ECONOMíA › LAS NUEVAS MEDIDAS TRAEN UN JUBILEO DE DEUDAS Y DUDAS SOBRE EL FUTURO

Remes salta al vacío con el flotador

Después de superar el golpe de la Corte, Remes Lenicov anunció un día después del previsto las nuevas medidas.
Para vencer la resistencia del FMI, decidió ir a un mercado libre de cambio sin paquete financiero de respaldo. Dispuso una impresionante licuación de deudas empresarias con la pesificación 1 a 1.

 Por Julio Nudler

“No queremos inventar la pólvora”, aclaró Jorge Remes Lenicov en su apacible discurso de 42 minutos, dedicado a anunciar el paquete de decisiones con el que intenta trazar una raya divisoria entre la maldita herencia del corralito y la nueva economía que pretende lanzar. En todo momento quiso diferenciarse de los “períodos de locura” vividos en los últimos tiempos y los permanentes cambios en las normas, en clara alusión a la vertiginosa y caótica gestión de Domingo Cavallo. Sosegado hasta el exceso, a Remes no le cuesta demasiado tomar distancia del estruendoso cordobés, pero su mensaje tuvo sabor a poco. Aunque describió las grandes líneas del nuevo plan, muchos detalles fundamentales quedaron en la nebulosa, haciéndose evidente que buena parte de ellos recién empezarán a tomar forma esta mañana, cuando regrese al país Mario Blejer, presidente del Banco Central. A continuación, lo que ya se sabe sobre la economía que empieza hoy.
- Los depósitos en dólares serán convertidos a pesos a la paridad de 1,40. A partir de la pesificación, el monto se actualizará por un llamado Coeficiente de Estabilización de Referencia, basado (esta expresión es bastante ambigua) en los precios al consumidor (costo de vida del mes previo), más una tasa de interés “libremente pactada”, según la indicación oficial. En la práctica significa que la fijará cada banco y el depositante deberá aceptarla o, si llega a permitírsele, buscar una tasa mejor en otro banco. Los intereses serán liquidados mensualmente.
- En un mecanismo similar al Plan Bónex, aplicado doce años atrás, el titular de un plazo fijo no superior a 30 mil dólares que no quiera que se lo conviertan a pesos podrá optar por recibir el equivalente en títulos públicos dolarizados, con garantía del Tesoro. Afrontará en tal caso un plazo más prolongado de amortización, y además pasará a ser acreedor del Estado (no se aclara por qué) y no ya del banco, precisamente cuando aquél se encuentra en default. La renta que pagarán esos bonos sería del 2 por ciento anual. Según precisó Remes, ese tope de 30 mil dólares incluye al 93 por ciento de los depositantes. Dicho límite fue elegido porque es el del seguro de depósitos.
- Por su plazo fijo pesificado, el titular obtendrá certificados fraccionados y transferibles. Con ellos podrán adquirirse, en principio, sólo bienes registrables, como inmuebles, autos o motos, sin que el dinero salga del sistema bancario. Esto supone un retorno limitado a la versión inicial del corralito, luego rigidizado por Remes.
- Aunque un plazo fijo pase a pesos, se le mantendrá el cronograma de devolución establecido para los depósitos en dólares, que se extiende hasta el 2005.
- Todavía está en discusión si cada banco emitirá certificados transferibles por sus plazos fijos, o se montará un mecanismo común a toda la banca. En el primer caso, que por el momento parece el más probable, la aceptación de los certificados en la plaza variará según la imagen del banco emisor, dado que quien acepte vender un auto, por ejemplo, cobrándolo de esta manera, pasará a ocupar el lugar del depositante: ahora el plazo fijo será suyo, incluyendo el cronograma y toda la incertidumbre. Los operadores predicen que surgirá un mercado secundario de certificados, donde podrán venderse a descuento. Este variará según la calidad del banco en cuestión.
- Las cuentas sueldo zafan del corralito, pero sólo hasta el monto del salario. Vale decir que la libre disponibilidad de fondos no incluye al dinero acreditado en esas cuentas que no provenga de la retribución laboral. También podrán extraerse los saldos correspondientes a indemizaciones por despido o accidentes de trabajo, a jubilaciones y pensiones.
