DEPORTES › BASQUETBOL A LOS 35, OTRA VEZ EN UN MUNDIAL

Walter Herrmann, segunda primavera

Tras dos temporadas sin jugar de manera profesional, volvió con mucho más protagonismo que el que tenía una década atrás.

Walter Herrmann está viviendo una segunda juventud. A los 35 años, tras dos temporadas sin jugar de manera profesional y tras ocho años sin participar en la Selección Argentina de básquetbol, el actual alero del Flamengo de Brasil está disputando con éxito su segundo Mundial con la albiceleste. “Es una alegría enorme, no se tiene la posibilidad de jugar un Mundial todos los días. Yo siento que no pasó tanto tiempo desde Japón, como marca el calendario. Y después de tanto tiempo, volver a la Selección es algo formidable”, aseguró Herrmann a dpa.

Titular en los tres partidos que disputó su equipo en el certamen en España, Herrmann acumula 10,3 puntos y 7 rebotes por encuentro, un rendimiento que nadie se podía imaginar hace dos años, cuando jugaba junto a sus amigos de toda la vida en el Unión Deportiva Chanta 4 Sarmiento, un club aficionado en el cual se había iniciado en su localidad natal, Venado Tuerto.

“En el tiempo que estuve retirado, por momentos jugué con mis amigos y por momentos fui al gimnasio. Pero siempre me cuidé en las comidas y las bebidas, con una dieta que siempre respeté desde mi época de jugador”, reconoció el alero, para justificar su estado de forma. Además conoce el tema a la perfección, ya que fuera del básquetbol tiene un negocio de productos nutricionales. “La genética ayuda, pero cuando estaba retirado no es que estaba tirado en la pileta comiendo alfajores”, añadió.

En aquel momento, sorprendió al aceptar una invitación para disputar dos encuentros con un seleccionado armado de apuro para cumplir con un compromiso comercial y político entre los gobiernos de Argentina y Angola: 26 puntos (4-5 triples, 5-6 dobles y 4-6 libres), 6 rebotes, 3 recuperaciones y 2 tapones fue su inesperado aporte en el primer compromiso.

La temporada pasada, Atenas de Córdoba, el equipo más veces campeón de la Liga argentina y donde Herrmann había brillado antes de partir al Fuenlabrada de España en 2002, lo convenció para que dejara de lado su retiro voluntario. Y su regreso fue como si nunca se hubiese ido: la prensa especializada lo eligió el jugador más valioso (MVP) y lo incluyó en el quinteto ideal de la competencia. Ante Lanús completó un partido de ensueño, con 49 puntos. Su rendimiento resultó tan convincente que Flamengo decidió contratarlo con una oferta millonaria antes del inicio del Mundial.

“Uno tiene más experiencia y ahora sabe bien qué rol le toca en el equipo. A veces hay que atacar, otras defender o buscar rebotes. Pero lo importante es hacer todo lo que sea necesario para que el equipo gane”, dijo el alero sobre su nueva función en este seleccionado, con mucho más protagonismo del que tenía hace una década.

Cinco años fuera del contexto internacional motivaron que muchos compañeros y rivales se sorprendan cuando lo ven. “Me cargan mucho”, confesó. “Algunos me dicen que volví porque se me acabó la plata”, contó Herrmann antes de lanzar una carcajada. Pero este presente feliz contrasta con lo difícil que ha sido su trayectoria, siempre afectada por los durísimos trances personales que le tocaron vivir.

El 18 de julio de 2003, el mismo día que se confirmó su traspaso al Unicaja de Málaga y mientras estaba concentrado con la Selección Argentina para disputar el Sudamericano de Montevideo, un hecho trágico le cambió la vida. Su madre Cristina, su pequeña hermana Bárbara y su novia Yanina fallecieron en un accidente de tránsito. En ese momento dejó de lado el llamado de la Selección y se recluyó un mes en España con Jorgelina, su otra hermana. “Teníamos dos opciones: o nos quedábamos tirados en la cama llorando toda la vida o decidíamos hacerle frente a esta tragedia y salir. Y juntos decidimos pelearla”, contó tiempo después.

Al año siguiente, el baloncesto le dio revancha. Con 37 puntos (5-9 triples) y 11 rebotes, Herrmann lideró a Argentina para ganar como visitante la final del Sudamericano a Brasil. Pero en la noche de ese 18 de julio, justo en el primer aniversario del trágico accidente, su padre Héctor murió de un ataque cardíaco.

A pesar del nuevo golpe, el alero decidió participar de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y tuvo gran influencia en las victorias de cuartos de final ante Grecia y en la semifinal ante Estados Unidos, pero no ingresó ni un segundo en la final ante Italia por decisión del entrenador Rubén Magnano, situación que aún no le perdonó.

A diez años de aquella medalla dorada, los campeones olímpicos fueron agasajados antes de un amistoso Argentina-Brasil disputado el mes pasado en Buenos Aires. Allí, el ex jugador de Charlotte Bobcats y Detroit Pistons en la NBA negó el saludo a su ex coach. Tras aquel logro, Herrmann continuó luciendo en Málaga, donde conoció a Elena, la hija del podólogo del club que luego se convirtió en su mujer.

En 2006, en el Mundial de Japón, disputó su último torneo con la Selección Argentina y dio el salto a la NBA. Ya en 2009 regresó a España, para cerrar la primera etapa de su carrera en el Caja Laboral. En su retorno a la Argentina mantuvo un perfil bajo. En su pueblo y con sus amigos se mantenía en forma jugando de manera amateur. “En Venado Tuerto me ven siempre igual. Esté en la NBA, en España o en la Liga local. Siempre hacemos los mismos chistes”, recordó sobre aquellos años de retiro. Hasta que decidió darse una nueva oportunidad en el básquetbol y vivir una segunda juventud.

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“Después de tanto tiempo, volver a la Selección es algo formidable.”
Imagen: efe
 
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