EL MUNDO › TARDíO RECONOCIMIENTO DEL GOBIERNO BRASILEñO PARA LOS VETERANOS DE LA AMAZONIA

Indemnizan a los soldados del caucho

Los escasos trabajadores del caucho sobrevivientes de la selva más grande del planeta, muchos nonagenarios, acaban de recibir un reconocimiento monetario del Congreso. Cobrarán una indemnización de 25.000 reales en el 2015.

 Por Gustavo Veiga

En Brasil pasan cosas y no sólo un Mundial, su convocatoria o el rechazo que genera. Los días del torneo siguen a reivindicaciones tardías y evocaciones de un pasado que vuelve. Los escasos trabajadores del caucho sobrevivientes de la selva más grande del planeta, muchos nonagenarios, acaban de recibir un reconocimiento monetario del Congreso. A mediados de mayo se votó que cobrarán una indemnización de 25.000 reales (unos 11.300 dólares) recién en 2015. Habrá que ver cuántos sobreviven.

Brasil sufrió más pérdidas humanas en su propio territorio que en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Sus soldados de goma o seringueiros cayeron como moscas en la Amazonia. Se calcula que murieron unos 20 mil en la extracción del caucho, necesario para alimentar la maquinaria bélica de Estados Unidos. En la campaña de Italia contra los nazis, la Fuerza Expedicionaria Brasileña (FEB) perdió apenas 443 soldados. Los ex combatientes, tan ancianos como sus compatriotas, cumplirán el 2 de julio próximo el 70 aniversario de su partida en barco desde Río de Janeiro hacia el frente. Ellos ya perciben hace tiempo una jubilación por los servicios prestados.

Belizario Costa, de 96 años, partió hacia la Amazonia en 1942. Lo sedujo una propuesta que resultaría falsa. Recordó que “fuimos hasta Santarém, en Pará. En mi grupo éramos 105, todos hombres. Un señor prometió que tendríamos medicamentos, comida, transporte, casa, pero nada de eso pasó”. Indignado, también se quejó de la indemnización que recibirán del Congreso: “Es lo que gastan los diputados en café”.

El fue uno de los casi 60 mil seringueiros. Un tercio de aquella cantidad no volvió de la selva. Fallecieron a causa de enfermedades como la malaria, hepatitis y fiebre amarilla. Otros perecieron de hambre o atacados por animales. Hoy quedan apenas unos 4500 sobrevivientes. El diputado del PT y vicepresidente de la Cámara baja, Arlindo Chinaglia, dijo que impulsó el proyecto de indemnización por “la edad avanzada de los interesados. Todos tienen más de 80 años sin excepción”. Doce años tardó en destrabarse la iniciativa en el Parlamento brasileño. La había presentado en 2002 la diputada del Partido Comunista Vanessa Grazziotin.

La ley contempla también el beneficio para los descendientes de los soldados de goma que murieron en los años ’40. Son unos 7 mil. Los soldados da borracha (caucho en portugués), como se los llama también, provenían básicamente del Nordeste y eran tan pobres como analfabetos. En 1942, cuando Japón había tomado la ofensiva en Asia, Estados Unidos perdió un país clave en el suministro del insumo, indispensable para su industria bélica. Malasia era el primer productor mundial de caucho. Franklin Roosevelt encontró en Brasil un reemplazo inmediato. EE.UU. invirtió en la producción y el gobierno de Getulio Vargas puso la mano de obra después de un acuerdo. El 22 de agosto de 1942 le declaró la guerra al Eje bajo el argumento de que los submarinos alemanes habían hundido a varios de sus barcos mercantes.

El próximo 2 de julio, en vísperas de los cuartos de final del Mundial, se cumplirán 70 años de la partida desde Río de Janeiro hacia Nápoles de la Fuerza Expedicionaria Brasileña (FEB). El buque de transporte estadounidense General Mann zarpó con 5075 soldados a bordo. Vargas los despidió con una arenga: “No les digo adiós, sino ‘hasta pronto’, cuando oirán la palabra de la patria agradecida”. Entre los veteranos de la FEB, llamados pracinhas, había personajes de la política como el ex dictador Castello Branco (1964-67), la escritora Clarice Lispector (fue enfermera en la guerra) y un futbolista famoso del Botafogo, Flamengo y el seleccionado verde amarelho, Perácio.

En un reportaje del pasado 21 de abril, Julio do Valle, un ex soldado de 93 años, le contó al diario El País de España: “Nos pusieron junto al ejército negro norteamericano, un batallón especial creado por la segregación. Cuando jugábamos al fútbol y levantábamos, para celebrar el gol, a un soldado amigo nuestro apodado Chocolate la gente de allí no podía creerse nuestra integración”.

Los veteranos de la FEB, al igual que los soldados de goma, fueron ignorados durante años. Las leyes que les otorgaban beneficios no se aplicaron y los desmovilizaron a su regreso por temor a que influyeran en la política interna, ya que eran considerados héroes de guerra. Además, habían sido entrenados por el ejército de EE.UU. que pidió su mantenimiento “como una contribución potencialmente valiosa de Brasil a la defensa hemisférica” (http://revistapesquisa .fapesp.br/es/2013/09/23/en-busca-de-la-guerra-buena/). La historia nos señala lo que pasó después con los militares.

En el país del Mundial se levantan 192 monumentos que conmemoran a la Fuerza Expedicionaria. Sus sobrevivientes disponen hoy de una pensión especial, asistencia médica, hospitalaria y educacional. Los seringueiros deberán esperar hasta el año próximo para cobrar la reparación que reclamaban desde que se internaron en la Amazonia hace poco más de 70 años.

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Los trabajadores del caucho de la Segunda Guerra Mundial serán indemnizados por el gobierno brasileño.
 
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