CONTRATAPA

Luces de esperanza

 Por Bernardo Kliksberg *

La pobreza y la desigualdad son la cuestión clave en un mundo con más del 50 por ciento en pobreza y vulnerabilidad, y una América latina que, a pesar de los avances, tiene 170 millones de pobres y la peor desigualdad del planeta. Estamos inundados de mitos sobre los pobres, que han sido asumidos por amplios sectores de las clases altas y medias. Es fundamental darles un “baño de realidad”. El autor dirigió, junto con Irene Novacovsky (fundadora del Sistema de Información, monitoreo y evaluación de las políticas públicas, Siempro, replicado en numerosos países), una investigación de impacto sobre una de las mayores políticas sociales, que ha tenido la Argentina democrática, como es la Asignación Universal por Hijo para trabajadores informales (AUH), puesta en marcha por Cristina Fernández de Kirchner, e implementada por la Anses, dirigida por Diego Bossio (director general), y Rodrigo Ruarte (secretario general). Integraron el equipo de investigación, experimentados investigadores sociales: Isidro Aduriz, Victoria Arinci, Horacio Chitarroni, Naomi Wermus y Elisa Trotta Gamus (coordinadora).

La AUH se propuso mejorar la vida de los 3,6 millones de niños más pobres del país. Se encuestó a 3068 beneficiarias, una muestra estadística con un margen de error menor a un tres por ciento. Los resultados están a disposición del que las quiera consultar en la obra El gran desafío. Romper la trampa de la desigualdad desde la infancia, publicada por la entidad patrocinante, la Organización Iberoamericana de la Seguridad Social, y por Biblos (ver el riguroso comentario de Alfredo Zaiat, Página/12, 21/6/15). No sabíamos antes de iniciar la investigación, lo que íbamos a encontrar. Hallamos buenas noticias para el país entero. La AUH incidió en que subieran los indicadores de salud, educación, ocupación, e inclusión social, y bajarán entre otros los de deserción y repetición escolar, trabajo infantil y embarazo adolescente. Además las cifras derrumban los mitos.

- Mito 1: La pobreza es responsabilidad individual.

Un periodista preguntó a un candidato a vicepresidente de EE.UU., en plena crisis del 2008, con dos dígitos de desocupación: “Usted ha propuesto abolir casi todos los sistemas de protección social. Si viniera un joven desocupado muy enfermo y le dijera: ‘¿Qué hago para sobrevivir si estoy desocupado y no tengo por tanto ningún seguro médico?’, ¿qué le diría?”. Contestó: “Si él llegó a esa situación es un problema de él”. La manera más sencilla de liberarse de toda “culpa”, por las “víctimas” es endilgarles la responsabilidad. Sus destinos no son la resultante de la falta de oportunidades y las desigualdades generadas por políticas como las menemistas en los ’90 o las pinochetistas. La pobreza es un problema individual, no colectivo. Los 3,6 millones de niños que cubrió la investigación formaban parte de procesos de transmisión intergeneracional de la pobreza. No habían elegido nada. Desde su nacimiento, estaban muy abajo. Los 370 millones de personas en pobreza y vulnerabilidad en América latina no llegaron a ellas por errores personales. Hay políticas económicas que son productoras netas de pobres como las del Consenso de Washington o la austeridad. Se solía comentar fatalísticamente en la región que: “Las políticas sociales recogen los muertos y heridos que dejan las políticas económicas”.

- Mito 2: Los recursos entregados a los pobres son despilfarrados.

Sectores de las elites plantean paternalmente: “No estamos en contra, lo que pasa es que en cuanto tienen dinero en el bolsillo lo gastan en licores y juego, no saben cómo administrarlo, no saben qué se debe comer, qué vamos a esperar de ellos, si apenas leen”. Las beneficiarias de la asignación universal son madres con tres o más hijos. El autor viene recomendando desde hace muchos años, que ellas deben ser las que reciban los programas. Las madres de AUH gastaron casi todo en mejores alimentos, más frutas, verduras y lácteos, pañales desechables, zapatitos, ropa, útiles escolares, remedios y hasta un “gustito” para los chicos. ¿Alguien conoce mejores administradores de recursos escasos que las madres pobres?

