DEPORTES › SOLUCIóN PARA LA FóRMULA 1

Paralelas se tocan

 Por Pablo Vignone

Se impuso la lógica: no habrá campeonato paralelo en Fórmula 1 y Max Mosley abandonará la presidencia de la FIA por la puerta de atrás. No existirá límite presupuestario para el año que viene, y Bernie Ecclestone seguirá promoviendo a la categoría, con un nuevo Pacto de la Concordia hasta el 2012 y no hasta el 2014 como el inglés intentó imponer el jueves pasado, el disparador para que la Asociación de Equipos de F-1 (FOTA) hiciera su drástico anuncio de un torneo propio.

La lección está bien aprendida: el automovilismo de monopostos era el más fuerte en los Estados Unidos y rivalizaba con la propia Fórmula 1 a mediados de los ’90 cuando se produjo la secesión entre CART e IRL. Hoy, ese tipo de automovilismo conserva una dimensión mínima frente a la explosión de la Nascar de autos con techo. Y los problemas del rally mundial de alguna manera están asociados a la existencia paralela del Mundial (WRC) y un campeonato como el International Rally Challenge (IRC).

Nada bueno habría salido de la separación. Pero, por supuesto, eso lo sabía perfectamente la FOTA, que jugó con audacia sus cartas para lograr su objetivo de máxima: asegurarse de que las maneras dictatoriales de Mosley no se aseguraran un nuevo período al frente de la FIA. Lo demás fue estrategia. Incluso el pésimo anuncio –nunca oficial– del regreso de la F-1 a la Argentina en marzo próximo.

La Fórmula 1 irá siempre donde vayan Ferrari y el GP de Mónaco. En esta encrucijada, estaban asociados. No casualmente, quien asoma como candidato a presidente de la FIA con el apoyo de los equipos de F-1 es Michel Boeri, titular del Senado de la FIA y del Automóvil Club de Mónaco. Ferrari es el equipo que más dinero recibe por participar en la Fórmula 1; Mónaco es el único GP del calendario que no paga derechos a Ecclestone...

Y aunque Mosley viva en el Principado, no tenía chance: su última bravata al anunciar su candidatura a la reelección fue el intento desesperado de mejorar una posición negociadora que había perdido, enorme peso cuando en Silverstone trató de “locos” a los titulares de los equipos de F1 y de diferenciar a éstos de las marcas propiamente dichas. Las mismas marcas que hicieron el bluff del año al anunciar un presupuesto de 1000 millones de dólares para organizar el campeonato paralelo.

Cuando Mosley apareció inesperadamente en el paddock de Silverstone el domingo, asegurando que el acuerdo estaba cerca, su estrella se había apagado. El acuerdo estaba cercano sólo si él se apeaba del tranvía.

Y eso es lo que sucedió. Los comunicados podrán retocar como un Photoshop retórico su salida de la crisis, pero lo concreto es que FOTA tiene todo lo que pretendía: un campeonato 2010 con las mismas reglas que el 2009, un nuevo Pacto hasta el 2012 con la posibilidad de dictar nuevas condiciones económicas después de esa fecha y la posibilidad de imponer al próximo presidente de la FIA.

En cambio, Mosley se lleva como vago consuelo el compromiso de reducir a mediano plazo el nivel de gastos anuales –algo que la FOTA ya había previsto antes del inicio de este campeonato– y poco más. Su candidato para la sucesión, Jean Todt, es mal mirado por los equipos de F-1, por ser un ex hombre de Ferrari: hasta los italianos le fruncen el ceño. Todt estuvo en Buenos Aires hace un par de meses, en un congreso de la FIA, con su novia la ex chica Bond Michelle Yeoh, sondeando el panorama.

Ganó FOTA. Pero es probable que también hayan ganado los fanáticos. Porque éste se parece mucho a un final feliz.

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