EL MUNDO › EL TITULAR DE DEFENSA DE EE.UU.
SE DISCULPO POR LOS ABUSOS A IRAQUIES

“Soy el responsable de las torturas”

El arquitecto de la guerra de Irak, Donald Rumsfeld, habló a la comisión del Congreso sobre las atrocidades cometidas en una cárcel de Irak. Pidió disculpas, pero dijo que no renunciará por asuntos políticos. Y dijo que hay más videos y fotos.

Por Rupert Cornwell*
Desde Washington

Ayer Donald Rumsfeld ofreció sus más “profundas disculpas” a los prisioneros iraquíes abusados en Irak. Dijo que no tenía ninguna intención de renunciar y rechazó las acusaciones de que el Pentágono no había respondido a las repetidas advertencias sobre los abusos que tenían lugar. “Estos hechos ocurrieron bajo mi mando. Como secretario de Defensa, soy responsable por ellos”, le dijo Rumsfeld al Comité de Servicios Armados del Senado, expresando su “profunda pena” por los daños que se había hecho a la reputación del ejército y de Estados Unidos mismo en todo el mundo. Dijo que ya se están llevando a cabo muchas investigaciones, añadiendo que una comisión independiente sería establecida para examinar el manejo del asunto por el Pentágono. También indicó que las terribles fotografías que se han visto hasta ahora no son el fin de la historia.
Había más evidencias de actos de abuso que eran “directamente sádicos, crueles e inhumanos”, dijo Rumsfeld al comité, que consistían en “muchas otras fotos más y algunos videos”. Pero ni él ni el general Richard Myers, el jefe de estado mayor conjunto, ni ninguno de los altos oficiales que atestiguaron junto con Rumsfeld quisieron decir hasta dónde se extendería el castigo en la cadena de comandos. Los críticos demócratas dicen que, como la persona responsable del ejército de Estados Unidos, Rumsfeld debería renunciar, un paso que el New York Times exigió ayer.
“Las palabras solas no son suficientes”, dijo Carl Levin de Michigan, un demócrata en el panel. Otros senadores dijeron que no aceptarían que el castigo se limitara a “unos pocos soldados rasos y a unos cabos”. Pero el presidente Bush, hasta ahora por lo menos, apoyó al secretario de Defensa.
Rumsfeld comenzó su testimonio en forma de arrepentimiento, su primera declaración interrumpida por los provocadores que gritaban “Despidan a Rumsfeld”, mientras eran sacados de la sala. Se quedó sentado inmutable mientras se iban. Pero a medida que las preguntas se hicieron más incisivas, el conocido Rumsfeld combativo volvió. Apenas ocultando su enojo, descartó las acusaciones de Edward Kennedy, el senador por Massachusetts, de que había surgido “una catastrófica crisis de credibilidad” y que el Departamento de Defensa había ignorado “durante meses” advertencias sobre los abusos que hicieron la Cruz Roja Internacional, la Autoridad Provisional de la Coalición en Bagdad y el Departamento de Estado.
“Eso no es cierto –declaró Rumsfeld–. No es correcto decir que no se hizo nada. Hubo numerosas discusiones.” Gran parte de las preguntas más furiosas se centraban en por qué las autoridades militares habían esperado tanto para dar a conocer el material, del que se supo por primera vez en enero, y por qué el país y los congresistas supieron del abuso cuando la televisión CBS emitió sus fotografías hace diez días. Rumsfeld no dio explicaciones, insistiendo a pesar de los pedidos para que se fuera, de que él todavía tenía la posición y la autoridad para hacer su tarea. “Tenemos tareas duras por delante. Si sintiera que no soy efectivo, renunciaría en un minuto. Pero no renunciaría simplemente para establecer un punto político.” Mientras hablaba, surgieron nuevas evidencias sobre el escándalo, en medio de sugerencias de que podrían extenderse aún más. En Ginebra, la Cruz Roja Internacional dijo que había advertido sobre los malos tratos a los prisioneros en Irak hace más de un año.
Qué éxito tendrá Rumsfeld en apagar las críticas de sus enemigos, no quedó claro inmediatamente. Pero los republicanos creen que su partida provocaría una crisis de credibilidad aún más peligrosa para el presidente Bush. Pero es improbable que los demócratas estén satisfechos. Y hasta algunos republicanos estaban impacientes por el proceso burocrático que hay por delante. “Necesitamos conocer toda la información relevante”, dijo John McCain de Arizona, un fuerte partidario de la guerra de Irak. Exigió saber la exacta cadena de comando que conducía desde los soldados rasos en Abu Ghraib a Rumsfeld mismo. Para su evidente incomodidad, los generales no podían producir la información. Pero a los guardias se les dijo que debían seguir las convenciones de Ginebra para el trato de prisioneros de guerra, dijo el general Lance Smith, vicejefe del Comando Central.

*De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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Una foto nueva con una persona envuelta con bolsas de hielo.
 
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