Desde Santiago

“Esta tierra, si la miramos con ojos de turista, nos dejará extasiados y luego seguiremos nuestro mundo sin más, acordándonos de los lindos paisajes, pero si nos acercamos a su suelo, lo escucharemos cantar y cantar con tristeza: ‘Arauco tiene una pena que no la puedo callar, son injusticias de siglos, que todos ven aplicar’”. Estas sentidas palabras del papa Francisco, expresadas ayer en la misa masiva realizada en la ciudad de Temuco, en la Araucanía, en plena tierra mapuche, fue una de las más aplaudidas por los miles de fieles que llegaron a escuchar al Sumo Pontífice, donde muchos de ellos acamparon en la zona para tener una mejor ubicación.

Se trata de un parafraseo a una de las más transcendentales canciones de la folklorista Violeta Parra (que paradójicamente grabó en Argentina en 1962), y que hace más de medio siglo ya ponía en el tapete los problemas de los pueblos originarios del sur de Chile.

Siempre sorprendiendo, el Papa comenzó su homilía con palabras en mapudungun, dejando claro la importancia que reviste para su pontificado la problemática indígena y el porqué esta ciudad fue elegida como escala en su periplo. Por lo mismo, también extendió su saludo y reconocimiento a los otros pueblos originarios de Chile, como atacameños, rapa nui, aimara, quechua, entre otros, señaló La Tercera.

“Mari, mari” (buenos días), dijo en el aeródromo de Maquehue, lugar que fue construido en terrenos mapuches usurpados a inicios del siglo XX, y que fue también utilizado como centro de detención durante la dictadura de Augusto Pinochet. “Acá hubo graves violaciones a los derechos humanos, la celebración la ofrecemos por todos los que sufrieron y murieron, por los que cada día llevan sobre sus espaldas, el peso de tantas injusticias. Nos quedamos un momento en silencio ante tanto dolor”, pidió Francisco y los miles de feligreses cumplieron generando un mutismo que erizó la piel a todos los presentes. Solo el sonido del flamear de las banderas, muchas de ellas mapuches y otras tantas argentinas, rompieron con sutileza la solemnidad del momento.

“La unidad que nuestros pueblos necesitan, reclama que nos escuchemos, pero principalmente que nos reconozcamos”, agregó Francisco, que también centró su discurso en las víctimas de la dictadura militar: “No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro”, dijo enfático.

Por esta razón, las palabras de Francisco sirvieron como un bálsamo que trajo paz y calma a quienes llegaron a un recinto que hasta ayer era reconocido como un espacio de dolor no solo por el pueblo mapuche, sino que a las víctimas de violaciones a los derechos humanos y sobrevivientes de la peor dictadura que se recuerde en este lado del mundo.

“Esta ceremonia es para todos los que sufrieron y murieron, y a todos los que cada día llevan sobre sus espaldas el peso de tantas injusticias… la riqueza de una tierra nace precisamente de que cada parte se anime a compartir su sabiduría con los demás… Necesitamos de la riqueza que cada pueblo tenga para aportar y dejar de lado la lógica de creer que existen culturas superiores o inferiores”, agregó.

La violencia ha sido una de las características de la zona en los últimos años. De hecho, en la víspera de la llegada de Francisco a la Araucanía, diversos templos fueron atacados, incluso con artefactos incendiarios. Del mismo modo, la tarde y noche del martes, se produjeron enfrentamientos entre carabineros y desconocidos, que quemaron helicópteros privados y pusieron en jaque a la policía que vio como un funcionario era herido a bala. En ese sentido, el pontífice pidió acabar con ella, pues “termina volviendo mentirosa la causa más justa… Existen dos formas de violencia que más que impulsar los procesos de unidad y reconciliación terminan amenazándolos. En primer lugar debemos estar atentos a la elaboración de bellos acuerdos que nunca llegan a concretarse. Bonitas palabras, planes acabados sí –y necesarios–, pero que al no volverse concretos terminan borrando con el codo, lo escrito con la mano. Esto también es violencia, porque frustra la esperanza”, señaló Francisco.


El cuestionado obispo de Osorno, Juan Barros.

En segundo lugar, acotó, “una cultura del reconocimiento mutuo no puede construirse en base a la violencia y destrucción que termina cobrándose vidas humanas… la violencia llama a la violencia, la destrucción aumenta la fractura y separación… Busquemos en cambio el camino de la no violencia activa, como un estilo de política para la paz. Busquemos, y no nos cansemos de buscar, el diálogo para la unidad”.

Finalmente, el pontífice alabó la “sabiduría ancestral del pueblo Mapuche” con un llamado al “buen vivir” o Küme Mongen, que es “un anhelo hondo que brota no solo de nuestros corazones, sino que resuena como un grito, como un canto en toda la creación”.

