con una empleada de la Defensoría que lo acompañó hasta el hospital.