DEPORTES › BALLACK, EL LíDER ALEMáN

El eterno segundo

¿Al fin grito de campeón o una nueva frustración? Mañana, ante España, el alemán Michael Ballack intentará romper la “maldición” de sus finales perdidas en el plano internacional y gritar campeón en la Eurocopa 2008. “Ya es algo importante, bastante especial, estar en una final. No es algo que suceda todos los días”, señaló el volante del Chelsea, que repetidamente vio las imágenes del último título de la selección de Alemania en el gran escenario, en 1996, en la Eurocopa de Inglaterra. Y así como Jürgen Klinsmann subió los peldaños hacia el palco del estadio de Wembley en aquella ocasión para recibir el trofeo de manos de la reina Elizabeth, Ballack espera emularlo en Viena, en el estadio Ernst-Happel.

Para el ex Kaiserslautern, Bayern Leverkusen y Bayern Munich, la de mañana frente a los muchachos de Luis Aragonés será la cuarta final de su carrera fuera del ámbito local y espera que sea la vencida. Porque hasta ahora, la frustración ha signado ese último partido por el título, en el que no hay medias tintas: coronación u olvido.

El “trauma Ballack” tuvo su último capítulo hace seis semanas, cuando el volante ofensivo cayó con el Chelsea en la gran final inglesa de la Champions League, ante el Manchester United, en Moscú. Seis años antes, también experimentó el sabor de la derrota cuando aún vestía la camiseta del Leverkusen, en la final de la Champions League frente al Real Madrid del francés Zinedine Zidane. Y con Alemania no le fue mejor. En 2002 quedó afuera de la final del Mundial de Japón/Corea que los alemanes perdieron con Brasil, debido a una doble amonestación. Con estos antecedentes, pese a sus cuatro títulos en la Bundesliga y otros tres de Copa de Alemania, pareciera que el “hechizo” del subcampeonato persiguiera al armador de 31 años.

Tras el dramático 3-2 sobre Turquía del miércoles, Ballack se refugió en el silencio, centrándose en esta nueva hora de la verdad de su carrera. Con 43 presencias internacionales como capitán (y 86 en total), ya está entre los grandes líderes de Alemania en la historia, pero para subirse al pedestal de Fritz Walter, Franz Be-ckenbauer, Lothar Matthäus y Klinsmann necesita imperiosamente de un título internacional.

En mayo, en Moscú, la impotencia de Ballack por una nueva final perdida se expresó con lágrimas. Pero poco después, el mediocampista levantó la cabeza para ponerse al frente de la campaña alemana en pos de su cuarto título europeo. “Demostré haber dejado eso atrás. Es bueno cuando en el fútbol rápidamente uno tiene nuevos desafíos por delante”, dijo el alemán, que demostró la personalidad necesaria para llevar la cinta de capitán. “Aprendió a lidiar con la responsabilidad”, destacó Beckenbauer.

Sin embargo, más allá de las órdenes a sus compañeros y su empeño en la lucha, la Eurocopa no fue escenario aún de una actuación extraordinaria de Ballack. Para destacar se cuentan sus dos goles, vitales ambos: el del 1-0 ante Austria, con un impresionante tiro libre, y el tercero ante Portugal en cuartos, con un preciso cabezazo. Pero con las pinceladas de su talento y todo, si ante España no conduce a su país al anhelado grito de campeón, en dos o cuatro años habrá que volver a escribir esta misma nota sobre Ballack y su trauma, agravado por los años y las finales perdidas. Mañana se sabrá.

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