- La flexibilización del corralito abarca a los depósitos institucionales, denominación que distingue a los efectuados por obras sociales, aseguradoras, ART, AFJP, sociedades de garantía recíproca,etcétera. Esta apertura muy importante deberá ser reglamentada, pero supondría en principio la liberación de sumas significativas.
- Aumentarán las tarifas de los servicios públicos. La próxima semana comenzará a negociarse con las empresas privatizadas –favorecidas considerablemente por la licuación de pasivos– el traslado de la devaluación a sus cuadros tarifarios, incluyendo los peajes. En Economía achican el pánico afirmando que esa negociación llevará tiempo, con lo cual el tarifazo no sería inminente.
- No hubo mención alguna en los anuncios de Remes a los salarios, ni públicos ni privados. Es obvio que la idea oficial es que los sueldos, y también las jubilaciones, se mantengan en sus niveles nominales actuales, deteriorándose en términos reales por el aumento de precios que sobrevenga, y que ya se nota claramente en todos los bienes dependientes de la importación.
- Todas las deudas en dólares con el sistema financiero, de cualquier monto o naturaleza, se pesifican 1 a 1. A partir de esta conversión, el monto de esas obligaciones se ajustará por la inflación, del mismo modo explicado para los depósitos, pero en este caso la tasa de interés será regulada por el Banco Central. Se procura así evitar que los bancos se excedan con las tasas. Por otro lado, las cuotas de esos préstamos se mantendrán sin variantes durante los primeros seis meses.
- Remes negó que esta conversión constituya una licuación de deudas, pero es obvio que lo es, dado que la paridad 1 a 1 dejó de regir, y el peso vale hoy entre 50 y 70 centavos de dólares, aproximadamente, según el tipo de cambio que se tome. Por otro lado, el ministro se contradijo al afirmar que, al reconocérseles a los depositantes $ 1,40 por cada dólar, se les mantiene el poder adquisitivo de sus cuentas. Esto quiere decir que todo valor inferior representa una mengua en términos reales.
- En cuanto a las deudas privadas en dólares, también pasan a pesos 1 a 1, sin excepciones. Los contratos, que se pesificarán de igual suerte, quedarán luego indexados por precios. Con esto se abandona la idea de que los particulares negocien entre sí las nuevas condiciones.
- También la deuda del Estado con el sistema financiero se pesifica 1 a 1, pero en este caso voluntariamente, para evitar problemas legales. Esta conversión incluye a los fondos jubilatorios manejados por las AFJP. Todo lo que por ahora se sabe es que Economía buscará inducir a la banca, mediante algún aliciente, a que pesifique los préstamos garantizados, fruto del tramo local del último canje de la era Cavallo. El monto en juego ronda los 50 mil millones.
- El Estado les entregará a los bancos un bono, respaldado por el Tesoro, para compensarles por el desnivel que les provocará pesificar los créditos a un peso y los depósitos a 1,40. Ese bono será emitido en pesos, abandonándose así la intención de dolarizar los títulos que correspondiesen a préstamos otorgados por los bancos al sector privado.
- Retomando una idea enunciada a comienzos de diciembre por Cavallo pero no llevada a la práctica, Remes puntualizó que todo nuevo depósito que se efectúe en los bancos con fondos frescos –vale decir, no el pasaje de dinero de una entidad a otra– quedará al margen del corralito, por lo que estará plenamente disponible al vencimiento, si se trata de una imposición a plazo. La tasa de interés será libre, pero no se admitirá la indexación. Exactamente lo mismo regirá para los nuevos créditos. De esta manera, el equipo económico intenta diferenciar nítidamente entre el problema financiero heredado, que afecta al stock de depósitos y préstamos que cayeron en el cepo dos meses atrás, y el nuevo flujo de fondos que transite por los bancos. Sin embargo, cuesta imaginar que el público sienta renacer prontamente su confianza en las entidades financieras y en las normas oficiales, y deje de temer que una vez más le traben, licuen o confisquen su dinero. Si se produjese el milagro, los bancos podrían como mínimo recuperar los 18 mil millones que se les fueron en el 2001. En ese caso, la vida le sonreiría a Remes Lenicov e incluso a Eduardo Duhalde. Pero por de pronto, la dura realidad es la del feriado bancario.

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