EL MUNDO › PREMIARON A JIMMY CARTER, EX PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS

Nobel de la Paz para el anti Bush

El Comité Nobel otorgó ayer su premio anual a Jimmy Carter, ex presidente de EE.UU. y frecuente crítico de la política norteamericana. Inusualmente, el presidente del Comité señaló que el premio era contra la política de Bush. Y Carter dijo que no hubiera votado una resolución del Congreso contra Irak.

Por Enric González
Desde Washington

Fue un presidente desafortunado en unos años, de 1977 a 1981, de crisis profunda en Estados Unidos. Desde que abandonó la Casa Blanca, sin embargo, su prestigio no ha dejado de crecer. Jimmy Carter ha obtenido el Premio Nobel de la Paz por su “vital contribución” al acuerdo de Camp David entre Egipto e Israel (1978), por “sus esfuerzos para resolver conflictos en varios continentes” y por su trabajo, ya como ex presidente, a favor de los derechos humanos. El presidente del comité que concedió el premio, Gunnar Berge, dijo que el reconocimiento a la figura de Carter debía interpretarse como “una crítica a la actual administración” de Estados Unidos.
El demócrata Jimmy Carter, de 78 años, dijo sentirse “muy agradecido” y atribuyó todo el mérito a la fundación por la paz que él y su mujer Rosalynn fundaron en Atlanta (Georgia) tras dejar la Casa Blanca. “Creo que el comité del Nobel ha reconocido que el Centro Carter ha realizado una maravillosa contribución al mundo en los pasados 20 años”, declaró. Interrogado sobre la sesión voto en que el Senado norteamericano autorizó ayer a George W. Bush al empleo de la fuerza contra Irak, Carter declaró: “Yo habría votado no”. El ex presidente sostuvo que las inspecciones y el desarme de Irak eran necesarios, pero que debían realizarse bajo la égida de las Naciones Unidas. La oposición de Carter a toda acción unilateral y a la nueva doctrina estratégica de Bush, basada en los ataques preventivos, era bien conocida por diversos artículos publicados recientemente.
Gunnar Berge, presidente del Comité Nobel de Oslo, declaró que el Nobel de Carter, en la edición con más candidatos, 156, algunos tan significados y controvertidos como el ex alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, y el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, constituía “una crítica a la actual administración” estadounidense y “una patada a todos los que siguen la misma línea que Estados Unidos”. Otros miembros del comité se distanciaron de las afirmaciones de Berge y dijeron que se trataba de “interpretaciones personales” que no habían formado parte de las deliberaciones previas a la concesión del premio. De todos modos, el comunicado del comité reconocía de forma indirecta su rechazo a Bush: “En una situación marcada por las amenazas de uso de la fuerza, Carter se caracteriza por defender el principio de que los conflictos deben resolverse, siempre que sea posible, con mediaciones, cooperación basada en la ley internacional, respeto a los derechos humanos y ayuda al desarrollo”.
Carter recibió la llamada desde Oslo a las 4.30 de la mañana, hora local, cuando ya estaba a punto de levantarse. En las elecciones de noviembre de 1976 derrotó al republicano Gerald Ford porque encarnaba la honestidad en una era marcada por el escándalo del Watergate: era madrugador, honrado, un cultivador de maníes que había alcanzado el puesto de gobernador de Georgia sin implicarse en las luchas políticas de Washington. Su mandato, sin embargo, resultó un fracaso. El éxito de los acuerdos de Camp David, por los que el egipcio Anuar el Sadat y el israelí Menajem Begin recibieron el Nobel de la Paz, quedó eclipsado por la alta inflación, el racionamiento de la gasolina y la larguísima crisis, 444 días, de los ciudadanos estadounidenses tomados como rehenes por el Irán del ayatolá Jomeini. Cuando intentó ganar la reelección, el republicano Ronald Reagan lo derrotó con claridad.
“Al dejar Washington me di cuenta de que era un hombre joven y me quedaban unos 25 años de vida activa –explicó ayer el ex presidente–. Por eso mi esposa y yo creamos el Centro Carter, para capitalizar miinfluencia como ex presidente de la mayor nación del planeta y tratar de llenar un vacío”.
El “vacío” al que se refería Carter estaba relacionado con la paz, y lo llevó a Asia para desactivar las tensiones nucleares entre las dos Coreas, a Centroamérica para evitar que Estados Unidos invadiera Haití o para luchar contra el embargo a Cuba, a Europa para oponerse a las guerras balcánicas y a Africa para supervisar varios procesos electorales.
“Mi concepto de los derechos humanos –declaró ayer Carter– se ha expandido para incluir no sólo el derecho a vivir en paz, sino también el derecho a la atención sanitaria, al alojamiento digno, a la comida y a la igualdad de oportunidades. Espero –siguió– que el Premio Nobel refleje la aceptación universal de mi concepto amplio de los derechos humanos”.

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Jimmy Carter besa ayer a su esposa Rosalynn tras una rueda de prensa en Plains, Georgia.
 
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