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Los economistas creen que la “estabilidad” financiera de los últimos meses puede haber marcado un punto de inflexión en la caída de la actividad económica. Pero advierten también que dicha estabilidad está prendida con alfileres.
Para Daniel Artana, economista jefe de FIEL y acérrimo crítico de Roberto Lavagna, “la economía da muestras de que se dejó de caer. Pero esto no implica que se esté reactivando”, aclaró. Según el consultor de FIEL, “hay posibilidades de reactivar con un programa coherente”. Sin embargo, considera que a la administración Duhalde se le hace muy difícil elaborar dicho programa porque “es débil, no tiene plafon político, no puede sacar leyes y tiene dificultades con la Corte Suprema”.
En su último informe, la Fundación Capital analiza el peso de la deuda vieja y nueva –la emitida por el gobierno de Duhalde– sobre las cuentas públicas. Y llega a la conclusión de que “aun con una quita importante en el endeudamiento público hoy en default, la Argentina necesitará en un futuro cercano un superávit superior a 4 por ciento del PBI para honrar sus compromisos financieros”. Sin reactivación, dicho superávit sería imposible de alcanzar y Argentina seguiría sumergida en el circulo vicioso de la cesación de pagos. Pero con semejante ajuste en el horizonte, que seguramente reclamará a partir del año próximo el Fondo Monetario, es difícil entusiasmarse con una reactivación duradera.
Por su parte, el economista del CTA Claudio Lozano consideró que la estabilidad del dólar “le quita un factor de presión a los precios y colabora que la inflación sea menor, por lo que la gente que pasa a ser pobre es menor”. Sin embargo, advirtió que “hay una inflación reprimida” debido a que los precios mayoristas crecen “mucho más” que los minoristas, y estimó que a fin de año “el dólar va a orillar los cuatro pesos”.
El otro pronóstico de Lozano fue aún más inquietante: “Hoy estamos en unos 20 millones de pobres, y si se mantiene la situación puede que lleguemos a fin de año a unos 23 millones”, vaticinó.