ECONOMíA › ENTREVISTA A LOS ECONOMISTAS JAN KREGEL Y JANE D’ARISTA

Regulaciones para después de la crisis

Los especialistas estuvieron en Buenos Aires participando de un seminario sobre las causas de la crisis global y sus consecuencias. Página/12 conversó con ellos para saber qué pasos se deberían dar para no cometer los mismos errores.

 Por Tomás Lukin

Jan Kregel

“No se trata de regular el sistema, sino de re-regularlo.”

“Hay que redefinir el sistema financiero”

El economista Jan Kregel es uno de los mayores especialistas en mercados financieros. En diálogo con Página/12, este profesor del Instituto Levy de Nueva York aseguró que lo que se buscó con los planes de salvataje no fue reactivar el crédito para estimular la demanda sino salvar a las principales entidades y preservar el modelo que llevó a la crisis. En contraposición, propone debatir qué sistema bancario requiere la economía y recién entonces avanzar con un nuevo marco regulatorio que permita amortiguar el impacto de la inestabilidad financiera.

–¿Qué falló en los salvatajes?

–La idea general es que fracasaron porque los bancos no le están prestando a nadie. Pero los bancos están haciendo precisamente lo que les dijo el gobierno: “No tomar riesgos excesivos”, y al no hacerlo no están prestando. El rescate funcionó en el punto en que los bancos permanecieron solventes. La idea básica fue dejar el sistema más o menos intacto.

–¿Cómo se amortigua la inestabilidad financiera? ¿Cree que es necesario un nuevo marco regulatorio?

–No se trata de regular el sistema financiero, sino de re-regularlo. En la década del ’30, la administración Roosevelt tenía una idea muy clara de cómo querían que fuera el sistema financiero una vez que se establecieran las nuevas reglas. Creían que la dificultad estaba creada porque los bancos comerciales operaban en los mercados de capital y decidieron acabar con esto. La idea fue crear un sistema segmentado por función: bancos comerciales que toman depósitos y proveen préstamos, y por el otro lado los bancos de inversión.

–¿Qué características básicas del sistema financiero debería tener en cuenta el gobierno de Obama a la hora de re-regularlo?

–En primer lugar hay que tener una idea sobre el tamaño que queremos que tengan las instituciones. Debe ser regulable para las autoridades y controlable para los ejecutivos. De lo contrario, no importa cuán buenas sean las regulaciones, pues el sistema continuará siendo inestable. Podemos escribir las mejores regulaciones del mundo pero si no se las puede aplicar no tiene mucho sentido. En segundo lugar hay que definir qué es lo que debería estar haciendo el sistema financiero, su función.

–¿Las autoridades de Estados Unidos están actuando en ese sentido?

–La forma en la que se está resolviendo el problema está conduciendo a la concentración masiva de las entidades. Puede ser que ésa sea la estructura que querés: 2 o 3 bancos grandes. Pero ya sabemos que las autoridades no pudieron regular de manera eficiente a los bancos antes de que fueran gigantes.

–¿Por qué cree que es tan difícil cambiar las reglas?

–La política actual está tratando de mantener el sistema funcionando con la menor cantidad de cambios posibles. Las instituciones financieras realizan las mayores contribuciones sustanciales a los políticos. El sector más activo es el inmobiliario, que es uno de los mayores aportantes a las campañas de los políticos demócratas, porque están a favor de incrementar la cantidad de propietarios. Virtualmente, casi todos los políticos del Congreso responsables por las regulaciones financieras están relacionados con estas instituciones a través de sus contribuciones de campaña.

–Hasta ahora usted se refirió a Estados Unidos, ¿cuál debería ser el papel de los países periféricos en la re-regulación del sistema financiero?

–Los requerimientos de Basilea y las buenas prácticas recomendadas por el FMI están basados en el sistema bancario norteamericano, que ha demostrado ser insostenible. El Fondo tiene que cambiar las recomendaciones que brinda a los países. La idea de que un modelo en particular es el mejor para todos es errónea. Los países en desarrollo se tienen que dar cuenta de que no es un requerimiento adaptar sus mercados domésticos a los estándares internacionales para pertenecer al sistema comercial y financiero global. Importar regulaciones financieras no es una muy buena idea.

–¿Qué tipo de banca necesitan las economías periféricas?

–Todos los países avanzados tuvieron en alguna parte de su existencia el equivalente a un banco estatal que direccionó el financiamiento hacia el área que querían desarrollar. En Brasil, el Bndes presta de acuerdo a una estrategia de desarrollo. La entidad no corre el riesgo de default porque no tiene deudas. En cambio, en Argentina la ausencia de una estrategia nacional de desarrollo es uno de los problemas más grandes. Pueden ser los productores de soja más importantes del mundo, pero ese es un modelo muy peculiar de crecimiento. No se puede dejar que el mercado decida por sí solo dónde invertir. Tampoco alcanza con un tipo de cambio alto y competitivo, hace falta un plan estratégico de desarrollo.


