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Alemania levanta el Muro del fútbol

Ya no quedan equipos de la ex República Democrática en Primera, fundamentalmente por cuestiones de desarrollo económico.

Quince años después de la reunificación de Alemania, en el fútbol alemán se ha cumplido uno de los escenarios más temidos desde la caída del Muro de Berlín. Con el descenso del Hansa Rostock, la Bundesliga no contará a partir de la próxima temporada con la presencia de los equipos del este en Primera. Hinchas, jugadores y directivos observan la situación con preocupación y temen que, ante la hegemonía de los equipos del oeste, el Campeonato Mundial del 2006 pierda interés entre los aficionados de la ex RDA.
“Esto es un golpe terrible”, opinó el presidente de la Federación del Este de Alemania, Hans-Georg Moldenhauer, y señaló que el fenómeno de la ausencia de clubes en la ligas de la Bundesliga se está extendiendo en las restantes categorías. “Lo que pasó con el Hansa es algo muy triste pero no es nuevo. Desde hace tiempo notamos que los equipos del este pierden terreno en todas las ligas profesionales y regionales de nuestro fútbol. Es algo preocupante y creo que debemos trabajar para corregirlo.
Al respecto, el presidente de la Federación Alemana (DFB), Theo Zwanziger, quiere convocar una “cumbre del Este” para buscar fórmulas que llenen ese vacío, puesto que a la falta de clubes de Primera se une el hecho de que la representación en segunda y tercera es, asimismo, menguante. “Tenemos que sentarnos con los presidentes de las asociaciones locales y resolver este problema. No queremos que el fútbol del este desaparezca en el olvido”, expresó el máximo dirigente del fútbol alemán.
Lo cierto es que los responsables de la Bundesliga temen que ante la ausencia de equipos de la ex RDA en Primera, los aficionados del este pueden darle la espalda al Mundial de Alemania. Y esta preocupación se suma a un dato objetivo: de las doce subsedes que tendrá el campeonato, sólo una estará ubicada en la parte oriental del país: Leipzig, donde quedan aún algunas obras de infraestructura por completarse.
Aunque la Federación Alemana ha realizado importantes esfuerzos para dotar al fútbol del este de una estructura competitiva, no consigue frenar las asimetrías. Hace diez años, conscientes del problema que tenían entre manos, los directivos de la DFB instalaron escuelas con el propósito de reclutar talentos en los 15 estados de la antigua república socialista. Pero estas acciones chocan siempre contra un fuerte impedimento económico: los talentos que se descubren emigran rápidamente al oeste en busca de mejores oportunidades. La ex Alemania Oriental es una zona económicamente deprimida desde la caída del nazismo, hace 60 años, cuando los rusos desguazaron su industria y la trasladaron a la Unión Soviética como compensación por la guerra, un golpe del que la región jamás se recuperó. “Talentos del calibre de Michael Ballack no podrían retenerse de ningún modo. Pero los jóvenes jugadores del futuro deberían tener la oportunidad de jugar al máximo nivel en sus propias regiones”, evaluó Moldenhauer.
El ideal que los dirigentes del fútbol alemán persiguieron desde principios de los ’90 era tener dos equipos en la Primera División, cuatro o cinco en Segunda División y siete u ocho en la Liga regional.
Tras la unidad futbolística, en 1991, dos equipos, el Hansa Rostock –último campeón del este– y el Dynamo Dresde comenzaron en la Bundesliga. A ellos se añadieron seis equipos de segunda y una tercera liga propia para el este. No obstante, con el correr de los años esa vieja aspiración se hizo trizas, en medio de una realidad institucional marcada por las profundas diferencias que existían entre los equipos del este y el oeste.
“Falta sencillamente potencial económico. Todos los sponsors principales tienen su sede en los estados occidentales de Alemania”, evaluó Moldenhauer como una de las principales razones que han marginado a los equipos de la ex RDA del nivel más competitivo del fútbol germano.
Ahora, al igual que lo que sucede en sus vidas cotidianas, muchos hinchas de fútbol del este tienen una sensación que los acompaña desde hace años:se sienten gente de segunda categoría, con pocas posibilidades de ascender.

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