CONTRATAPA

¡Viva el 1 por ciento y que el 99 se...!

 Por Juan Gelman

Paris Hilton, 32 años, bisnieta de Conrad Hilton, fundador de los hoteles que llevan su nombre, heredera de la revista Life & Style, cantante, actriz, modelo, escritora, productora de algún escándalo porno, decidió en el 2009 construirles una casa a sus perritos (//perezhilton.com, 5-8-09). Dueña de una fortuna estimada en 100 millones de dólares, ¿por qué no iba a invertir unos pocos 350.000 para darles abrigo y espacio a Tinkerbell, Marylin Monroe, Prime BabyBear, Harajuku, Dolce y Prada? ¿O el hombre no es el mejor amigo del perro?

La casita, réplica en miniatura de la mansión de Paris Hilton en Beverly Hills, tiene dos pisos y 192 metros cuadrados habitables, techo de tejas, aire acondicionado, decoración al tono, una sala en planta baja, el dormitorio en el primero con una espléndida araña de cristal y hasta placards, porque sus habitantes los necesitan. “A los perritos les gusta vestirse. Mis amigos dicen que su guardarropa es mejor que el de la mayoría de la gente”, proclama orgullosa la dueña y agrega: “Aprecian la casa que Mami construyó para ellos”. Faltaba más.

Parece un déjà-vu del tango “Pituca”, que Enrique Cadícamo y Rogelio Ferreyra crearon en 1930. Uno que es “pobre como una rata” canta a una millonaria: “Tenés un galgo ruso que no es pa’ liebre/y se pasa una vida fenomenal/te juro que al pensarlo me cacha fiebre/ y ¡qué lindo sería ser animal!”. Argentina padecía entonces, como muchos otros países, las consecuencias del derrumbe de Wall Street en 1929. No todos, los millonarios no. Corría el año 2009 cuando Paris Hilton construyó la casa para sus seis perros, la llamada depresión económica afectaba al mundo entero, se había pinchado el globo hipotecario y crediticio en EE.UU. y el número de sus desocupados alcanzaba una cifra record: 9,6 millones (www.tradingeconomics.com). Un detallecito.

Scott Fitzgerald, Hemingway, Gertrude Stein y otros famosos que trajinaban por París producen el involuntario olvido de un aspecto no menos espectacular, aunque más silencioso, de los “locos años ’20”. Greenwich, Connecticut, era considerada en esa década la ciudad más rica del planeta en materia de ingresos per cápita. Se concentraban allí no pocos millonarios, nuevos ricos que buscaban reconocimiento. Zalmon Gilbert Simmons, dueño de la primera empresa de fabricación masiva de colchones, se construyó una casa que podía rivalizar sin desmedro con algunos palazzi italianos (Vanity Fair, julio del 2006).

Otro edificaron réplicas de glorias arquitectónicas del Viejo Mundo, como el Petit Trianon de Versalles. Se les había anticipado Isaac Newton Phelps Stokes, heredero de la fortuna Phelps Dodge: en 1910 importó de Gran Bretaña una mansión de los Tudor del siglo XVI que llegó desarmada en 688 grandes cajones y fue reconstruida, pieza por pieza, en una colina próxima a Greenwich. Francamente, lo de Paris Hilton no es gran cosa.

Los multimillonarios siguen agrupándose en la ciudad. Steven A. Cohen, fundador y dueño de SAC Capital Advisors, pagó 14,8 millones de dólares por una residencia que fue ampliando con millones sucesivos hasta cubrir más de 2070 metros, unos dos tercios de los que ocupa el mausoleo del Taj Mahal. Claro que el hombre tiene una fortuna que el Wall Street Journal estimó en 8000 millones de dólares y el ingreso de su empresa en más de mil millones en el 2010 (//online.wsj.com, 13-4-11). Eso sí, ninguno de los centenares de miles de homeless o alguno del millón de estudiantes sin techo –cifra registrada por el Departamento de Educación para el período escolar 2010-2011 (www.huffingtonpost.com, 28-6-12)– vive en la casona: prefieren los albergues temporarios, las estaciones de subte, edificios semiderruidos o dormir bajo los puentes. Cuestión de gustos.

El Premio Nobel de Economía Paul Krugman señaló que los 25 ejecutivos de las compañías de “protección de inversiones” (hegde-fund) más importantes habían percibido, en promedio, 363 millones de dólares cada uno, más de 9000 millones en total, es decir, el triple de los sueldos sumados de los 80.000 maestros de las escuelas públicas de Nueva York (www.salon.com, 10-7-12). En el 2009 y el 2010, en plena crisis, a los 25 les fue mejor aún: se llevaron a casa mil millones cada quien, un total de 25.000 mil millones en conjunto. En el 2011 conocieron la resignación: apenas embolsaron 14.400 millones ((//topics.nytimes.com, 30-3-12). Esto no es vida.

El presidente Obama busca la reelección y ha prometido, en plena campaña electoral, mantener bajos los impuestos de la clase media y subirlos un dos por ciento a quienes ganan más de 250.000 dólares al año, entre los cuales él mismo se cuenta, dijo. Un buen punto contra su millonario rival republicano Mitt Romney. Pero Obama ha prometido muchas cosas. Como señaló alguna vez el reconocido escritor, periodista y pintor francés Charles-Alphonse Allais, “hay que pedirle más al impuesto y menos al contribuyente”.

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