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Bicicletero turco y Gran Hermano

Por Carlos Polimeni

-Ahora somos todos turcos, pero es posible que terminemos siendo todos brasileños. Somos turcos por Ilhan Mansiz, que le metió la bicicleta de los sueños a Roberto Carlos en el partido de ida con Brasil y luego definió con un golazo el choque eliminatorio con Senegal. Somos turcos por Hasan Sas y Emre Belozoglu, que quisiéramos argentinos. Por el penúltimo mohicano Umit Davala y por el arquero carapintada Rüstü Recber. Somos turcos por Hakan Sukur, que debería mojar, por fin, en este Mundial. Somos turcos por el modo descarado en el que el árbitro los perjudicó en el partido por la primera ronda, ante Brasil. Porque ese dos a uno fue el primer indicio de una larga serie de curiosos errores arbitrales, que siempre favorecieron a los intereses económicos de los organizadores. Ante Brasil, por historia, Turquía es David frente a Goliat. Por eso somos de Turquía. Y seguiremos siéndolo hasta el final, si Turquía honra su historia en este Mundial.
Sin embargo, si Brasil elimina a Turquía, seremos brasileños. Y muy convencidos. Seremos brasileños porque en el fondo del corazón cualquiera que ame el fútbol es brasileño. Y porque enfrente estarán o Corea del Sur o Alemania unificada. No hace falta decir por cuántas cosas seremos brasileños –si lo somos– a partir de mañana: por Caetano, Chico, Joao Gilberto, Tom Jobim y Vinicius, por Bahía, Río y Sampa, por Adriana Calcanhotto, Maria Bethania y Gal Costa, por la caipirinha y la caipiroshka, por el cinema novo y Glauber Rocha, por la feijoada y las comidas de María Fuló, por Augusto Boal y el Teatro del Oprimido, por la bossa, el tropicalismo y los nuevos románticos, por Sonia Braga, Jorge Amado y Antonio Das Mortes, por la poesía concreta y hasta por Xuxa y sus Paquitas. Y claro: por Garrincha y por Pelé, por Tostao y por Jairzinho, por Didí y Vavá, por docenas y docenas de jugadores que nos llenaron el alma, los ojos y la vida. Seremos brasileños a fuerza de ser argentinos. Seremos brasileños aun doliéndonos, como nos duele, este Mundial.
No podríamos ser alemanes o coreanos si Brasil o Turquía están enfrente. Los mundiales son unas competencias que se disputan cada cuatro años, en los que participan un montón de equipos y en los que... siempre llegan a las rondas finales los alemanes, describió cierta vez Jorge Valdano. Sin embargo, ¿alguien conoce un equipo alemán generoso? No podríamos ser coreanos ante Brasil o Turquía –más allá de los méritos del equipo coreano– porque sería como traicionar a nuestra mujer con una más fea y más tonta. Somos así de raros, los futbolmaníacos: si se diese un Brasil-Corea del Sur, nos olvidaríamos de la ley no escrita de David vs. Goliat. Pensamos que hay una ley aun superior a ésa, que es la ley de la supervivencia del fútbol como juego.

u El polifuncional Rafael Bielsa se ha convertido en el vocero de su hermano Marcelo Bielsa, ahora que el fracaso argentino en el Mundial tiene en cabildo abierto a la patria futbolera. Acaso entrenándose para su carrera política, el Bielsa mayor escribe, habla y gesticula en defensa de la honra de Marcelo, que sufre sin hablar en público. Bielsa chico no sólo está callado sino también movedizo: enterado de que una caravana de hinchas de Newell’s –55 autos que partieron de Rosario– intentaba visitarlo el domingo en su campo de Máximo Paz, partió cual Piojo López rumbo a algún sitio de Córdoba. Desde allí se comunicó por celular con sus fans, a los que agradeció el gesto de viajar 70 kilómetros para rendirle tributo, ahora que los exitistas pretenden borrar con el codo lo que escribieron con la mano (chequear, si no, la edición de “TVR” del antes y el después de Fernando Niembro). Mientras Marcelo huía del apoyo, Rafael hablaba el domingo del fracaso en el Mundial en... “Tribuna caliente”, un programa al que su hermano no hubiese concurrido ni secuestrado ni dopado.
Obviamente, Rafael le pasó el trapo al panel que encabeza Guillermo Nimo, convirtiendo su visita familiar dominguera en una especie de lección de ética para piratas. Si Marcelo no habla, calla, digiere en privado, seoculta, cree que su silencio es mejor que cualquier declaración, no hay problema, amigos: Gran Hermano responderá por él.

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