EL MUNDO › AL DíA SIGUIENTE DEL GESTO UNILATERAL DE LA GUERRILLA

El ejército ataca un campamento de las FARC

Un día después de que las FARC liberaran a su rehén más antiguo, las fuerzas militares y la policía colombiana bombardearon un campamento del grupo insurgente cerca de la ciudad de Ibagué, 210 kilómetros al oeste de Bogotá. Según los comunicados oficiales, siete guerrilleros murieron, entre ellos el jefe que estaba al mando de esos campamentos, alias Enrique. La noticia se conoció casi al mismo tiempo que la comunidad internacional celebraba la liberación de Pablo Emilio Moncayo y llamaba al gobierno colombiano y a las FARC a avanzar hacia un proceso de paz. Al cierre de esta edición, el presidente Alvaro Uribe no había contestado, pero sus jefes militares y policiales seguían celebrando una “nueva victoria”.

El momento elegido para el ataque no fue azaroso. Los últimos días el gobierno de Uribe había aceptado suspender los operativos militares contra las FARC para no entorpecer la entrega de los secuestrados, el primero el sábado y el segundo, Moncayo, el lunes. Hoy el gobierno volverá a suspender sus ataques para que una comisión humanitaria pueda entrar a la selva a la altura del Departamento de Meta, y recuperar así los restos del mayor Julián Guevara, secuestrado en noviembre de 1998. Según el relato de un ex rehén liberado en 2008, el sargento John Jairo Durán Turbay, el mayor se enfermó y dejó de comer; la guerrilla no hizo nada. A finales de febrero de 2006, a los 41 años y después de estar ocho años en cautiverio en la selva, Guevara murió.

La madre del mayor irá a buscar hoy los restos de su hijo para poder verlos y despedirse, antes de que pasen a manos de la Fiscalía Nacional para hacer una identificación oficial. El comisionado colombiano para la Paz, Frank Pearl, confirmó ayer que delegados del Comité Internacional de la Cruz Roja, de la Iglesia Católica colombiana y del grupo Colombianos por la Paz participarán de la comitiva humanitaria.

Con ese operativo se completaría la promesa de las FARC, que se había comprometido a entregar dos rehenes y los restos de Guevara. Para la guerrilla el próximo paso sería negociar un intercambio humanitario con el gobierno colombiano, los restos de los militares secuestrados a cambio de los guerrilleros que el Estado mantiene presos en las cárceles de máxima seguridad.

Pero el presidente Uribe ha repetido varias veces que no negociará con las FARC, aun cuando la comunidad lo reclama al unísono. Ayer las Naciones Unidas, la OEA, la Unión Europea y Brasil se declararon a favor de un acuerdo entre el gobierno sudamericano y la guerrilla, que sirva no sólo para liberar a los secuestrados que aún quedan en la selva, sino también para pacificar el convulsionado país andino, que vive en guerra hace más de medio siglo. “Colombia podría dar una contribución mucho mayor al continente si alcanzáramos una solución de paz”, sugirió el asesor del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, Marco Aurelio García.

Mientras la región y el mundo reclamaban paz, Moncayo disfrutaba su primer día de libertad rodeado de su familia. “Fue demasiado emocionante. Al abrir los ojos esta mañana sentí que hablaba con su mami, estaban mirando fotos, cuchicheando”, contó, intentando contener las lágrimas, su padre, Gustavo Moncayo. Según relató, su hijo está ávido de recuperar el tiempo. Conoció a su hermanita de cinco años y ya se está poniendo al día con la nueva tecnología. Sus padres le regalaron una cámara de fotos digital para que disfrute su nueva vida. En el Ejército le avisaron que le guardaron las vacaciones de los últimos doce años.

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Pablo Emilio Moncayo conoció a su hermana, de cinco años.
Imagen: EFE
 
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