EL MUNDO › HOY, CRUCIAL REFERENDUM EN BOLIVIA

Crónicas de la guerra del gas

Bolivia enfrenta hoy un crucial referéndum que decidirá el futuro de la industria de hidrocarburos y también el destino del presidente Carlos Mesa. Una enviada de Página/12 describe aquí la atmósfera de la consulta y recoge los testimonios y posiciones de muchos de sus principales actores.

Página/12, en Bolivia
Por Marta Dillon
Desde La Paz

En Alto Ceja, bajo el puente distribuidor que no se ha terminado de construir, las piedras obligan a los vehículos a un continuo zig-zag que amenaza a los millares de personas que pugnan por conseguir un lugar en los diminutos colectivos que se bambolean bajo el peso de cargas excesivas. Son los rastros de los bloqueos que el viernes cerraron esa entrada a la ciudad de La Paz y que ayer se habían desplazado hacia otros puntos que sostienen un conflicto que por momentos parece quedar aislado. En Sentaka, sobre el camino sur que lleva a Oruro, y hacia el norte, desde Río Seco hasta San Roque, las columnas de humo se elevan intermitentes entre escombros del tamaño de una persona, ladrillos de estuco y esqueletos de autos quemados que cierran el paso a Copacabana por casi diez kilómetros. A los costados del camino, sobre las lomas, se distribuyen en grupos los integrantes de la Federación de Juntas Vecinales que sostienen firme el bloqueo pero no la decisión de boicotear el referéndum sobre el futuro de la política de hidrocarburos en Bolivia: “Es que no estamos en contra de la consulta, nos oponemos a las preguntas sencillamente porque no las entendemos”.
El presidente del distrito 7, Manuel Mamani, uno de los ocho que componen la Fejuve, con su lu chu (ese gorro típico que cubre las orejas) casi cubriéndole los ojos, prefiere correrse de las definiciones políticas que cuestionan el referéndum que el presidente Carlos Mesa Gisbert presenta como una promesa cumplida después de los acontecimientos de octubre de 2003, el octubre negro. “¿Cómo creen que podemos decidir si una pregunta sí y otra no si están llenas de palabras? Acá la gente dejó sangre por una sola cosa: que las riquezas de Bolivia sean para los bolivianos, y eso no lo dice la consulta en ningún lado.” Sin agitarse por los kilómetros caminados entre piedras a 4600 metros de altura y con el sol del altiplano haciendo brillar el pavimento, el hombre recorrió cada zona de su distrito –“el más fuerte, el que dejó los muertos en octubre”– hasta el retén de San Roque, hablando en aymara con los vecinos, “la gente de nuestro pueblo” a la que dice representar. “Hemos despertado y no queremos que nos confundan con palabras, si viene el ejército va a ser peor que en octubre”, dice, aunque después confiese que la estrategia, en ese caso, será replegarse detrás de las lomas, dejarlos pasar y volver a bloquear. “Nosotros no queremos quemar ánforas, porque nosotros mismos pedimos democracia. Pero vamos a ver si llegan a las escuelas, y si es así, cada uno va a votar con la mano en el corazón, nosotros no somos autoritarios, se anulará el voto o se escribirá nacionalización.”
En Senkata el ánimo es parecido. A pesar del bloqueo que parte en dos la ruta panamericana, una inmensa feria de frutas, verduras y cereales tiene a las cholas sentadas de frente a su mercadería y a pocos pasos del pavimento. “Es que la gente tiene que comprar por si se vienen los días negros, doñita”, dice una de ellas sin dar su nombre, como la mayoría de los que administran las gomas para que el fuego dure hasta que termine el domingo. “No creemos en nadie, señora, no creemos. Pero miedo no tenemos tampoco. Nosotras no vamos a votar, ¿para qué?, nosotras no necesitamos el papelito, tenemos trabajos propios, no tenemos plata en el banco y no viajamos al exterior ¿qué nos importa?” Pero la modorra de la feria al mediodía y la ruta desierta se despejan cuando se nombra a Evo Morales: “Es un traidor”.
Desde Cochabamba, donde el dirigente cocalero y diputado del Movimiento al Socialismo va a votar positivamente por las tres primeras preguntas y negativamente por las últimas dos, Morales llamó a acudir a las urnas asumiendo que esta consulta es una conquista que se pedía durante eloctubre negro. “Vamos a garantizar que no se quemen las ánforas y que no haya boicot, porque es un boicot contra nosotros mismos”, explicó y dejó los detalles para su segundo, Filemón Mamani, mientras se dedicaba a actividades deportivas. “Puede ser que haya enfrentamientos con otras organizaciones, pero nuestro deber es cumplir con lo que pedimos el año pasado.”
–¿Por qué decidió el MAS votar negativamente por las últimas dos preguntas?
