CONTRATAPA

El Sonar y la Furia

 Por Rodrigo Fresán

JUEVES Hace mucho calor. Hacen 7 grados más de los que debería haber para esta época del año –los diarios explican que se trata del junio europeo más ardiente del que se tiene memoria– y el sol pega duro y con ganas, como si se hubiera acercado un poco para oír mejor. Y lo que se oye por aquí en estos días es la décima edición del Festival Internacional de Música Avanzada y Arte Multimedia de Barcelona. Tres días y tres noches de paz, amor, música, electricidad y drogas by design.
Así que hoy es jueves y el Sonar empieza hoy y los padres se despiden de sus hijos porque saben que volverán a verlos –con suerte, si no pasa nada– recién el domingo a la hora de almorzar cuando éstos les dirán que no tienen hambre, que sólo quieren dormir, que se olvidaron de cómo era eso de cerrar los ojos.
En cualquier caso, los noticieros y las primeras planas de este jueves destacan el descubrimiento en Etiopía de restos fósiles de la especie humana de 160.000 años de antigüedad. Pienso en Etiopía y pienso en que debe de hacer mucho calor en Etiopía y pienso en que, si el hombre surgió en Africa, cómo es posible que cada vez le sea más imposible aguantar el calor.
El resto de buena parte de la prensa hablada y vista y escrita está consagrada a la ardiente situación de la Comunidad de Madrid y de lo sucedido días atrás cuando la “fuga” de dos diputados del PSOE a la hora de las votaciones impidió que socialistas e izquierdistas formaran gobierno a deux y, por lo tanto, el Partido Popular –que no había alcanzado la mayoría absoluta necesaria en las pasadas elecciones del 25 de mayo– recibiera el ¿inesperado? regalito de la presidencia de la Cámara. Ya sé, suena complicado; pero juro que si no hiciera tanto pero tanto calor intentaría explicarlo con mayor frescura, un poco mejor. Y mejor me voy a dar una ducha. La ducha me miente: abro la canilla del agua fría pero sale agua que no es fría. Es agua caliente que intenta convencerme de que es agua fría, pero a mí no me engaña.

VIERNES Ayer a la noche tocó en el Sonar Matthew Herbert –junto con Jeff Mills, la nueva star de la electrónica fashion esta vez acompañado por una big band jazzera– y hoy a la noche cantará o, mejor dicho, emitirá sonidos Björk. Camino bajo el sol del barrio del Raval –uno de los territorios inequívocamente Sonar– y los chicos van con bermudas y remeras con siglas crípticas y las chicas con poca ropa. Algunos sonaritas ya muestran la fatiga de materiales de una noche larga: pupilas enormes como las de los héroes de comics tipo manga y un andar entre sinuoso y flotante. El Sonar ya es un éxito: se han vendido todos los 22.000 abonos, 10.000 asistentes el jueves y 700 periodistas de todo el mundo para cubrir las idas y vueltas de artistas de nombres y prestigios tan efímeros como la moda. Si el pop es rápido, entonces la electrónica DJ es muy veloz. Todo pasa y nada queda y escuchar una discusión acerca de las virtudes del ahora implica, necesariamente, la condena de lo que hasta ayer mismo era admirado pero ya no. Son discusiones frías pero a mí me dan calor. Así que busco refugio en el aire acondicionado del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona donde se expone la megamuestra Cultura Porquería curada por el especialista en fenomenología freak Jordi Costa. Allí adentro –perfectamente catalogados, como en un bestiario trash– conviven Ed Wood, Raphael, Charles Manson, William “Capitán Kirk” Shatner cantando “Mr. Tambourine Man”, el Aznar de la reciente Guerra Iraquí, la estética del Torremolinos ‘70, Daniel Johnston y –sorpresa, en una sala para ella sola– la película Carne del sofocante binomio Bo-Sarli. La idea es muy buena: se proyecta la película con dos pequeñas pantallas a los costadosdonde se registra la fascinación del espectador español en el acto mismo de verla y no creerla. Yo –argentino– tampoco la creo. Y me acuerdo de haber leído que un publicista de por acá explicaba que las publicidades de televisión con acento argentino –azote ibérico– funcionan muy bien porque el modo de hablar de los argentinos produce, automáticamente, lástima y piedad en el español por la situación de nuestro país. Y entonces va y compra cualquier cosa, lo que le vendan. Sean sinceros: ¿No les da un poquito de calor?

SABADO Ayer a la noche fui a ver a Björk pensando en que, por islandesa y esquimal, tal vez ella tuviera reservas de frío que le permitieran hacer eso que hace. No se veía nada –mucha gente, escenario bajo y distante–, pero se oía lo suficiente. Sólo diré aquí –hacía y hace mucho calor– que Björk es a la vanguardia electrónica lo que Maurice Chevalier es a la chanson francesa. Volví transpirado, me duché y me acosté otra vez transpirado: la paradoja de que el acto de secarte te moje es interesante, pero no se la deseo a nadie. Encendí la tele para ver algo ligero y descubro que una de las canciones de este verano español será aquel “Ritmo de la Noche” que inmortalizó nuestro Tinelli. Y la cosa sigue que arde: se consigue desactivar una bomba de ETA pero no a ese curioso y sordo “proceso de paz” entre Israel y Palestina. Y me entero de que en Madrid actúa el mudo Marcel Marceau. Va a seguir siendo un junio inolvidable para mí: Björk, Marcel Marceau y, el próximo 29, los Rolling Stones. Está claro que hay alguien en alguna parte que ha decidido agredirme, calentarme. Me llama por teléfono un amigo para ir al Sonar. Pongo acento exageradamente argentino –para darle lástima– y le digo que no me siento bien, que estoy bien acostado. Mi amigo me pregunta si necesito que me compre algo. Le corto. Decido mirar mucho Weather Channel y pasar el día respondiendo e-mails de amigos de Buenos Aires; porque en Buenos Aires, me juran, es invierno, hace frío, y no les falta un abrigo.

DOMINGO Hoy a las 8.30 de la mañana llovió durante exactamente un minuto y catorce segundos. Después salió el sol como diciendo “Te la creíste, gilún, ¿eh?”. El sol –lo juro– tenía acento argentino. El periódico afirma que el Sonar fue un éxito (90.000 asistentes), los Rolling Stones están en la tapa de la revista del domingo, el consumo de energía para ventiladores y afines rompió records históricos y el pronóstico meteorológico para mañana es igual al pronóstico político donde ya comienzan a decirse palabras como soborno y conjura. “La situación está muy caliente”, dice un diputado socialista. Chocolate (caliente) por la noticia; y me asomo a la ventana y contemplo cómo los sonaritas vuelven a sus casas arrastrando sus nikes. Parecen fósiles etíopes de regreso a esas cuevas en las que –con suerte, dentro de milenios– serán descubiertos.

LUNES Llamo a mi amigo y le digo que sí, che; que por favor, me compre un abanico. Un abanico electrónico.

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