EL MUNDO › UN CERCO POLICIAL IMPIDE LA ENTRADA A HONDURAS DEL PRESIDENTE

Zelaya acampa en la frontera

El presidente legítimo levantó ayer campamento a pasos de la frontera hondureña y prometió quedarse todo el fin de semana a la espera de una respuesta de los militares que lo derrocaron hace un mes. Asesinan a otro manifestante.

Una, dos, tres y todas las veces que sean necesarias. Manuel Zelaya levantó ayer campamento a pasos de la frontera hondureña y prometió quedarse todo el fin de semana a la espera de una respuesta de los militares que lo derrocaron hace un mes. “Están ante el presidente de la República electo por la voluntad popular, nunca vamos a aceptar un presidente que lo pongan los militares”, gritó el mandatario del sombrero texano, como si estuviera celebrando por adelantado una victoria que siempre se le escapa de entre los dedos. El optimismo de Zelaya tampoco logró perforar el cordón de tres mil policías y soldados armados para la guerra que protegía ayer la entrada a Honduras. De ese lado de la frontera, la resistencia popular sumaba una nueva víctima. Ayer por la mañana un grupo de zelayistas encontró el cuerpo de Pedro Magdiel Muñoz, un joven de 23 años, en un terreno baldío, cerca de un retén militar, en la ruta a la frontera. El cadáver tenía señales de tortura y múltiples heridas de arma blanca.

Después de una espera de más de 24 horas, Zelaya recibió ayer el primer gesto de la dictadura y del general Romeo Vásquez, el militar que lideró el golpe de Estado que lo derrocó. Le ofrecieron trasportar a su esposa, Xiomara Castro, y al resto de su familia vía aérea a Nicaragua. “Le hemos explicado a ella lo peligroso que es moverse por la vía terrestre, y por lo tanto al mismo tiempo le hemos ofrecido a través de los comandantes la facilidad de que la podemos enviar vía aérea a Nicaragua, donde está su esposo”, explicó el comandante de las Fuerzas Armadas hondureñas en una entrevista con la cadena CNN. El general se mostró más moderado que en otras apariciones públicas posteriores al golpe y repitió sin cesar que ellos sólo obedecen órdenes. “Somos soldados, no asesinos”, aseguró, para explicar por qué los militares se mantuvieron firmes en la frontera cuando Zelaya pisó por unos minutos el suelo hondureño el viernes.

La oferta es una ofrenda de paz, pero parece haber llegado demasiado tarde. Desde la ruta, donde espera hace más de un día en un retén militar, a 25 kilómetros de la frontera, la primera dama rechazó la propuesta de la dictadura. “Por qué me van a sacar a mí de mi país. Yo lo único que estoy pidiendo es que me permitan llegar a la frontera; no estoy pidiendo abandonar el país, porque no somos cobardes. Vamos a seguir aquí”, se plantó la mujer de 59 años, que en las últimas dos semanas tomó el lugar de su esposo al frente de las protestas contra la dictadura dentro de Honduras.

La oferta de la dictadura se diluyó en el clima de bronca y frustración que dejó el cádaver golpeado y cortajeado de un manifestante. El joven que apareció muerto ayer, Muñoz, había venido desde Tegucigalpa hasta El Paraíso, la ciudad fronteriza con Nicaragua que en las últimas horas se convirtió en la meca de los zelayistas. Según denunció Radio Globo, prácticamente el único medio hondureño que está cubriendo la situación en la frontera, el joven había sido detenido por la policía el día anterior y desde entonces nadie lo había vuelto a ver. Oficialmente la Policía se desligó del tema, pero un funcionario de la institución habló con los medios internacionales de forma anónima y confirmó la detención de Muñoz, aunque aclaró que lo habían arrestado por estar fumando marihuana, no por manifestarse en la ruta. De todas formas, agregó la fuente, lo habían liberado a la noche.

La explicación quedó demasiado corta para los zelayistas, que ayer presentaban el cuerpo del joven como un nuevo mártir de la resistencia popular contra la dictadura dirigida por Roberto Micheletti y el general Vázquez. Hace tres semanas otro joven hondureño había muerto de un balazo por reclamar la vuelta de Zelaya frente al aeropuerto de Tegucigalpa.

Esa es la única víctima reconocida oficialmente por el gobierno de facto. Pero el saldo es mucho mayor a casi un mes del golpe de Estado. Según el informe que publicó ayer una misión internacional de organizaciones de derechos humanos, ya hay seis muertes confirmadas (siete con la de ayer), dos desapariciones forzadas, 1275 detenciones durante los toques de queda y 20 detenciones arbitrarias de ciudadanos extranjeros. “La misión constató la existencia de violaciones graves y sistemáticas a los derechos humanos”, concluyó el informe.

Y las perspectivas empeoran con el pasar de las horas. La dictadura endureció aún más la vigilancia en la frontera. Envió más tropas y extendió el toque de queda hasta el domingo a las 6 de la madrugada (hora local), algo inédito en lo que va del régimen de facto, que siempre dictaba el toque de queda durante la noche o la tarde y lo levantaba la mañana siguiente.

Pero cuando más aprietan los golpistas, más se envalentonan los zelayistas. “Vamos a estar aquí el tiempo que Mel diga. Estamos firmes”, dijo, totalmente convencida, Rosa Amanda Olivas. No le importa el cansancio después de siete horas de caminata ni tener barro hasta las rodillas. Olivas, como cientos de hondureños, no se desanimó ayer, y siguió avanzando hacia la frontera por los cerros.

“Ahora dicen que también los soldados están en la montañas, ya cerca de Las Manos; no sé cómo vamos a hacer pero vamos a llegar con mi esposa y mi hija (de 21 años)”, contó José Rafael Reyes, un médico que no bien terminó su turno en el Hospital Escuela en la capital emprendió viaje hacia la frontera. Según informaba ayer Radio Globo, los militares y la Policía ya instalaron 18 retenes militares a lo largo de los cien kilómetros que separan Tegucigalpa de Las Manos.

Más retenes, toques de queda indefinidos, detenciones, un muerto. Los golpistas hondureños siguen subiendo la apuesta, mientras el gobierno de Estados Unidos se aferra a un diálogo cada vez más imposible.

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Imagen: AFP
 
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