EL MUNDO › OPINIóN

Cuarenta años de la muerte de Asturias

 Por Julieta Rostica *

Este junio coinciden dos aniversarios de importancia vital para la sociedad guatemalteca y América latina. Se cumplen los sesenta años del final de la revolución guatemalteca (1944-1954) y los cuarenta del fallecimiento del Premio Nobel de Literatura Miguel Angel Asturias (1899–1974). La obra de Asturias, profusamente valorada en todo el mundo a comienzos de los años ’60, hoy día permanece en el olvido. Los novelistas del llamado boom latinoamericano de los ’60 y ’70 opacaron la figura de un genio, pionero y fundador del realismo mágico. Leyendas de Guatemala, El señor presidente, Hombres de maíz, sentaron, sin dudas, un precedente en la literatura del subcontinente.

Menos conocida fue su actividad política desde la Revolución de Octubre (1944-1954), la cual, dadas las coincidencias del calendario, merece ser revelada. Miguel Angel Asturias fue nombrado agregado cultural en la embajada de Buenos Aires entre 1947-1952 y embajador en El Salvador entre 1952-1954, desde donde se preveía que ingresaría la invasión de mercenarios entrenados y armados por Estados Unidos en 1954. Como tal fue parte de la delegación que encabezó el canciller Guillermo Toriello en la X Conferencia Interamericana. Las últimas estrofas del fantástico discurso de Toriello fueron escritas por el mismo Asturias: “Sobre las inmensas tierras, mares y cielos de América, el aliento de los Libertadores mantiene flotando las banderas de la libertad. Aquí estamos, Bolívar, y al venir a esta tierra privilegiada que os vio nacer, conscientes de nuestro destino, nos presentamos ante vuestros ojos, sin las cadenas de la tiranía que por siglos nos oprimió, y que Vos, Libertador, nos enseñaste a hacer pedazos. Guatemala es digna de Vos, Capitán de la dignidad de América”.

Exiliado en la Argentina tras el golpe de Estado de 1954, Asturias se sumó al grupo de intelectuales orgánicos de los gobiernos revolucionarios que escribieron libros urgentes, al calor de los hechos, para dar a conocer al mundo lo sucedido en Guatemala. Week-end en Guatemala fue dedicado “A Guatemala, mi Patria, viva en la sangre de sus estudiantes-héroes, sus campesinos mártires, sus trabajadores sacrificados y su pueblo en lucha”. A partir de ese momento, su narrativa cambió. Publicó la famosa trilogía bananera (Viento fuerte, El Papa verde y Los ojos de los enterrados) durante los años ’50, en la que denunció la extrema dependencia en la forma brutal del enclave económico que asedió a la región: la United Fruit Company y su articulación con las dictaduras que le dieron asidero.

El mismo año de la Revolución Cubana conoció a Fidel Castro en Buenos Aires, y en agosto de ese mismo año viajó a Cuba invitado por Fidel. En una de sus crónicas escribió: “Nada hay más apasionante que esta forma política de ir transformándolo todo sobre la marcha en beneficio de todos, de la gran mayoría, no de unos pocos. Sustituir al campesino sin tierra por el campesino con tierra. Dar lo suyo a los desposeídos. El sólo pensarlo es hermoso. Y es lo que se está realizando en Cuba. Devolver los bienes de la tierra a los que la trabajan, a los que mojan los surcos con su sudor, a los que acunan las semillas, a los que ahora verán los frutos como los suyos. Dar comida a los que antes no comían. Eso se está haciendo en Cuba” (enero-marzo 1960).

Asturias siempre abogó por la revolución, pero no por la lucha armada. Eso le trajo algunas rispideces con su hijo, Rodrigo Asturias, quien se alistó en el levantamiento guerrillero de 1962 para crear y comandar la década siguiente la Organización del Pueblo en Armas.

En enero de 1962, Miguel Angel Asturias presidió la Conferencia de los Pueblos Libres que se realizó en Montevideo, paralelamente a la Conferencia de Punta del Este en la cual se expulsó a Cuba de la OEA. Luego del golpe de Estado que derrocó a Arturo Frondizi, fue detenido en Buenos Aires el 19 de abril de 1962 por su “conocida militancia en el comunismo y sus organismos colaterales”. Por problemas de salud lo internaron durante ocho días cuando se le notificó, sin otra explicación, su libertad. Según fue difundido en la prensa, Asturias pertenecía a la Comisión de Solidaridad con Cuba. Tras estos sucesos, Asturias decidió marcharse de la Argentina para nunca más regresar. Con posterioridad sería Premio Lenin de la Paz y Premio Nobel de Literatura.

* Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe, UBA.

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