En estos tiempos vacíos se aleja y vuelve la “no realidad”, como una cinta elástica que anuncia el cierre de los 70 para renovar la fantasía que se mete por las fisuras del conurbano caliente.
El poder se ejerce preguntando puntualmente algo que uno ya sabe, en cambio la venta del poder inexistente es afirmar todo el tiempo lo que no es.
La semana pasada, después de terminar un libro aburridísimo, me di cuenta que la mala literatura tiene algo muy luminoso: Despertar la esperanza por descubrir buenos escritores.
En los años 60, vestido de cuero, se impuso el tango rojo de Sandro y el relámpago desconcertó a la paleta de colores del género canción.
En esta tarde gris, como dice el gran Julio Sosa, llevo bajo el brazo el libro “La vida está en otra parte” de Milan Kundera. Instantes más tarde entro a un copetín al paso de Monte Grande
En este tiempo si se le habla al corazón es mejor y puntualmente hacerlo en el broche del brindis le da el sentido a la mirada emocional.
Mientras la vida es preocuparse por cosas que no pasan, el desarrollismo es vivir en la obra hecha y el proyecto soñado. Sucede que en la era de las emociones digitales todo queda igualado y
Escribir en modo onírico es una aparente incoherencia pero, como en el sueño, existen múltiples mensajes.
En el paraje de la ruta me recomendaron dormir en la ciudad que emociona de la Argentina.
En la magia del poder los cargos son menores.