–No es el MAS solamente, nos reunimos con otras organizaciones: la confederación Sindical Unica, la Confederación de Colonizadores de Bolivia, las mujeres organizadas a nivel nacional, el Movimiento Sin Tierra y la Comanac que reúne a las comunidades orginarias. Queremos derogar la ley de Sánchez de Lozada (primera pregunta), queremos la propiedad de los hidrocarburos en boca de pozo, porque los recursos son nuestros y después los podemos vender a las transnacionales fijando el precio (segunda pregunta), queremos fortalecer a la empresa estatal –YPFB– para llegar a la industrialización (tercera). Pero no vamos a permitir que nos condicionen la soberanía a la venta de gas, primero el mar y después el gas. Y la quinta es larga y confusa, habla de cobrar el 50 por ciento de regalías a las transnacionales, pero eso es una trampa que contradice la segunda pregunta: si los hidrocarburos son nuestros ¿cómo vamos a cobrar regalías? tenemos que cobrar por el gas.
–¿No lamenta la posibilidad de tener que enfrentarse con otras organizaciones sociales como la Central Obrera Boliviana que lidera Jaime Solares o Felipe Quispe, que también es dirigente de trabajadores campesinos?
–Esa no es nuestra responsabilidad. Ellos se aliaron con la Nueva Fuerza Republicana que es la derecha para arruinar nuestras conquistas, cada uno quiere su propio rédito.
La evaluación de Filemón Mamani es compartida desde el Poder Ejecutivo. Así lo explicó un funcionario ministerial a Página/12: “Los extremos se han aliado, la NFR porque tiene negocios con las petroleras y Quispe porque cree que puede votar (por echar) al presidente y porque son la izquierda fascista”.
–El referéndum es visualizado por la mayoría de los que van a votar y no están organizados como un apoyo al presidente Mesa. ¿Ese es el sentido?
–Es uno de los factores, sí, relegitimar este gobierno que no cuenta con ningún diputado en el Congreso. Pero hay dos aspectos más que son más importantes: octubre (de 2003) le puso un límite a la democracia representativa y esta consulta obligó al Poder Legislativo a regular la consulta popular, que es una forma de democracia participativa. Y además es un giro en la política económica, del libre mercado al primer gesto estructural destinado a socializar el excedente de las ganancias de las empresas por vía de los impuestos –afirmó el funcionario.
Al atardecer, los cuatro distritos de la Fejuve que sostenían los bloqueos en el altiplano de la Paz empezaban la larga marcha hacia Río Seco, donde se iban a reunir en asamblea para determinar las estrategias para el día siguiente. El paro, dicen en la zona, no se parece en nada a ese silencio que ocupaba los barrios que se apiñan en las laderas que rodean La Paz, centenares de edificios de varios pisos desnudos de revoque y en muchos casos de ventanas, igual que las casillas de los peajes que no repusieron los vidrios después del octubre negro. En la radio Pachamama, en Alto Ceja, se presumía que muchos acudirían a votar, aunque anulen su voto cruzando la palabra que los desvela: nacionalización. Otros, campesinos emigrados de las provincias del interior que bajaron a las inmediaciones de La Paz en busca de trabajo y difícilmente lo encuentran, como Víctor Gutiérrez, dirigente del distrito 4 de Fejuve, creen que las cosas se endurecerán cuando se acerque la hora. “Nosotros no tenemos gas, ahí tieneusted las duchas públicas que tenemos que usar porque la garrafa sólo alcanza para cocinar, ni siquiera para calentarnos”. Por dos pesos bolivianos se puede tomar una ducha en los baños públicos que abundan más que los teléfonos en las calles, salvo por esos celulares que quienes los ofrecen para hacer una llamada por un peso llevan encadenados a la cintura. “Estos barrios que usted ve –dice Gutiérrez– son tierra de nadie, sin agua potable, sin luz la mayoría, sin gas.”
A la misma hora, en el centro de La Paz la agitación no llegó a los supermercados como se esperaba a la mañana, cuando muchas personas de clase media se apiñaron para no tener que lamentar una semana con conflictos y sin provisiones. Las cholas que cambian dólares y pesos argentinos bajo sombrillas de playa en torno del centro cívico conservaron sus puestos, uno al lado del otro, sin novedad. Y apenas si fue cercada la plaza mayor por la policía siguiendo “la orden de buen gobierno” que restringirá la circulación de los vehículos que no cuenten con permiso y custodiará la ley seca. Sin embargo hay un frente en la capital que el gobierno teme: la Federación de Maestros de Bolivia, liderada por Vilma Plata. “Es capaz de cualquier cosa, creemos que puede llegar a intentar la quema de urnas al final de la votación. Ya prometieron cerrar las escuelas con lo que sea en la madrugada, por eso va a haber operativos especiales al principio y al final de la jornada”, dijo a este diario un funcionario del Ministerio de Educación.
Indiferentes, en la Corte Nacional Electoral, en el coqueto sur de La Paz, donde las calles pierden esa angostura que asfixia como un laberinto sin salida, aseguran que no habrá incidentes más que en unas pocas zonas. Una de ellas es Ayo Ayo, donde hace poco más de un mes fue linchado el intendente. La otra es Achacachi, epicentro del mundo andino y lugar de origen de Felipe Quispe, el más radical opositor al referéndum. Allí el bloqueo también se mantiene y hasta la noche no se sabía cómo entrarían las urnas a los lugares de votación.

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