DEPORTES › RENDIMIENTO OPACO DEL CONJUNTO ARGENTINO

Más lucha que fútbol

Dentro del desarrollo tan cerrado del partido, fue difícil que algún jugador de Boca se destacara particularmente. Los mayores problemas pasaron por la mitad de la cancha.

 Por Ariel Greco

Resulta difícil encontrar una figura en Boca, en un rendimiento tan opaco y, a la vez, en un desarrollo tan cerrado. La presión que impuso Corinthians no les dio espacios a los medios y delanteros boquenses, por lo que su juego pasó más por la lucha y el empuje.

Desde el arco, Orion brindó seguridad en las pelotas aéreas y estuvo atento para desviar al corner un pelotazo desde lejos de Paulinho, aunque nada pudo hacer ante Romarinho. Roncaglia amagó con convertirse en la salida que necesitaba su equipo, pero se quedó en eso. Cuando Emerson se recostó por su sector, debió apelar a las infracciones para pararlo y quedó condicionado con una amarilla. Tuvo su revancha en el gol. A diferencia de otros partidos, Schiavi no se mostró tan firme en el mano a mano por más que el conjunto brasileño pocas veces atacó a fondo. Por eso, Caruzzo tampoco pasó mayores sobresaltos y tuvo una noche tranquila, con buenos cruces a los costados y ganó de arriba en la previa del gol. La mancha en su rendimiento estuvo en el abuso del pelotazo largo, que casi nunca tuvo un destinatario seguro. Para Clemente, lo mejor estuvo en sus subidas por sorpresa, más allá de que los brasileños habían tomado nota de esa cuestión y lo marcaban con acierto. Perdió su marca en el gol.

Los mayores problemas de Boca pasaron por la mitad de la cancha. Ledesma exhibió su habitual generosidad para el despliegue, pero la movilidad fue inversamente proporcional a la claridad. Del otro sector, Erviti buscó cerrarse demasiado para compensar el círculo central con Somoza, lo que terminaba facilitando el embudo que proponía Corinthians. Para el volante central no fue una noche cómoda, ya que los cuatro hombres que los visitantes dejaban arriba lo obligaban a retrasarse demasiado y lo colocaban lejos del área en la que más a gusto se siente. Tantos inconvenientes en la zona motivaron que Riquelme nunca recibiera cómodo. Bien cercado, el conductor boquense mostró destellos, aunque no se transformó en eje de su equipo ni pudo desequilibrar con sus pases. Tuvo una chance con un derechazo desde el borde del área que salió apenas alta, luego de una habilitación de Erviti. Y se fastidió demasiado con el árbitro.

Sin generación de juego, los delanteros la pasaron mal. Por su propia inspiración, Mouche encontró algunos espacios para desbordar cuando se tiró por la derecha. Como no siempre resolvió con acierto, su tarea se fue desluciendo. Y cuando Riquelme lo colocó en posición de gol, remató débil a las manos de Cassio. Más difícil la tuvo Silva, que, obligado a chocar contra los centrales, siempre jugó en desventaja. La primera ocasión que tuvo fue una tijera, que pegó en un defensor y salió por un costado. La siguiente, la palomita que derivó en el gol de Roncaglia. Viatri tuvo el triunfo en la última, pero el travesaño se lo negó. Y Cvitanich se llevó puesto el rebote.

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Facundo Roncaglia festeja su gol, el único de Boca, a puro grito.
Imagen: DyN
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