DEPORTES

Vieira y la Vieja Guardia

 Por Juan Sasturain
Desde la casa

Me gusta el sub 35 de Francia. Me gustan los veteranos franceses desde antes del Mundial (desde el otro Mundial, precisamente, cuando se volvieron como nosotros, con un equipazo) y me dio bronca que el amarrete técnico Domenech y la parsimonia inexplicable de los jugadores durante los dos primeros partidos de la zona les impidieran clasificar con comodidad. Por eso, tras la victoria de ayer ante Togo, apenas salieron segundos detrás de los empeñosos suizos, a los que les alcanzó con muchas ganas, un arquero bárbaro y un centrodelantero de pies redondos que la emboca. La lástima es que Francia se cruzará con España –otro que está eligiendo jugar bien– en octavos. Será un buen partido, pero hubiera sido lindo que se encontraran más adelante.

De la vieja guardia de los bleus, excepto el desagradable Barthez, me caen todos bien. Y ese grupo de jugadores es, sacando al excelente Willy Sagnol, la auténtica patota neocolonial que ennegreció saludablemente la selección en los noventa y ganó Eurocopa y Mundial para gloria y memoria del desmembrado Imperio. Empezando por el maestro Zinedine, hijo del Magreb, tan maltratado ahora que espero vuelva para hacer callar a varios; siguiendo con Thuram, el hombre de Guadalupe, patrón del fondo; con el sutil Thierry Henry, anestesista de arqueros y cirujano del área; con el temible Makelele, un cuatro por cuatro congoleño impiadoso patrullando el medio y para culminar –como la aceituna de la mayonesa– con el notable senegalés Patrick Vieira, una fiera todo terreno, más de uno noventa de fútbol agresivo en todos los sentidos de la palabra.

Ayer, Vieira demostró por qué es el jugadorazo que es desde hace años, siempre en el primer nivel. Y no sólo porque hizo un gol y le bajó el otro a Titi, en ambos casos con criterio y aptitudes de atacante sin serlo, sino porque estuvo todo el partido a la altura de esas circunstancias –tan raras– en que el equipo había quedado por la desmemoria y la desidia colectivas, los dos primeros partidos. Capaz de la sutileza del toque y (para qué negarlo) del suelazo de un asesino serial, tiene pasta y viene con la sangre en el ojo. Estos veteranos de los que él fue ayer líder emblemático tienen, además de calidad y experiencia, cuatro años de bronca acumulada y saben que no les quedará posibilidad de otra revancha.

Me gustan. Guarda con ellos.

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