ECONOMíA › BANQUEROS CENTRALES DE CUATRO PAíSES MARCARON DIFERENCIAS CON EL PERíODO NEOLIBERAL

Una mirada autónoma de la política económica

El cierre de las Jornadas Monetarias dejó expuesto el cambio de posición de los países en desarrollo en relación con el FMI y la comunidad financiera internacional. Se defendieron la acumulación de reservas y la aplicación de políticas heterodoxas.

 Por Cristian Carrillo

La última edición de las Jornadas Monetarias que organiza el Banco Central concluyó ayer con más coincidencias que diferencias, a pesar de que en su segundo día hubo mayor diversidad ideológica entre los disertantes. El cierre del encuentro estuvo a cargo de presidentes de los bancos centrales de Bolivia, Perú, India y México. La presidenta del BCRA, Mercedes Marcó del Pont, ofició de moderadora. La gran mayoría de las definiciones de los participantes fueron la expresión contraria de las políticas aplicadas por los mismos bancos centrales en el largo período neoliberal, dominado por el FMI y el Consenso de Washington. La necesidad de reformular el rol de los organismos monetarios fue una constante en los discursos. Sobre este consenso se discutió la necesidad de articular las herramientas monetarias con la política económica del gobierno central, una mayor regulación financiera y control a los flujos de capitales, entre otros temas.

El último panel estuvo dedicado a las estrategias y desafíos que impuso la crisis financiera internacional a los países en desarrollo. Los banqueros centrales expusieron en esa mesa sus experiencias. La posición común de los funcionarios fue que la actual situación mundial impone restricciones que hacen inviable la aplicación de recetas ortodoxas de política económica. “Debemos dejar de lado los conceptos que nos explicaron en la escuela sobre lo óptimo, y tenemos que hacer, de acuerdo con lo que nos impone el contexto”, argumentó el titular del Banco Central de Bolivia, Gabriel Loza Tellería. Consideró además que el escenario actual plantea la obligación de “hacer política en situación de crisis permanente”.

La economía boliviana es de baja integración internacional, lo cual le permitió esquivar los efectos de la crisis, algo que también ocurrió en la Argentina. Sin embargo, no quedaron exentos del todo, ya que recibieron el impacto por una caída en la oferta de commodities. “La crisis nos llegó por inflación asociada a alimentos y componentes de importación”, explicó el banquero. Actualmente Bolivia logró reducir el nivel de precios a tasas del 2 por ciento anual. “Utilizamos también política contracíclica, tal como en la Argentina, operando con programas monetarios y no con metas de inflación”, detalló Loza Tellería. También se utilizaron los encajes para direccionar los depósitos y el crédito.

Otro punto de contacto fue el stock de reservas. Cada uno presentaba el volumen de activos que tenían en las arcas de las entidades que presiden como en una competencia. Los participantes defendían la utilización de las reservas como una herramienta para equilibrar la economía. “Se busca la estabilidad de precios, cambiaria y crecimiento. La acumulación de reservas permite alcanzar esos objetivos, y para que tengamos credibilidad nos interesa la coordinación con el Gobierno, porque no puede estar descoordinada de las políticas económicas”, explicó.

El titular del Banco Central de Perú, Julio Velarde Flores, alertó sobre los riesgos que plantea la globalización financiera. “Hay un efecto positivo en muchas economías, pero para los emergentes introduce volatilidades”, explicó. El funcionario peruano definió así algunos requisitos que se deben tener en cuenta para “aprovechar mejor la globalización”. La principal que planteó es la posibilidad de contar con instituciones reguladoras y de control fuertes, que permiten disminuir las volatilidades de los países. El titular de la autoridad monetaria peruana apuntó que “es esencial contar con un bajo nivel de deuda y un balance adecuado de títulos en moneda local, como también desincentivar el descalce de monedas y mantener la tasa de inflación baja”.

Quien también planteó la necesidad de coordinar las políticas del Central con las del Ejecutivo nacional fue Duvvuri Subbarao, gobernador de la Reserva de India. “En la política cambiaria hay una postura general de intervenir para manejar disrupciones o excesos de volatilidad”, dijo el banquero indio. De todos modos, advirtió sobre los inconvenientes que conlleva intervenir en el mercado cambiario: “A veces uno genera más problemas tratando de solucionarlos”.

Subbarao se refirió también a los costos de implementar una nueva regulación financiera mundial, que se denominará Basilea III, y que podría contemplar mayores requisitos de capital para los bancos. “Hay muchos estudios para ver cuál es el costo de aplicar Basilea III. Este va a traducirse en un sacrificio para el crecimiento global en el corto plazo, pero eso va a recomponerse en el mediano”, señaló.

El subgobernador del Banco de México, José Sidaoui, expuso los alcances de la crisis en su economía. Ese país se vio seriamente perjudicado por la caída de la demanda externa. Más del 80 por ciento del destino de sus exportaciones se concentra en Estados Unidos y consiste en bienes durables. Además fue afectado por la caída del precio del petróleo, que representa el 40 por ciento del ingreso fiscal. A esto se sumaron la gripe A y la sequía. El Central mexicano redujo 400 puntos la tasa de interés interbancaria, vendió más de 16 mil millones de dólares en 2009 en la plaza cambiaria e instauró una ventanilla adicional para los bancos que requirieran liquidez. El banquero basó su experiencia para demostrar que “se necesita interconexión entre la política financiera y el sector real”.

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Mercedes Marcó del Pont, presidenta del BCRA, ofició como moderadora en la última jornada de debate, con un tono muy distinto al de los ’90.
Imagen: Sandra Cartasso
 
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