EL MUNDO › EL MINISTRO DE TRABAJO DE SARKOZY APARECE INVOLUCRADO EN UNA TRAMA HOLLYWOODENSE DE CORRUPCIóN

El caso L’Oréal complica al gobierno francés

El tema irrumpió como una bomba en el centro del sistema político francés arrastrando en su onda expansiva a un ministro clave, Eric Woerth, el encargado de llevar a cabo la impopular reforma del sistema de pensiones francés.

 Por Eduardo Febbro

Desde París

Sólo faltaba una trama hollywoodense para sumarse al frente de descontento que alcanza al gobierno de Nicolas Sarkozy. La trama se desplegó desde el fondo de una historia ajena a la política e irrumpió como una bomba en el centro del sistema político francés arrastrando en su onda expansiva a uno de los ministros clave del Ejecutivo, Eric Woerth, el titular de la cartera de Trabajo y encargado de llevar a cabo la impopular reforma del sistema de pensiones francés. Woerth está bajo la sólida sospecha de haber favorecido a una de las mujeres más ricas de Francia, la anciana Liliane Bettencourt, heredera de la fortuna del fundador de la multinacional L’Oréal, cuando éste era ministro de Presupuesto. El caos alcanzó las puertas de su ministerio a raíz de un conflicto en el seno de la familia Bettencourt. Sus protagonistas de primer plano son la heredera de L’Oréal, una de sus hijas, Françoise Bettencourt-Meyers, un dandy fotógrafo, François-Marie Banier, y la esposa del ministro, Florence Woerth.

Nadie hubiese concebido un argumento tan azaroso y enredado. La historia se origina en un regalo sobrenatural que la señora Liliane Bettencourt le hizo al fotógrafo. François-Marie Banier obtuvo de la señora Bettencourt el obsequio de unos mil millones de euros (1200 millones de dólares). La hija de Bettencourt acusa al fotógrafo de haberse abusado de la edad de su madre –86 años– para conseguir esa suma irreal. Banier tiene un pasado de relaciones fructíferas con mujeres más ricas y maduras que él. Entre obras de arte, dinero en efectivo, seguros de vida y otros valores Liliane Bettencourt puso en las manos de Banier 993 millones de euros. La hija de la heredera de L’Oréal asegura que el fotógrafo se aprovechó de la senilidad de su madre. Los informes médicos y las confidencias de los empleados de la señora Bettencourt validan esa acusación. Sin embargo, Liliane Bettencourt no ha aceptado que se le hagan nuevos exámenes médicos y, además, presentó otros informes médicos que dicen lo contrario de lo que su hija quiere demostrar. “Mi querida mamá (...) no tengo más elección que solicitar del juez tu protección”, reza la carta que la hija le envió a su madre hace unas semanas.

Nada hubiese traspuesto la frontera de la política sin la intervención de los mayordomos de la heredera. Estos, al parecer a pedido de la hija y en previsión del proceso contra el fotógrafo, grabaron todas las conversaciones telefónicas de la señora Bettencourt. Y en esas bandas, hoy transcriptas y públicas, aparecen el nombre del ministro y de su esposa. Las grabaciones clandestinas entre Bettencourt y sus asesores revelan detalles sabrosos sobre los montajes financieros realizados para evadir impuestos en Francia, la apertura de cuentas bancarias en paraísos fiscales, la intervención de la presidencia francesa en los procedimientos judiciales y los vínculos más que dudosos entre la señora Bettencourt, el ministro Woerth y su esposa. Los ingredientes de esta saga son increíbles: por ejemplo, en momentos en que Eric Woerth era ministro de Presupuesto –mayo de 2007 y marzo de 2010– la esposa del ministro, Florence Woerth, trabajaba como gestora de la fortuna de Liliane Bettencourt.

La prensa y los analistas se preguntan cómo hará Eric Woerth para mantenerse en su cargo cuando no hay día que pase sin que una nueva revelación venga a espesar más la trama de este caso tan francés de favoritismo y protección entre las elites. Por ahora, Nicolas Sarkozy ha defendido a su ministro, que es además el tesorero de la gobernante UMP. Los socialistas acusan a Woerth de “conflicto de intereses” mientras que la derecha saca el escudo acusando a los medios y a la izquierda de llevar a cabo “una cacería humana vergonzosa”.

Este guión hollywoodense es el último de una serie de escándalos del mismo corte que han ido debilitando a Nicolas Sarkozy. Un ministro se hizo pagar por el Estado 14 mil dólares de cigarros de La Habana, otro usó su vivienda de función para su familia, un tercero gasta sumas enormes en los hoteles y un cuarto consiguió un permiso de construcción ilegal y muchos otros perciben extraños salarios dobles. El 56 por ciento de los franceses considera que el escándalo de Woerth es grave, pero Sarkozy mantiene el rumbo y paga en los sondeos su persistencia: con 26 por ciento de opiniones favorables, la historia de la millonaria, el dandy y el ministro está consumiendo muchos cartuchos con los que Sarkozy pensaba combatir a sus adversarios en las elecciones presidenciales de 2012. Les ha, sobre todo, regalado un amplio territorio de legitimidad a sus críticas.

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El escritor y fotógrafo François-Marie Banier, acusado de estafar a la heredera de L’Oréal.
 
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