EL MUNDO › MANIFESTANTES TURCOS TOMARON LAS CALLES DE LA CAPITAL POR TERCER DíA EN CONTRA DEL GOBIERNO DE ERDOGAN

La protesta se extendió a Ankara

En Estambul la situación parecía más calma, con miles de activistas reunidos en la céntrica plaza Taksim y el cercano parque Gezi, cuya planeada demolición fue el detonante de esta ola de protestas.

Las protestas que desde el viernes pasado se producen contra el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, se redujeron ayer en Estambul, aunque el clima se caldeó en Ankara. La policía turca volvió a reprimir con gases lacrimógenos y carros hidrantes a cerca de un millar de manifestantes que intentaban acercarse a la sede del gobierno turco en esta capital, según informaron testigos. Mientras los uniformados buscaban impedir la llegada de los manifestantes a la sede de la jefatura del gobierno, otras 10.000 personas permanecían de forma pacífica en la céntrica y cercana plaza Kizilay.

La contundencia empleada ayer por la policía turca fue algo menor que el sábado, luego de que la ferocidad de las fuerzas de seguridad obligara al primer ministro Erdogan, en funciones desde 2002, a reconocer errores en la actuación y admitir que fue demasiado dura. Las organizaciones de derechos humanos turcas y extranjeras cifraron en un millar los heridos, aunque no fue confirmado oficialmente. Según el ministro del Interior, Muamer Guler, 79 civiles y 26 policías resultaron heridos durante los dos días de violencia en toda Turquía. Guler afirmó que la mayoría de los 1700 detenidos fueron liberados y anunció que al menos 235 manifestaciones se registraron en todo el país.

Por otra parte, en Estambul la situación parecía más calma, con miles de activistas reunidos en la céntrica plaza Taksim y el cercano parque Gezi, cuya planeada demolición fue el detonante de esta ola de protestas antigubernamentales. El proyecto prevé la supresión del parque para construir un centro cultural y reconstituir un cuartel de la época otomana. La retirada de la policía anteayer fue festejada por miles de personas como una victoria, aunque ayer Erdogan volvió a insistir con que no dará marcha atrás a los planes urbanísticos en el centro de Estambul y calificó de matones a los manifestantes. “Cada cuatro años organizamos elecciones y la nación expresa su elección. Los que tienen un problema con la política del gobierno pueden expresar sus puntos de vista en el marco del derecho y de la democracia”, declaró.

No obstante, horas antes del repliegue policial, Erdogan había afirmado con energía que la policía permanecería en la plaza Taksim ayer, porque ese lugar no puede ser un área donde los extremistas hagan lo que quieran. Pero el presidente de Turquía, Abdulá Gül, lanzó luego un llamado al sentido común y a la calma, y consideró que las protestas habían alcanzado un nivel inquietante. “En una democracia, las reacciones deben ser expresadas (...) con sentido común, con calma, y los dirigentes deben movilizar sus esfuerzos para prestar oídos a las diferentes opiniones e inquietudes”, había dicho el presidente. Ante estas reacciones, el primer ministro dio marcha atrás y admitió que la policía había actuado en algunos casos en forma extrema.

Sin embargo, Erdogan está lejos de tranquilizar a la gente, que pasó en Estambul toda la noche del sábado al domingo en el parque Gezi, que fue reocupado de inmediato tras la retirada de la policía. Los manifestantes parecían dispuestos a seguir librando su batalla, ya que la barricadas seguían ayer erigidas en las calles que llevan a la plaza Taksim, con mobiliario urbano, coches o incluso micros volcados. Al pie de las barricadas, con inscripciones como hukumet istifa (“gobierno dimisión”), grupos de manifestantes parecían prepararse para más enfrentamientos. “Todos los turcos están hartos desde hace 10 o 11 años, hoy todo el mundo quiere que el primer ministro se vaya”, dijo uno de ellos, Hallit Aral. “Ya no se trata del parque sino de una lucha contra la actitud dictatorial del gobierno: cada vez que tres o cuatro colegas se manifiestan por algo, mandan un blindado de la policía”, declaró también Melike, un estudiante que acudió a limpiar el parque.

Por su parte, la oposición calificó las palabras del primer ministro de incendiarias y Ilhan Cihaner, influyente diputado del opositor Partido Republicano del Pueblo (CHP), dijo que Erdogan echó gasolina al fuego. “Justo cuando la gente empieza a calmarse, sus declaraciones vuelven a provocar rabia”, declaró el diputado.

Países aliados occidentales, como Estados Unidos y Reino Unido, instaron también al gobierno turco a la moderación, mientras que el régimen sirio, ahora enemigo jurado de Ankara, acusó a Erdogan de dirigir su país de forma terrorista y destruir la civilización y los logros del pueblo turco, según afirmó el ministro sirio de Información, Omran Al Zohbi.

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La policía turca volvió a reprimir con gases lacrimógenos y carros hidrantes las protestas.
 
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