EL MUNDO › LA MASACRE DE DIECISIETE CIVILES OCURRIó EN UNA PROVINCIA AFGANA

Decapitaciones contra la fiesta

Las víctimas del ataque talibán participaban en una fiesta en la que había música y danzas en una zona controlada por los insurgentes. Un responsable de la provincia de Helmand dijo que las dos mujeres asesinadas podían ser bailarinas de una tribu local.

 Por Julius Cavendish *

Combatientes talibán decapitaron a diecisiete civiles incluidas dos mujeres este fin de semana, en un remoto lugar de la provincia de Helmand, como un triste recordatorio del poder de los insurgentes que todavía pesa en grandes zonas de Afganistán, a pesar de las afirmaciones de la OTAN de que se han dado a la fuga. La masacre tuvo lugar el domingo a la tarde en Kajaki, un distrito que está casi totalmente en manos de los talibán, a pesar de la presencia de miles de recios marines de Estados Unidos que buscan recuperar la provincia.

“La noche anterior, diecisiete campesinos, dos mujeres y quince hombres, fueron decapitados por individuos desconocidos en el distrito de Kajaki”, declaró Daud Ahmadi, portavoz de la administración provincial de Helmand. “Fueron los talibán”, agregó. Las víctimas “participaban en una fiesta en la que había música y danzas en una zona controlada por los rebeldes”, agregó el vocero. A medida que se filtraban noticias de los ataques, los funcionarios locales afirmaban que las víctimas eran invitados a una fiesta que, por no cumplir con una estricta segregación de los sexos, habían provocado la ira de los talibán. Pero parece igualmente probable –dadas las costumbres profundamente conservadoras del área– que la ofensiva talibán se originara por la sospecha de que había informantes del gobierno. Una tercera explicación dada por funcionarios de Helmand es que dos comandantes insurgentes, llamados Mullah Sayed Gul y Mullah Wali Mohammad, se pelearon por la posesión de dos mujeres y provocaron un baño de sangre. Si es verdad, no sería la primera vez en Afganistán que un choque entre amantes celosos desata una batalla a tiros, aunque no explica por qué las víctimas tenían sus cuellos cortados.

Un responsable local indicó, por otra parte, que las dos mujeres asesinadas podían ser bailarinas de una tribu local a las cuales se contrata a menudo en la región para animar fiestas privadas. Cuando estuvieron en el poder, entre 1996 y 2001, los talibán habían prohibido la música y las fiestas, para cuya represión recurrían a menudo a las ejecuciones públicas.

Cualquiera sea la verdad, las distintas versiones de los hechos ilustran las dificultades de establecer cómo fueron los acontecimientos reales en los distritos más aislados de Afganistán, algunos de los cuales, a pesar de una intervención de una década, apenas figuran en el mapa. La misión de la ONU en Afganistán caratuló los asesinatos como “un acto criminal” que “es injustificable e ignora totalmente la santidad de la vida humana”.

Pero aún más preocupante para la fuerza liderada por Estados Unidos fue la noticia de otro ataque, en el que un soldado afgano del Ejército Nacional de Afganistán (ANA), en la provincia de Laghman, abrió fuego contra tropas de Estados Unidos con las que él estaba patrullando el este del país, matando a dos uniformados antes de que lo mataran a él. El ataque llevó el número de soldados muertos de las fuerzas de seguridad afganas a 42 este año, doce de ellos en este mes solamente, un triste saldo de la estrategia de retirada de la OTAN, que debe transferir las responsabilidades de seguridad a los soldados y policía afganos, quienes, en su gran mayoría, están muy mal preparados para la tarea.

Aquí también hay una confusión sobre lo que realmente pasó. Un funcionario local dijo que el soldado afgano había apuntado su arma a sus pares estadounidenses cuando surgió una discusión. Pero el vocero del ejército afgano afirmó que el responsable de las muertes había accidentalmente descargado su rifle y la patrulla cayó bajo el ataque. Cuando el comandante de la unidad afgana le comenzó a gritar “¿qué has hecho? ¡Mataste a dos soldados de la OTAN!”, entonces tiró su arma y comenzó a correr. En este momento, dijo Hatefi, un avión confundió al soldado en fuga con un insurgente y abrió fuego. La OTAN rápidamente emitió una declaración de prensa detallando la amistad que ha crecido entre los reclutas del ejército afgano estacionado en Helmand y su mentor marine de Estados Unidos.

Mientras tanto, hombres armados desconocidos mataron a diez soldados afganos en un puesto de control en el distrito Washer de Helmand –un ex reducto talibán–, que fue limpiado por las fuerzas afganas el año pasado, pero en realidad todavía está muy activo.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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La misión de la ONU en Afganistán caratuló los asesinatos como “actos criminales”.
Imagen: EFE
 
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