Jane D’Arista

“Necesitamos que vuelvan los controles de capitales”, afirmó.

“Limitar la capacidad de apalancamiento”

Jane D’Arista es una de las académicas elegida para integrar la Comisión Pecora, un organismo oficial estadounidense encargado de investigar las causas de la crisis financiera para luego recomendar una serie de nuevas regulaciones, como sucedió en la década del ’30. En esta entrevista con Página/12, la directora de Programas del Centro de Mercados Financieros e investigadora del Political Economy Research Institute (PERI) aseguró que es necesario desarrollar un ente regulador internacional para controlar los mercados externos. Además, sostuvo que la desregulación financiera permitió que en 2008 hubiese una enorme fuga de capitales desde Europa hacia Estados Unidos para cubrir a especuladores que quedaron expuestos cuando estalló la crisis.

–¿Por qué fallaron las regulaciones?

–El problema no es que las regulaciones fallaron, sino que habían sido desmanteladas. La legislación de modernización de 1999 era totalmente laissez faire, cualquier entidad podía hacer cualquier cosa. Además está el asunto del apalancamiento. En 2004, el actual secretario del Tesoro, Henry Paulson, que era el economista en jefe de Goldman Sachs, fue a pedirle al ente regulador del mercado de valores (SEC) que eleve el límite de endeudamiento por cada dólar de capital de los bancos de inversión para poder competir con los europeos que tenían un límite mucho mayor. La SEC elevó el límite de 15 a 30 dólares. Cuando Bear Sterns cayó debía 30 dólares por cada dólar de capital. Los mercados globales se volvieron totalmente especulativos. Entre 2005 y 2008, los mercados externos crecieron de los 20.000 millones de dólares a 30.000 millones. Se convirtió en un sistema totalmente oscuro, sin transparencia.

–¿Cómo debería ser el nuevo sistema financiero?

–Debería ser más simple y actuar en relación con la concentración del sistema. Los activos de las tres instituciones más grandes eran 10 veces el PIB de Inglaterra. Eso es un indicador en sí mismo de cuán especulativo se había vuelto el sistema. El sistema ideal del futuro es mucho más pequeño. Hay que limitar la capacidad de apalancamiento, poner requerimientos marginales de capital sobres las acciones y los instrumentos respaldados con hipotecas, así podemos prevenir las burbujas especulativas. Los bancos no deberían poder operar para su propio beneficio. El sector financiero toma más préstamos que el sector productivo, que el gobierno y los privados. Queremos volver a un sistema de enterpreneurs y a un sistema fiduciario. Tenemos un sistema basado en el mercado. Hace 50 años los bancos comerciales de Estados Unidos tenían más del 65 por ciento de todo el crédito, ahora no superan el 33 por ciento, todo se desplazó al mercado de capitales.

–¿Qué lugar queda para las economías periféricas en el diseño de la nueva arquitectura financiera?

–Es cierto que la mayor parte de la discusión ha estado concentrada en los sistemas de las economías avanzadas. Hay que poner sobre la mesa una discusión seria sobre el rol de los mercados externos, hay que controlarlo. Necesitamos que vuelvan los controles de capitales. Pero esto no se discute porque toca los intereses de los grandes bancos.

–¿Es necesaria una autoridad financiera global?

–Sí. Pero esta autoridad no debe ser para los mercados nacionales, cada país debe desarrollar su propia estructura de acuerdo con sus necesidades, el mismo talle no le entra a todo el mundo, eso ha quedado claro. Lo que necesitamos es un organismo internacional que controle los mercados externos, principalmente el euromercado. Ahí es donde necesitamos la autoridad global, no sólo monitoreando y recopilando información como ya hace el Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés) sino también con poder de sanción, que actúe y advierta cuando una situación de arbitraje de tasas está erosionando la economía de un país.

–¿Quién debería ser el encargado de dirigir esa entidad?

–Debería ser una comisión rotativa que comprenda a un amplio grupo de países. Tiene que representar tanto la riqueza global como la población mundial. A mí me parecen necesarios los controles de capitales, pero estoy convencida de que también hay que ir a las fuentes, hay que desarrollar regulaciones que vayan al origen de los flujos especulativos para limitarlos y controlarlos. Algo así se hizo en el caso de Islandia cuando estaba al borde del desastre.

–Eso parece todavía más difícil que aplicar controles de capitales coherentes en las economías periféricas.

–Si el Comité encargado de regular los mercados externos es más representativo va a poder advertir que los flujos, por ejemplo, están destruyendo la economía turca, como de hecho hicieron, y podrá ponerle límites.

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