- Mito 3: Fomenta el no trabajo y la vagancia.

El derrotado Del Sel, cuando lo dijo lo llamó “un sincericidio: “Si hay más chicas embarazadas quizás es porque algo ha provocado que se embaracen, quizá para tener plata a los tres meses”. Alguna vez él o sus asesores vieron algún estudio sobre eso. ¿Creía realmente que la mujer va a decidir su maternidad por algunos pesos adicionales? Las cifras dicen lo opuesto. La escolaridad ascendió fuertemente en los hogares que recibieron la AUH, y al aumentar los años de educación de las niñas la asignación para embrazadas pobres, como se ha verificado una y otra vez internacionalmente, baja la maternidad adolescente. Es una vía muy efectiva para reducirla dicen la Unicef, la Unesco, y la Organización Mundial de la Salud. Otros más sofisticados que Del Sel dicen: “Con la AUH la gente deja de trabajar”; “Premia a los que no quieren trabajar”. No son hogares que no trabajan. La AUH es el 25 por ciento de sus ingresos, el otro 75 por ciento lo conseguían trabajando, pero en las peores ocupaciones y cobrando muy poco. No podían negociar, debían sobrevivir. Ahora, como tienen un “piso mínimo” asegurado, buscan mejores trabajos y capacitarse.

- Mito 4: “Estas mujeres no son recuperables.”

Dicen ciertas voces: “Tienen tres o más hijos, los maridos les pegan, no han terminado la secundaria”; “No se puede hacer nada”. Estarían muy sorprendidos ante los hechos. Junto a la AUH, el Ministerio de Desarrollo Social, Alicia Kirchner (ministra), y Carlos Castagneto (viceministro) creó el programa Ellas Hacen. Ha ofrecido preparar a las mujeres que perciben la AUH en oficios de inserción segura, plomeras, electricistas, construcción y otros. Ya hay miles de plomeras trabajando. Fue una apuesta a la autoestima dicen los líderes del programa. Está dando resultados inesperados. Así aumentaron las separaciones de mujeres de cónyuges golpeadores. Con un oficio, e ingresos, las mujeres se emancipan y buscan compañeros que las respeten.

- Mito 5: Sólo llega un reducido porcentaje de los fondos.

La Anses ha bancarizado la AUH. Las madres pobres abren una cuenta bancaria, se les deposita mensualmente, tienen una tarjeta del banco. La bancarización sola es un gran avance en su condición. Los instrumentos gerenciales aplicados por Anses han llamado la atención internacional. Varios países están interesados en sus tecnologías para llegar sin corrupción posible directamente a amplísimos sectores.

- Mito 6: Los importes no se actualizan.

La investigación producida ha hecho un conjunto de recomendaciones para mejorar y profundizar la AUH. La primera de ellas es un sistema de actualización semestral de sus montos, similar al que se usa para las jubilaciones. Por decisión presidencial (23/6/15) se ha convertido en un proyecto de ley que está en tratamiento en el Senado. Como dice el papa Francisco, es imperioso “escuchar el grito de los pobres”. Los mitos tratan de “sofocarlo”, y desensibilizarnos. La AUH, hoy referencia obligada en política social en la región, enseña que cuando se les restituyen de modo digno sus derechos básicos, se rompe la trampa en la que los ha encerrado la pobreza y la desigualdad y se encienden luces de esperanza para ellos y toda la sociedad.

* Asesor honorario de la Unicef; asesor principal de la dirección de la FAO para América latina y el Caribe; asesor especial de la dirección del PNUD para la región.

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Imagen: Rafael Yohai
 
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