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Ecclestone puede perder el control de la Fórmula 1 a manos de los bancos

Un juez de Londres lo obliga a darles un sitio a los dueños del 75 por ciento de las acciones del holding que maneja la F-1.

 Por Pablo Vignone

Nadie nunca tuvo tanto poder en el automovilismo mundial. Nunca nadie, seguramente, tendrá algo semejante. Una fortuna de más de 5000 millones de dólares, amasada casi en su totalidad con las ruedas de la Fórmula 1, lo transformó en el cuarto individuo más rico del Reino Unido. Ahora, una decisión de la Alta Corte de Londres podría alejar a Bernie Ecclestone de su bien más preciado, el control de la categoría que él transformó en los últimos 30 años.
El juez que instruyó el juicio dio la razón a tres bancos, los estadounidenses JP Morgan y Lehman Brothers, y el alemán Bayerische Landesbank, agrupados en la empresa Speed Investments, que demandaron ante la Justicia al abogado ginebrino Luc Argand, designado hace dos años por Ecclestone al frente de Fórmula 1 Holding, que controla comercialmente la disciplina automovilística. Eso puede significar, eventualmente, el fin del poder del inglés.
Ecclestone empezó en la F-1 como manager de pilotos malogrados como Stuart Lewis-Evans o Jochen Rindt, entró de lleno al comprar la escuadra Brabham en 1971 (con Carlos Reutemann como piloto) y su obsesión por el orden lo condujo a organizar todo, siempre cobrando una comisión. Este año, por ejemplo, cobró 40 millones de dólares solamente por llevar la Fórmula 1 a China, y 95 millones de dólares a la cadena RTL alemana para darle los derechos de televisación en el país que adora a Michael Schumacher (aunque éste viva desde hace una década en Suiza).
Si alguien cree que Ferrari es la dueña del Mundial, está equivocado: la escuadra italiana gana todas las carreras pero sólo recibe 5 centavos de cada dólar que recibe la Fórmula 1. Ecclestone, en cambio, se lleva 53 centavos...
Esa obsesión por controlar todo lo condujo a cometer su único error: vender el 75 por ciento de las acciones de la compañía que controla la Fórmula 1, llamada SLEC, a la que pertenece Formula 1 Holding. Esa operación, que en el 2000 le reportó la mitad de su fortuna, terminó volviéndose en su contra.
Esas acciones terminaron en manos del Kirch Gruppe, propiedad del magnate alemán de los medios Leo Kirch, único socio de la FIFA en la televisación del Mundial 2002. Kirch esperaba trasladar, paulatinamente, la Fórmula 1 a las pantallas del pay-per-view, recuperar su inversión e incrementarla. Pero fue a la quiebra mucho antes, y los tres bancos, que habían financiado la compra, se quedaron con esas acciones.
Lo que Kirch no tenía, y los bancos reclaman hoy, es un representante en la mesa de decisiones de la F-1, para influir en la forma en la que se maneja el negocio. Ese lugar es el que ocupa Argand. Ecclestone solamente controla el 25 por ciento de las acciones de SLEC (sigla que responde a las iniciales del nombre de su esposa, Slavica Ecclestone) a través del Bambino Trust, presidido por Argand pero propiedad del inglés; sin embargo, nunca les reconoció a los bancos ese derecho y tampoco les remesó el 75 por ciento de lo que entraba por ventanilla.
El juez consideró que la designación de Argand no era válida y que los bancos tienen derecho a tener sus representantes en el directorio de la Fórmula 1. Ecclestone apelará esta decisión pero, si pierde, seguramente verá debilitarse por completo el poder que ejerció, durante más de tres décadas, en la F-1.

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Ecclestone modeló la Fórmula 1 en los últimos 30 años.
 
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