EL MUNDO › ATAQUE AL HOTEL BAGDAD DEJA SEIS MUERTOS Y VARIOS HERIDOS

La reiterada pesadilla del ocupante

Un atentado en Bagdad –a tres días de otro mortal– fue contra un hotel donde se alojan funcionarios norteamericanos.

Por Patrick Cockburn *

Un nuevo capítulo de la guerra de la resistencia contra la ocupación de Irak se abrió ayer cuando la explosión de dos coches bomba apuntó al hotel Bagdad, en el centro de la capital iraquí, donde se cree que estaban alojados altos funcionarios norteamericanos y agentes de la CIA. Al menos seis personas murieron y 32 resultaron heridas. Todas las víctimas y la mayoría de los heridos son iraquíes, pero el blanco de la explosión, un hotel lleno de funcionarios estadounidenses, mostró la efectividad de la resistencia en su cada vez mejor organizada campaña para desestabilizar la presencia de Estados Unidos.
El hotel, que estaba muy custodiado, era usado por funcionarios norteamericanos, agentes de seguridad, miembros del Consejo de Gobierno Provisorio iraquí y contratistas de la construcción norteamericanos. También se cree que era utilizado por los iraquíes para albergar a los agentes operativos de la CIA y se rumoreaba que era la base de los miembros del Mossad, el servicio de inteligencia israelí.
El atentado ocurrió poco después del mediodía. Según testigos, uno de los atacantes manejaba un Toyota que, de repente, dobló bruscamente en uno de los carriles de la avenida Sadoun, una arteria que siempre está atestada, y arremetió contra la verja de las defensas de cemento que rodeaban al hotel. Aparentemente, un segundo auto que venía de la dirección opuesta se estrelló contra la barrera a toda velocidad. Los guardias de seguridad norteamericanos e iraquíes abrieron fuego y pararon a los autos que estaban por llegar a la entrada del hotel. “Los vehículos viraron para tratar de evitar el puesto de control y luego hubo una detonación seguida de una explosión”, dijo el teniente coronel George Krivo, un vocero militar norteamericano. No está claro si los dos autos estaban cargados con explosivos.
Inmediatamente, una gruesa columna de humo empezó a cubrir la ciudad. “Vi un auto blanco que avanzaba hacia mí y a los guardias que corrían despavoridos y en eso mi propio auto es lanzado hacia atrás por la explosión”, declaró Amar Mahdi, un chofer que fue herido por algunos de los miles de fragmentos de vidrio y metal que volaron por todas partes. “Creo que dos de mis colegas murieron”, agregó.
El hotel, que está a unos 60 metros del lugar de la explosión, no recibió daños importantes, pero Mouwafak Al Rabil, que integra el Consejo de Gobierno cuyos miembros fueron designados por Estados Unidos, fue herido en una mano. Varios pasajeros que abandonaron el hotel cargados de valijas dijeron que sus cuartos habían sido alcanzados por la explosión. “El gobierno estadounidense hará todo lo que esté a su alcance para llevar ante la Justicia a los responsables de esta acción perversa”, declaró la vocera de la Secretaría de Estado, Amanda Batt.
Mientras, las tropas norteamericanas y la policía iraquí cercaron la zona con alambre de púa y tanques. “Había restos humanos por todas partes”, relató el guardia de seguridad Kahin Hussein. “Los soldados norteamericanos los levantaron del piso”, dijo. Como el tráfico se detuvo, en la calle reinaba un silencio sepulcral apenas quebrado por el ruido de los vidrios que los comerciantes barrían del suelo. El rugido de los helicópteros norteamericanos que sobrevolaban la zona era ensordecedor.
El de ayer fue el segundo atentado suicida en la capital en los últimos cuatro días y el último de una serie de ataques sobre blancos cuidadosamente calculados. El jueves pasado, un atacante manejó hacia una comisaría en Sadr City, un barrio musulmán muy humilde al este de Bagdad, y se inmoló matando a 10 personas. En agosto, una explosión destrozó la fachada de la embajada jordana y la sede de la ONU y mató a Sergio Vieira de Mello, el enviado de la ONU. Y una tercera explosión en Najaf asesinó a 85 personas, entre las que se encontraba el líder chiíta Mohamed Baqr Al Hakim. El mes pasado, los miembros del Consejo de Gobierno se convirtieron en blancos de la resistencia con el asesinato de Aquila Al Hashimi. Otrosataques han apuntado a comisarías iraquíes con personal reclutado por Estados Unidos.
Más de 90 militares norteamericanos han muerto desde que Estados Unidos declaró el fin de la “fase de combate”. Aparentemente, todos los ataques han intentado evitar que la Autoridad Provisional iraquí, dirigida por los norteamericanos, imponga su dominio. En un comunicado, el administrador civil norteamericano para Irak, Paul Bremer, dijo que los iraquíes están teniendo “éxito en la reconstrucción de Irak”. Y agregó que “los terroristas harán de todo, incluso matar a iraquíes inocentes, para distraer la atención del extraordinario progreso que se ha hecho desde la liberación”. La semana pasada, George W. Bush lanzó una campaña para promover la idea de que la vida en Irak está volviendo a la normalidad. Pero con la explosión de ayer en el corazón de la ciudad, esa idea parece vacía.

* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Milagros Belgrano.

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Los policías iraquíes miran el coche en llamas luego de la detonación afuera del hotel.
 
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