DIALOGOS › ¿POR QUé HORACIO FERRER?

Horacio de Buenos Aires

 Por Carlos Zito

Horacio Ferrer, nacido en Montevideo en 1933 y aquerenciado en Buenos Aires desde joven, es uno de los más notables poetas rioplatenses, uno de los grandes estudiosos y eruditos del tango, y –sobre todo– el letrista que introdujo en ese género la fantasía y una mágica mitología porteña. Ferrer abrió de par en par las ventanas del verso tanguero, y entró un viento que hizo volar todo Buenos Aires: los colectivos, las bicicletas, las venusinas, los astronautas, los barriletes hechos con un pan y un tallarín, y por supuesto los duendes y los piantados, que –como todos saben– siguen revoloteando aún sobre nuestras cabezas. Como bien dijo Julio Nudler hace algunos años, Ferrer “ha sido y es el letrista más resuelto a escribir versos nuevos cuando ya todos los versos del tango parecían haber sido escritos”.

Con poco más de veinte años y junto a compañeros de la facultad de arquitectura, solían reunirse en Montevideo para organizar recitales invitando a figuras de vanguardia como Horacio Salgán y Astor Piazzolla. Animó luego varias emisiones consagradas al tango en radios uruguayas, y editó durante años la revista Tangueando. Posteriormente, ya instalado en Buenos Aires, estuvo muy cerca de Aníbal Troilo y de Piazzolla. Su colaboración con Piazzolla marcó toda una época, con temas como “Balada para un loco”, “Chiquilín de Bachín”, o la misteriosa y bella “María de Buenos Aires”, una opera porteña, en la que el propio Ferrer actuaba, en el personaje de El Duende, junto a Amelita Baltar y a Héctor de Rosas.

Desde hace años preside la Academia Nacional del Tango, y actualmente trabaja en dos libros. Uno es un volumen de conversaciones con Gustavo Provitina, gran conocedor de su obra. El otro libro es una antología de su poesía, desde el Romancero Canyengue y María de Buenos Aires, hasta la actualidad: son 330 poemas. Además tiene en carpeta, para estrenar, dos “operas populares”, una con música de Raúl Garelo titulada “El rey del tango en el reino de los cielos” y la otra, llamada “Dandy, el príncipe de las murgas” que va a ser estrenada en Montevideo.

Para terminar, una anécdota que muestra el reconocimiento a nivel mundial que posee Horacio Ferrer como poeta. En 1981 nos encontramos en la cena que había organizado Piazzolla para festejar sus 60 años, en el departamento donde Astor vivía por entonces en la Isla San Luis, en el corazón de París. Allí Horacio me pidió si podía hacerle un favor: acompañarlo a una cita que tenía al día siguiente, para tomarle una foto con la persona que debía ver. Cuando llegué a la Porte Maillot, donde teníamos que encontrarnos, lo vi a Horacio junto a quien yo debía fotografiarlo, un señor a quien él le escribía las versiones en castellano de sus canciones: ¡era Charles Aznavour!

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