EL MUNDO › NUEVO DESAFIO TERRORISTA DESDE UN OASIS DEL TURISMO OCCIDENTAL

Vuelve Al-Qaida, vuelve la masacre

Jemaah Islamiyah, una organización extremista local afiliada a la red Al-Qaida de Osama bin Laden, es la principal sospechosa del atentado contra la isla turística indonesia de Bali, en que hasta anoche habían muerto 187 personas, la mayoría de ellos australianos. Hay más de 300 heridos, 90 de ellos graves, y el número de víctimas fatales puede aumentar con el paso de las horas.

Por John Aglionby y
Ewen MacAskill
Desde Bali y Londres

El espectro del terrorismo internacional ha vuelto con una venganza en el ataque contra el balneario de Bali que dejó al menos 187 muertos y más de 300 heridos. La mayoría de los muertos por las dos bombas que destruyeron la disco de Sari en Playa Kuta son australianos. La lista de muertos incluye a balineses, alemanes, británicos, franceses y suecos. Los hospitales estaban luchando para poder manejar el enorme número de víctimas. Anoche sólo habían sido identificados 29 cadáveres.
La enormidad del ataque del sábado por la noche, la mayor atrocidad desde la tragedia del World Trade Center el 11 de septiembre, puede poner presión sobre la administración estadounidense para que revise su estrategia en su guerra antiterrorista global. El foco del presidente George W. Bush en los últimos meses se ha concentrado en Irak, en lugar de hacerlo en la persecución de la red Al-Qaida de Osama bin Laden. Bush llamó ayer a la comunidad internacional a enfrentar a “esta amenaza global, el terrorismo”. Haciéndole eco, Tony Blair dijo que estaba horrorizado por “este repugnante acto terrorista”. La mayoría de los líderes mundiales condenaron el ataque, aunque algunos se abstuvieron de señalar a posibles responsables.
La carnicería en Playa Kuta marca la culminación de una semana en que hubo un aparente resurgimiento en las actividades de fuerzas antioccidentales, incluyendo lo que se sospecha que fue un atentado terrorista contra un superpetrolero francés cerca de Yemen y un tiroteo en que un soldado estadounidense fue muerto en Kuwait. Cuatro agentes del FBI arribaron a Bali para ayudar a la policía indonesia con la investigación. Australia estaba enviando investigadores y Gran Bretaña ofreció proveer expertos forenses y especialistas en antiterrorismo.
Servicios de inteligencia de Estados Unidos y Gran Bretaña han estado advirtiendo por meses que Al-Qaida o alguno de los grupos vinculados a ella atacarían de nuevo. En las últimas semanas, la embajada estadounidense en Indonesia emitió una advertencia específica de que era inminente un ataque “creíble”. Nadie asumió la responsabilidad por el ataque de Bali, pero el principal sospechoso es el grupo islamista Jemmah Islamiyah, que ha consumado atentados en muchos lugares del Sudeste Asiático, aunque nada que haya estado ni remotamente en esta escala. El grupo está vinculado a la red Al-Qaida.
Ralph Boyce, embajador estadounidense en Indonesia, dijo que evidencias de las últimas semanas habían confirmado sospechas de hace meses de que Al-Qaida estaba presente en Indonesia y había hecho contactos con extremistas locales. Casi simultáneamente con las dos bombas en Playa Kuta, una tercera bomba estalló cerca del Consulado de Estados Unidos en la cercana Denpassar, capital de Bali, Jemaah Islamiyah, que favorece la creación de Estados islámicos a través de todo el Sudeste Asiático, ha concentrado sus ataques en clubes nocturnos y otras instalaciones a las que ve como representativas de la envilecedora cultura occidental. Bali, que es predominantemente hindú, puede haber sido considerado un blanco de primer nivel por su conducta tolerante en relación con los turistas, especialmente en Playa Kuta, donde es usual tomar sol en topless. Se trata de un destino de vacaciones muy popular entre los australianos. El primer ministro australiano John Howard presionó ayer en conferencia de prensa a la presidenta indonesia Megawati Sukarnoputri para que enfrente a los extremistas islámicos en Indonesia, a los que describió como un problema de largo plazo. Las relaciones entre Australia e Indonesia han sido frías desde que la ex colonia portuguesa de Timor Oriental se secesionó del país archipiélago, gracias a la intervención de una fuerza de paz internacional liderada por Australia. La tarea reclamada por Howard es riesgosa para Megawati, que encabeza un gobierno de coalición en un país donde los grupos islamistas disponen deconsiderable apoyo. Megawati visitó ayer la escena del ataque y prometió encontrar a los responsables.
El Departamento de Estado norteamericano exhortó a los estadounidenses a abandonar Indonesia, y ordenó la salida de todo su personal diplomático no esencial. Al mismo tiempo, el Foreign Office recomendó a los británicos que no vayan a Indonesia. Pero el gobierno indonesio insistió que los turistas y otros extranjeros serían debidamente protegidos.

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Así quedó la discoteca Sari, en Playa Kuta, después de la explosión de los dos coches-bomba.
Cuatro agentes del FBI arribaron ayer a Bali para ayudar a la policía indonesia con la investigación.
 
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