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Carta abierta a los diputados y senadores

 Por Alicia Castro *

Estimados Compañeros, Amigos y Amigas,

El pueblo argentino me confirió, como a vosotros, el alto honor de ser su representante durante dos mandatos como diputada nacional, entre los años 1997 y 2005. Fueron años difíciles y me honra hoy no haber votado nunca sin analizar el tema a tratar, jamás en contra de mis convicciones. Nuestras decisiones como parlamentarios influyen en el presente y en el porvenir, y por eso se hace imprescindible revisar nuestra historia a la hora de tomar decisiones. Se está discutiendo ahora el pago a los fondos buitre, un grupo de usureros que compró bonos a bajo precio para especular con intereses cuando tuvieran el viento a su favor. El dictamen de un juez de Nueva York premia esta indecente maniobra especulativa con una ganancia extraordinaria.

El dilema del presente es quién maneja el sistema financiero internacional: los estados soberanos o un grupo de usureros. Y ustedes tienen la palabra.

El Gobierno ha decidido pagarles a los buitres –aun más de lo que piden– y para ello endeudar indefinidamente a nuestro pueblo. Para emitir un voto a conciencia, los legisladores pueden observar el derrumbe económico de Grecia o España, pero sólo tienen que recordar las consecuencias del ciclo de endeudamiento en el año 2001: los sucesivos canjes, blindajes y megacanjes que también se presentaron entonces como urgentes y beneficiosos para “entrar en el mundo” y terminaron con la crisis política, económica y social más grande de la historia argentina.

Para hacer un aporte constructivo, transcribo aquí el discurso que pronuncié en la Honorable Cámara de Diputados en la sesión del 9 de mayo de 2002, durante el tratamiento de la reforma de la Ley de Quiebras que exigía el Fondo Monetario Internacional. Hoy resulta pertinente para ilustrar los múltiples condicionamientos que acompañan al endeudamiento externo.

Después del discurso, saqué la bandera de los Estados Unidos y la llevé al estrado, para indicar la pertenencia de quienes votaran a favor de las maniobras especulativas generadas en ese centro de poder político y financiero, que afligieron y empobrecerán inexorablemente a nuestro pueblo. A menos que ustedes, que han juramentado honrar y servir a la Patria, sepan impedirlo a tiempo.

Fraternalmente, Alicia Castro

Versión taquigráfica, sesión del 9 de mayo 2002

El tratamiento del proyecto de ley que hoy nos ocupa es resultado de la urgencia que exhibe el gobierno por alcanzar un acuerdo con el FMI, que rescataría a la Argentina de su crisis económica, política y social, la más profunda de su historia.

Tanto aquí como por los medios de prensa nacionales e internacionales se ha argumentado que sin el acuerdo no será posible restablecer el funcionamiento económico. Y recordemos que desde este Parlamento y desde el gobierno que salió en helicóptero se dijeron cosas similares respecto de los sucesivos blindajes y megacanjes que hemos firmado.

En la actual crisis argentina podemos advertir una ofensiva de los agentes financieros nacionales e internacionales con vistas a consolidar su poder y transferir ingresos a su favor. El sector financiero mundial, comandado por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos e integrado por el Fondo Monetario y los grandes bancos nacionales y trasnacionales, es el que maneja la economía de muchos países, entre ellos la nuestra.

Ese sector constituye un conglomerado muy poderoso en el que se mezclan toda clase de negocios, que van desde los intereses usurarios hasta el lavado de dinero proveniente de las coimas y del narcotráfico.

Creo que vale la pena que analicemos cuáles son los sectores que están en pugna. La pugna no es entre bancos y empresas norteamericanas contra sus homólogos nacionales, si existieran. La pugna es entre el sector financiero nacional e internacional contra el sector productivo, que también integran los trabajadores y los consumidores. El sector financiero pretende la desaparición de la intervención del Banco Central para regular la cotización del dólar, cuyo nivel nos tiene sumidos en esta brutal hiperdevaluación. Es evidente que cuando más suba el dólar, mas baratos resultan los activos de la Argentina para los capitales “buitre”.

