CONTRATAPA

La discriminación de género en acción

 Por Bernardo Kliksberg *

Inmoralidades

Fue calificado como un fallo histórico. La Corte Suprema de Justicia de Colombia revisó (marzo 2015) la sentencia del Tribunal Superior de Medellín contra un hombre que asesinó a su compañera, considerándolo un “feminicidio” y no un crimen pasional. La Corte dijo que la había matado por ser mujer, y vulnerable. En el dictamen de la integrante de la Corte que actuó como ponente, se describe que ya previamente, cuando Sandra Patricia quiso separarse de él, le infligió once puñaladas y la amenazó continuamente. Resalta que “el procesado sentía de su propiedad a la víctima”.

En muchos otros casos similares, en toda la región, se ha caracterizado a estos crímenes como con atenuantes porque “la mató en estado emocional alterado” o “en una explosión de celos”. Las mujeres que tienen la valentía de presentarse a denunciar la violencia son tratadas en muchos casos, por la policía y estratos del Poder Judicial, como “sospechosas”.

Hay 603 millones de mujeres que viven en países donde incluso la violencia contra ellas ni siquiera es un delito.

Según ONU Mujeres, el 70 por ciento de las mujeres sufre violencia en su vida. Ha habido avances legales, pero las mujeres siguen en riesgo de ser acosadas, atacadas o golpeadas, por sólo serlo. Es una de las facetas de la mayor discriminación del planeta, la que se ejerce contra la mitad de su población, muchas veces del modo más silencioso. Los progresos no deben encandilar frente a la gran agenda pendiente.

Al recibir el Oscar 2015 como la mejor actriz de reparto, Patricia Arquette puso algunas cosas en su lugar. Denunció: “Es el tiempo de tener igualdad de salarios de una vez por todas e iguales derechos para las mujeres”. Ironizó: “Agradezco a todas las madres que dieron a luz los contribuyentes de Estados Unidos”.

El Foro Económico Mundial ratifica su llamado de atención en el informe global que produce desde el 2006 sobre la brecha de género y que abarca 142 países. Dice en su edición 2014 que si bien ha habido avances en educación y salud, en lo que se refiere a trabajo “hay una mínima mejora en la equidad” en los nueve años del informe. Señala en dato casi estremecedor que de seguir las mismas tendencias llevará 80 años hasta que se alcance la igualdad laboral. Las mujeres ganan un 30 por ciento menos que los hombres a igual responsabilidad.

Según la OIT, en Europa las mujeres ganan como promedio 19 por ciento menos que los hombres y en Estados Unidos 36 por ciento menos. En España deberían trabajar 79 días más por año para cobrar lo mismo.

A pesar de que no hay pretexto porque las mujeres están hoy muy bien calificadas, y todos los estudios indican que su presencia en los directorios mejora el desempeño empresarial, sólo el 17 por ciento de los miembros de los boards de dirección son mujeres en Estados Unidos, el 15 por ciento en India, el 14 por ciento en Alemania y el 8 por ciento en Japón. En América latina las mujeres ocupan menos de una quinta parte de las posiciones de liderazgo empresarial, son el 18 por ciento. Un “Techo de cristal” invisible de sesgo de género opera activamente contra ellas.

Las mujeres que tienen hijos son las más penalizadas. Sólo la mitad de los países del mundo ofrecen 14 semanas o más de permisos por maternidad. En Noruega, en cambio, tienen 60 semanas de licencia paga y la protección total de su trabajo después de ello.

Cuando se revisa la tabla del Informe Global, los datos sobre los países líderes son muy elocuentes. El líder mundial es Islandia, seguido por Finlandia, Noruega, Suecia y Dinamarca. El modelo económico-social de los países nórdicos es el que ha conseguido ir más lejos en superar la inaceptable brecha.

Los sesgos se dan incluso en el área científica. La revista Science Communication muestra que un mismo trabajo científico presentado a evaluadores anónimos era mejor calificado si estaba firmado por un hombre, que si lo era por una mujer.

Los seis peores países respecto de derechos de la mujer y discriminación son, según el Informe Global, Yemen (el último de la tabla), Pakistán, Chad, Siria, Mali e Irán. En el último informe de Desarrollo Humano del PNUD (2014), el índice de las mujeres es menor al de los hombres en un 8 por ciento. El ingreso per cápita de los hombres dobla al de las mujeres. Sólo en 16 países del mundo el índice de desarrollo humano femenino es mayor al masculino. Entre ellos están Argentina y Uruguay.

En una encuesta que realizó la ONU en 167 países, para examinar el progreso desde 1995 en que se realizó la Conferencia Mundial sobre la Mujer, de Beijing, hasta ahora, se concluye que “a pesar de haberse alcanzado cierto progreso no se ha hecho lo suficiente”. La directora ejecutiva de ONU Mujeres señala, a la luz de los datos, que “los líderes a los cuales se había encomendado el poder de hacer realidad las promesas expresadas en Beijing han fallado a las mujeres y las niñas”. Entre otros aspectos, la igualdad en la representación parlamentaria podría llevar medio siglo si se sigue a este ritmo.

Una cuestión clave, el machismo

Detrás de las “barreras invisibles” para la mujer hay estereotipos y prejuicios culturales muy fuertes, que racionalizan la subordinación y explotación de la mujer. Se sigue razonando en amplios sectores en términos totalmente machistas sobre la mujer. En Colombia, el 45 por ciento de los entrevistados consideró en una encuesta “que las mujeres que siguen con sus parejas tras ser golpeadas no se separan porque les gusta padecer esa situación”. El 66 por ciento dijo que “cuando los hombres están bravos mejor no molestarlos”, y el 37 por ciento fue tan atávico para decir que “las mujeres que se visten de manera provocativa se exponen a que las violen”.

La situación es difícil aun en sectores de las nuevas generaciones, supuestamente más informadas. El 17 por ciento de los mexicanos de 14 a 17 años justifican las agresiones contra las mujeres.

El tema no es de las mujeres. Afecta a todo el género humano. La ONU ha resumido bien la cuestión con el lema “Empoderar a las mujeres es empoderar a la humanidad”. ONU Mujeres está llamando a una gran campaña “He for She” (El por Ella) reclamando la incorporación de los hombres a la lucha. América latina, con avances en los modelos inclusivos, tiene mucho machismo por delante para superar.

Hay mucha urgencia. Malala fue baleada en su bus escolar en Pakistán por los talibán, a los 15 años por defender el derecho de las niñas a estudiar. Casi la matan, pero no pudieron con ella, sigue recorriendo el mundo exigiéndolo a pesar de que las amenazas contra ella continúan. Malala, Premio Nobel de la Paz 2014, reclama a los líderes: “La gente en el mundo quiere que terminen la injusticia, la pobreza y el analfabetismo”. Al centro de la lucha por lograrlo, está terminar cuanto antes con esta inaudita e intolerable discriminación contra el 50 por ciento de los habitantes del mundo. Basta ya.

* Director del Programa Nacional de formación de jóvenes docentes “Hacia una economía con rostro humano” (UBA y otras) que se desarrolla en veintisiete universidades nacionales, y del Programa Regional “Jóvenes de la Unasur por una economía social” (UBA-CAF) que se dicta en once países de la Unasur.

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