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El imperio contraataca

Inglaterra consiguió una victoria ideal ante la Argentina: con un gol de penal de David Beckham, que se vengó de la derrota de 1998 en Saint Etienne. El triunfo de los ingleses, logrado a base de convicción, fue justo. Las razones de una dolorosa caída.

 Por Juan José Panno

Por que perdimos

Entre tantas preguntas pertinentes e impertinentes, hay una, dolorido lector, que compartimos, ya que usted –como yo o nosotros– preguntará por qué perdimos. Y al respecto se pueden esbozar varias respuestas.
- Perdimos porque los ingleses jugaron mejor. Tuvieron más convicción para ir a buscar el triunfo que les resultaba fundamental para clasificarse y se mostraron fuertes en la defensa, rápidos en el medio y creativos en las ocasiones que pasaron al ataque. Se sabían técnicamente inferiores, pero en ningún momento arrugaron. En la última media hora conformaron un bloque defensivo multitudinario y le cerraron todos los caminos a Argentina. La medida más exacta de que los ingleses jugaron mejor la da la relación de situaciones de gol: casi tres a uno.
- Perdimos porque al cuadro argentino pareció ensombrecerlo la idea de que el empate no era un mal negocio para llegar paso a paso hasta los octavos de final. El juego sin vuelo, y algo mezquino, condicionado con esto de mirar con un ojo la pelota y con el otro los números favoreció los planes de un rival que sí estaba urgido de un triunfo, sin espacio para la especulación. El pretendido nivel superior del cuadro nacional no se notó.
- Perdimos porque el equipo de Bielsa abusó del juego aéreo. Cuando se utiliza el pelotazo casi como único recurso ante rivales como los ingleses, muy experimentados en defender de arriba, el margen de éxito es muy estrecho. Muy pocas veces se puso la bocha contra el piso y, por el contrario, se insistió empecinadamente en meter el pelotazo frontal para defensores que esperaban muy armados y se fueron agrandando en la medida en que veían con qué facilidad se desprendían de los centros llovidos.
- Porque Verón cumplió una de las actuaciones más pobres de las que se tenga recuerdo. Se equivocó casi ingenuamente en pases de larga, mediana y aun corta trayectoria; jugó de primera cuando se imponía poner la pelota contra el piso; trató de frenar cuando era más fácil tocar de primera; no acertó en sus apresurados remates al arco y no cumplió en ningún momento con las obligaciones que le impone el supuesto rol de conductor único del equipo. Estaba cantado que Bielsa lo iba a reemplazar al final del primer tiempo.
- Perdimos porque el rendimiento colectivo del equipo fue muy bajo. Esta vez no hubo velocidad ni manejo de los espacios, ni sincronización para ahogar la salida del rival, ni potencia ofensiva, ni paso acelerado en tres cuartos de cancha, ni se conformó el bloque defensivo impenetrable que tanto se elogió en otras ocasiones.
- Perdimos porque las individualidades no lograron tapar el déficit colectivo. Las atajadas de Cavallero, la firmeza de Samuel, el buen juego de Zanetti en el primer tiempo y las nobles intenciones de Aimar no alcanzaron. El volante del Valencia ganó en la comparación con Verón y amenazó con formar una pequeña sociedad con Ortega, pero todo esto ocurrió en el segundo tiempo, cuando los ingleses, con un gol en el bolsillo, se habían metido atrás.
- Perdimos porque el árbitro Collina se mostró desde el arranque muy enérgico con la penalización de las faltas y exhibió rápidamente la tarjeta amarilla. Eso condicionó a jugadores que, como Simeone o Samuel (ambos amonestados en el partido contra Nigeria), suelen jugar al límite del reglamento.
- Perdimos porque Ortega, Batistuta y Crespo nunca pudieron ganar en el duelo individual con sus marcadores. Cole, además, resultó una de las figuras de la cancha. Por otra parte, no surgieron otras variantes de ataque que los remates de Cristian González en el primer tiempo.
- Perdimos porque Seaman, el arquero inglés, respondió muy bien cada vez que fue exigido, Estuvo fenomenal en el cabezazo de Pochettino que se le metía abajo y tapó sobre la misma raya de gol.
- Perdimos porque Placente dudó en esa pelota que quedó boyando en el borde del área y demoró el rechazo que permitió que le robaran la pelota en la acción previa al penal que le hizo Pochettino a Owen y que marcóbien Collina, pegado a la jugada. A mitad de camino entre la ingenuidad y la desgracia, Pochettino bajó casi sin proponérselo a Owen y le dio a Beckham la posibilidad de convertir el penal y a los ingleses la chance de concretar una victoria de las que dejan marcas.

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