Pero esta historia tampoco termina con las medidas económicas y financieras, porque el Fondo está cebado y alentado por la docilidad de los funcionarios, gobernantes y legisladores argentinos, y no quieren mandar solamente en la economía sino también en nuestra política.

Dos reuniones atrás sostuve que los Estados Unidos usan al Fondo Monetario como un vehículo para obtener sus fines políticos. Las organizaciones financieras internacionales no son neutrales. De hecho, están casi directamente vinculadas a los intereses de grandes grupos de capitales, operan como si fueran sus negociantes y son abiertamente portadores de sus reivindicaciones en la discusión con los países.

Quisiera aclarar esto es muy importante que sea conocido por los ciudadanos que el hipotético desembolso del FMI y los créditos que puedan otorgar el Banco Mundial y el BID sólo van a alcanzar para pagar a esos mismos organismos la deuda que hemos contraído con ellos. Es decir que ni una moneda de los nuevos créditos irán a la economía real de la Argentina.

La situación es dramática, porque hace casi cuatro años que estamos en una etapa de depresión y se insiste con el ajuste. Muchas veces he querido preguntar a mis colegas por qué cuesta tanto entender que las mismas medidas van a tener las mismas consecuencias.

Parece que nadie en el gobierno ni tampoco en este Parlamento se diera cuenta que de una recesión o, peor aún, de una depresión tan sólo se sale con reactivación, y para reactivar es indispensable que la población tenga poder de compra. Los planes del FMI, asimilados por el gobierno nacional y por el establishment, simplemente, no sirven. Por todo esto, con humildad pero con firmeza, me atrevo a compartir un interrogante con mis colegas. ¿A quién está representando hoy este Parlamento? ¿Al pueblo soberano o a los intereses de los sectores de especulación y negocios de los Estados Unidos, representados por el FMI?

Es imprescindible y también urgente que el Parlamento tome una definición y se dé una respuesta. Para referirme precisamente a estas cuestiones solicito autorización para leer brevemente una cita de Evita. Creo que sus palabras resultarán muy ilustrativas y, como siempre, actuales.

Decía Evita: “Es hora de decir la verdad, cueste lo que cueste, caiga quien caiga. Existen en el mundo naciones explotadoras y naciones explotadas. Yo no diría nada si se tratase solamente de naciones, pero es que detrás de cada nación que someten los imperialismos hay un pueblo de esclavos, de hombres y mujeres explotados. A nuestro pueblo le ha tocado la desgracia del imperialismo capitalista, yo lo he visto de cerca en sus miserias y en sus crímenes. Pero más abominable aún que los imperialistas son los hombres de las oligarquías nacionales que se entregan vendiendo y a veces regalando por monedas o por sonrisas la felicidad de sus pueblos. Yo los he conocido también de cerca. Frente a los imperialismos no sentí otra cosa que la indignación del odio, pero frente a los entregadores de sus pueblos, a ella sumé la infinita indignación de mi desprecio. Muchas veces los he oído disculparse ante mi agresividad irónica y mordaz: ‘No podemos hacer nada’, los he oído decir muchas veces en todos los tonos de la mentira. Mentira, mil veces mentira. Hay una sola cosa invencible en la tierra: la voluntad de los pueblos. No hay ningún pueblo de la tierra que no pueda ser justo, libre y soberano. ‘No podemos hacer nada’, es lo que dicen todos los gobiernos cobardes de las naciones sometidas. No lo dicen por convencimiento sino por conveniencias”.

Si la mayoría de este Congreso va a sancionar las leyes que promueven la impunidad y el saqueo que solicita el Fondo Monetario; si van a entregar la soberanía política como entregaron la soberanía económica; si van a entregar la soberanía jurídica; si van a seguir entregando la decisión del pueblo al que debería representar este Parlamento; si el Congreso va a limitarse al triste papel de ser la escribanía de las decisiones que tomen los poderosos grupos financieros y económicos de los Estados Unidos representados por el Fondo; en suma, si esto va a seguir siendo así, yo sugiero que los que sean responsables sean también más sinceros, arríen la bandera nacional y procedan a seguir legislando bajo esta otra bandera. (Aplausos.)

* La diputada Castro exhibió desde su banca la bandera de Estados Unidos y la llevó al estrado de la presidencia de la Cámara.

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