“El tango está lleno de música nueva que hay que subir al escenario”, plantea Julián Hermida. Y se hace cargo de lo que dice, pues junto con sus colegas Pablo Motta y Daniel Ruggiero comenzarán hoy a las 21 la segunda temporada del ciclo Tango de batuta en Café Vinilo (Gorriti 3780). La propuesta busca presentar al público el trabajo de jóvenes directores de orquesta, con composiciones propias y arreglos de algunos clásicos del género y relecturas de otras músicas. Así, también incluirán en el repertorio temas de Luis Alberto Spinetta, Charly García, Gustavo Cerati y otros. Y siempre cruzando la orquestación y método de dirección de la música clásica con la estética y el lenguaje tanguero. A lo largo del ciclo tendrán invitados como Elizabeth Ridolfi, Lorena Astudillo, Alfredo Piro o Bernardo Monk, entre otros.

“El año pasado teníamos directores invitados, pero no son tantos los que componen su música y dirigen, así que esta temporada invitamos solistas a tocar su música (o la de sus referentes) con nuestra dirección”, comenta Hermida. La reinterpretación de esos clásicos rockeros tiene sentido desde muchas facetas, observa el música. “Spinetta, Cerati, Charly, tienen mucho que ver con quienes hacemos tango hoy, no es que vivimos en una burbuja y sólo escuchamos Troilo”, apunta. “Hoy ya no quedan ‘viejos tangueros’, ese viejo de 70 años tenía 25 cuando ya existían Spinetta o Charly, aunque no lo escucharon”, considera. Además, la elección aleja uno de los peligros que acechan a los ciclos que se pretenden en cierta vanguardia: convertirse en un concierto de música para músicos. “Eso sería desaportarle a la música, un desacierto”, opina el director. 

Hermida entiende que la propuesta es extraña para los tiempos que corren, donde los directores de orquesta, en especial tanguera, son la excepción más que la regla. “Con esto de que necesitamos estar sobreestimulados y todos elegimos el contenido, tenemos el aburrimiento fácil, por eso fracasan ciertos tipos de cine y literatura”, opina.

Y aunque lo suyo sea la excepción en el mundillo tanguero, sí hay un punto de encuentro en la referencia rockera, una búsqueda que es transversal a la gran mayoría del género. “Que el tango esté buscando en el rock me parece muy coherente y que tarde o temprano iba a pasar, creo firmemente que el tango es música de Buenos Aires y el rock también, más allá de las diferenciaas estilísticas, ¿acaso ‘Yendo de la cama al living’ no es un tango? Yo te lo puedo fundamentar en dos minutos, instrumento en mano, que es más un tango que otros. Creo que todos los que hicieron rock en los 70 fueron la vanguardia y renovación tan esperada del tango. Pasa que los tangueros esperaban que tuvieran traje y pelo corto. Pero si las internas del tango son jodidas hoy, llevás veinticinco años laburando y sos ‘el nuevo’, si no pudo entrar ni Chico Novarro, ¿cómo iban a entrar Charly o Spinetta?”

¿Por qué apelar a la batuta, entonces? Para Hermida es la búsqueda de un color musical particular. “A veces para buscás cierta orquestación que te exige una batuta en mano, para buscar determinados colores. Un director con batuta no es necesario porque son muchos músicos. A veces hace falta con seis personas porque pasan muchas cosas y se necesita quien lo organice. Otras es más sencillo y cabeceando nos entendemos todos y no importa si somos cuatro o veinte”.