En paralelo a ese momento de gran peso espiritual, el obispo de Osorno, Juan Barros, acusado de encubrir los delitos de connotación sexual del ex párroco pedófilo de El Bosque, Fernando Karadima, y que ha golpeado los cimientos de la Iglesia chilena, fue abordado por un grupo de periodistas en Maquehue, donde llegó a participar de la liturgia de Francisco.

“La visita del Papa es lo principal. Ustedes ayuden a que el fruto de la visita llegue a tantos corazones”, sostuvo al respecto Barros según cita El Mostrador. Consultado por el “perdón” que ofreció el Papa por los abusos sexuales cometidos por sacerdotes, el religioso respondió: “Siempre hemos adherido de corazón a lo que dice el santo padre”. Respecto de los dichos de Juan Carlos Cruz, una de las víctimas de Karadima, quien dijo: “El (Barros) estuvo presente –y perdón si soy crudo– mientras Karadima me tocaba los genitales, cuando me hacía darle besos”, el obispo de Osorno declaró: “He dicho muchas veces que no he sido testigo de eso. Les pido que me dejen tranquilo”.

La presencia de Barros en las actividades del papa Francisco ha levantado una ola de críticas. Es más, una periodista argentina lo encaró directamente y criticó su participación en las actividades oficiales. “¿Por qué no deja la sotana y le hace un bien a la Iglesia?”.

Barros reaccionó incómodo, momento donde la profesional le remarcó: “si usted no hubiese estado acá ayer, las cosas habrían sido distintas…Usted sabe muy bien que su presencia ha empañado la presencia del Papa”.

A su turno, el influyente sacerdote jesuita, Fernando Montes, sostuvo que “sería extremadamente prudente renunciar… entre otras cosas, para que no se convierta en el centro de lo que más preocupa a los periodistas de la visita del Papa, porque hay hartas cosas que son mucho más importantes”.

Junto a ello, también se conoció el contenido de una carta que la machi Francisca Linconao -imputada por el crimen del matrimonio Luchsinger-Mackay- pretendía entregarle al Papa. En la misiva, Linconao asegura que “desde el 2013 el Estado chileno ha tratado de vincularme a un terrible hecho: la muerte de dos personas en un incendio, ante lo cual he sostenido siempre mi inocencia, pues en mi rol de machi respeto profundamente la vida… Si usted averigua un poco, se dará cuenta en Chile sólo a los Mapuche se nos aplica la Ley Antiterrorista, no se respeta la presunción de inocencia, la presión preventiva es extremadamente larga sin justifican. Sólo a los mapuche se nos somete una y otra vez a juicios”, finaliza el documento citado por Emol.

La jornada siguió ayer con el regreso de Francisco a Santiago, donde por la tarde se juntó con los jóvenes en la popular comuna de Maipú. En el Templo Votivo ubicado en ese lugar, el pontífice habló ante miles de personas que comenzaron a llegar desde temprano, haciendo caso omiso a las altas temperaturas registradas. Como es su costumbre, Jorge Mario Bergoglio, se salió del protocolo y se acercó a saludar a los asistentes.

En ese encuentro, el Papa citó otra canción, esta vez del grupo de Pop, La Ley: “el ruido ambiente y la soledad de la ciudad, nos aíslan de todo. El mundo que gira al revés, pretende sumergirme en él, ahogando mis ideas”. 

“¿Les pasó esto alguna vez?”, preguntó Francisco. La concurrencia de jóvenes era uno de los temas que preocupaban a la organización, toda vez que se pensaba que no llegarían en gran cantidad; sin embargo el Papa logró convocar a más de 400 mil fieles. “¿Qué haría Cristo en mi lugar? Cuando a alguien le están haciendo bullying, cuando estoy en una fiesta. ¿Qué haría?”, fue otra de sus frases potentes, dando una clase magistral de pedagogía, cultura y manejo.

Al final del día, Francisco se dirigió a la Pontificia Universidad Católica de Chile, la casa de estudios superiores de más prestigio nacional e internacional, donde lo esperaban alumnos, cuerpo docente, autoridades, parlamentarios y gente de la cultura, entre otros ligadas al establecimiento.

Hoy, lo recibirá la ciudad limítrofe de Iquique, polo cosmopolita del norte de Chile, a donde se calcula llegarán unas 400 mil personas a Playa Lobito, donde se le rezará a la Virgen del Carmen, y se espera que el mensaje de Francisco vaya dirigido a la problemática de la migración, refugiados y también a las víctimas de la dictadura.

Iquique es la capital de la región de Tarapacá, zona que Chile anexó tras ganar la Guerra del Pacífico en (1879-1884) y lugar donde residen colonias importantes de bolivianos, peruanos y colombianos. En el puerto de Pisagua, funcionó además uno de los peores centros de tortura de Pinochet.

También se augura la presencia masiva de argentinos, principalmente de Salta que ya están cruzando por los pasos fronterizos. El papa Francisco continuará su viaje a Perú, su último destino de esta misión sacerdotal.