ECONOMíA › QUE SIGNIFICAN LAS ULTIMAS SEÑALES ENVIADAS DESDE WASHINGTON

Un plan cada vez más lejos del Fondo

La decisión de ayer del directorio del Fondo, junto con las declaraciones de Koehler, confirman dos cosas. Por un lado, que el FMI no tiene intenciones de dejar caer en default a Argentina con los organismos internacionales. Por el otro, que no existe ninguna predisposición ni en el staff de técnicos ni en el directorio del Fondo para firmar un acuerdo más amplio. Así, la administración Duhalde tendría que conformarse con un “acuerdo en cuotas”; es decir, que el Fondo vaya prorrogando de acá a fin de año uno a uno los pagos que debería hacer el Gobierno.
Esta impresión ya es considerada un hecho para varios funcionarios del equipo económico. Un problema de esa estrategia es que deja al gobierno de Duhalde en una situación de incertidumbre permanente, desgastándose por un acuerdo que nunca llega y con los vencimientos de los organismos internacionales en el horizonte, gatillando toda clase de rumores a medida que se acerca el día D. Pero, además, existe un escollo insalvable hacia noviembre, porque entonces vencen más de 800 millones de dólares del Banco Mundial que, por estatuto, no pueden ser refinanciados a menos que el gobierno haya cerrado un acuerdo previo con el FMI. Algo similar ocurre con el Banco Interamericano de Desarrollo. Hasta fin de año, Argentina debería pagar a ambos organismos unos 2000 millones de dólares.
Al respecto, Lavagna ya dio la señal a los embajadores del Grupo de los 7 –países que detentan la mayoría accionaria en el Fondo– que no está dispuesto a pagar esos vencimientos con las reservas del Banco Central y que, entonces, no acordar con Argentina tendría costos para todos. El motivo es que el default de Argentina podría golpear duramente la situación del Banco Mundial y del BID, cuyas calificaciones crediticias podrían ser rebajadas. Esta es hoy la única carta con que cuenta el ministro para presionar por un acuerdo.
Sea como fuere, el Banco Central, por indicación de Lavagna, seguirá reforzando hoy las medidas de controles de capitales, cerrando todas las posibles vías de salida de dólares del país. Esta política va en sentido contrario al reclamo de liberalizar la cuenta de capitales, efectuado expresamente por el Fondo. Sin embargo, Lavagna está convencido de que, sin acuerdo con el Fondo, no hay otro camino que el seguido por Malasia, después de la crisis del ‘97 en el sudeste asiático. La idea es que, sin un plan avalado por Washington, no ingresarán nuevos flujos de capital financiero al país, al menos hasta que la economía empiece a crecer y reaparezcan negocios rentables y confiables. Y, en cambio, se acelerará la fuga de capitales, siempre que esté permitido girar dólares al exterior. Así, la única fuente de ingreso de divisas al país serán las exportaciones. Y el ministro quiere que el Central se ocupe de cuidar al máximo que esos dólares se queden en el país, para que la cotización no se dispare.

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