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Mano dura para meter bala tras el tiroteo de Nanterre

La suba de la tasa de criminalidad y una serie de incidentes recientes, particularmente horrendos, se han convertido en el eje de la campaña francesa para las presidenciales de mayo. Ayer, el acto de un loco en Nanterre dio una nueva ventaja a la derecha.

Por Jon Henley *
Desde París

Los dos principales candidatos para las elecciones presidenciales francesas del mes de mayo visitaron ayer antes del amanecer el lugar de la matanza de ocho personas por un desequilibrado en la alcaldía del suburbio parisino de Nanterre, subrayando nuevamente la enorme importancia del crimen y la violencia en la campaña electoral. Lionel Jospin dijo que esperaba que los asesinatos no convirtieran a la inseguridad en un tema para sumar puntos electorales. “Este es un tópico demasiado serio, demasiado importante para la polémica política –dijo el primer ministro–. Las decisiones sobre el tema deben ser tomadas con calma, lejos del calor de una campaña electoral.”
Lamentablemente para Jospin, el crimen y la violencia ya están firmemente establecidos como la principal preocupación para la mayoría del electorado, especialmente entre los de más de 50 años, una franja de la población que, con la tasa record de abstención que se prevé, es la más probable que vote. La exhaustiva cobertura mediática de incidentes de delincuencia juvenil ayudó a mantener el tema vigente entre el público. Embarazosas estadísticas de la delincuencia y una serie de horrendos incidentes recientes, incluyendo la muerte de un padre por una banda de escolares cuando les pidió que dejaran de acosar a su hijo, le han dado también al presidente Jacques Chirac un arma para golpear al jefe socialista del gobierno. En una campaña en que los dos candidatos principales han presentado programas notablemente similares, el conservador Chirac sabe que la ley y el orden constituyen, de lejos, su mejor oportunidad para poner distancia entre él y Jospin.
La tasa del crimen en Francia aumentó en un record del 8 por ciento el año pasado, excediendo las cuatro millones de delitos por primera vez en la historia del país. Crímenes violentos, especialmente robos armados, aumentaron en un 9,8 por ciento, mientras el número de violaciones creció en un 13,2 por ciento y hubo un notable aumento en los delitos cometidos por menores de 13 años. Apoyando una política dura de “tolerancia cero” para todos los delincuentes, el campo de Chirac señaló que en su totalidad el crimen decreció en un 11,5 por ciento entre 1995 y 1997, los dos años que Chirac gobernó con una mayoría de derecha en la Asamblea Nacional, pero creció en un 16 por ciento desde que la coalición de izquierda de Jospin tomó el poder en 1997.
Enfrentado a un intento tan resuelto del presidente a presentarse como el candidato de la ley y el orden, Jospin al principio trató de responder razonablemente. Había sido, quizás, “un poco ingenuo”, dijo, al creer que achicando el desempleo también reduciría el crimen. El primer ministro ha tratado desde entonces de recuperar el terreno perdido, tomando prestada una frase del primer ministro británico, Tony Blair, y prometiendo ser “duro con el crimen y con las causas del crimen”. También ha pedido, como lo ha hecho Chirac, un nuevo Ministerio de Seguridad interno o nacional, más tiempo de arresto y más centros de reforma para los jóvenes con problemas.
Como muchos franceses de izquierda, hace tiempo que Jospin ha tratado de minimizar el tema de ley y orden como una táctica de la derecha y hasta de la extrema derecha para atemorizar. Pero como trata de evitar que Chirac gane la elección con ese tema decisivo, sigue más o menos pegado a la opinión tradicional de la izquierda de que el crimen en parte es culpa de la sociedad, mientras la derecha considera al delincuente como único responsable. Por muy severo que suene, y por mucho que critique los golpes políticos después de esas tragedias, Jospin estará deseando, no sólo por motivos humanitarios, que no haya más incidentes como el de Nanterre antes de la votación del 21 de abril.

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El exterior de la escena del crimen tras los ataques de la madrugada de ayer.
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