EL MUNDO › COMO ES LA MOVIDA DE LOS ARTISTAS ANTE LAS PRESIDENCIALES DE EE.UU.

Nacido en USA (para las elecciones)

Bruce Springsteen lidera un novedoso y masivo fenómeno de movilización de las estrellas del rock en favor de la campaña presidencial de John Kerry contra George W. Bush. Pero también hay rockeros bushistas y republicanos. Este es un informe completo sobre la interna del mundo del rock en la elección presidencial más importante del planeta.

 Por Esteban Pintos

Una asociación de intereses políticos, convicciones personales y sentido de la oportunidad determina el más importante movimiento artístico que alguna vez haya intervenido directamente –con serias intenciones de influir en el resultado– en la campaña para una elección presidencial de los Estados Unidos. La gira “Vote for change” que presentará a Bruce Springsteen and the E Street Band, R.E.M., Pearl Jam, Dave Mattews Band, The Dixie Chicks y otros artistas por nueve estados cruciales en el mapa electoral estadounidense es una de las noticias de la semana por la repercusión de las figuras involucradas y su decisión de pasar a los hechos en el terreno político.
El ambicioso proyecto, impulsado por la organización de acción a través de Internet MoveOn.org, extremiza aún más la oposición de la comunidad de la industria del entretenimiento (tradicionalmente progresista y, como consecuencia, simpatizante del Partido Demócrata) hacia el actual gobierno de George W. Bush. Todo lo recaudado en la gira, cuyas plazas están claramente orientadas a modificar los actuales resultados de las encuentas previas en la contienda Kerry-Bush, irá a parar a un grupo de acción política de neto corte “liberal” (en el sentido de “progre” como se entiende la palabra en Estados Unidos) denominado America Coming Together, que trabaja en la captación de votantes para el Partido Demócrata sin formar parte de su estructura formal de campaña. Estos shows, además, ofrecen la posibilidad de sumar voluntades a MoeOn.org, una organización que desde su nacimiento –en ocasión de oponerse al intento de destitución de Bill Clinton luego del llamado “sexgate”– trabaja para comprometer a las figuras del espectáculo con una posición política determinada. Sin embargo, este singular frente artístico no expresó explícitamente su apoyo a John Kerry, aunque en el comunicado oficial en el que se anunció se autotitule “una coalición de músicos unidos por una simple idea: la necesidad de cambio en la dirección del país”. Bien a la manera americana, MoveOn.org previene al eventual adherente económico que sus donaciones no son deducibles de impuestos, a la vez que asegura: “Usted tendrá influencia de manera significativa de estas importantes elecciones con un solo click, por medio de una rápida y segura transacción de su tarjeta de crédito”.
Con la adhesión y participación de Bruce Springsteen, uno de los músicos de rock más importantes e influyente de las últimas tres décadas en la cultura popular de Estados Unidos, la iniciativa cobró una dimensión global propia del impacto que esa misma cultura tiene en el resto del mundo. Si faltaba algo para atraer miradas de toda clase hacia el proceso electoral que determinará el futuro presidente del país más poderoso de la tierra, aquí está. El glamour de las estrellas comprometidas llega justo para condimentar una campaña de por sí caliente. Springsteen, en una entrevista que concedió al diario New Jersey Star Ledger, aceptó que este intento despertará polémica y también rechazo en algunos sectores. “Seguro que será así, estamos en la temporada política. Pero ya escribí sobre los principios americanos básicos durante 25 años. Nunca bromeé cuando estuve sobre un escenario. Es en estos particulares momentos cuando tenés que decir ‘este es el momento de tomar tu lugar en el campo de juego y soltar las fichas cuando es debido’.” Springsteen, más allá de sus acciones y participaciones solidarias con organizaciones no gubernamentales (él motorizó el proyecto No Nukes, a fines de los setenta, y participó de la gira Human Rights Now! de Amnesty Internacional en 1988, cuando cantó en Argentina por única vez en su carrera), nunca había tomado partido de manera tan tajante dentro del panorama político de su país (aquello que los analistas de los grandes medios denominan “política partisana”). Desde Argentina y a la distancia, su figura fue (y es) vista como la de un nacionalista rayano en el patrioterismo, seguramente porhaber titulado una de sus más famosas canciones Born in the USA, pero aquel tema –por el cual se enfrentó públicamente a Ronald Reagan, cuando éste trató de utilizarlo para su campaña presidencial– no es ni mucho menos un canto al publicitado American way of life. A lo largo de su carrera, y especialmente en varios de sus discos como temas centrales, aparecen amargas reflexiones sobre el lado oscuro de ese sueño, centrándose en personajes marginales del sistema: campesinos, vagabundos, ex combatientes abandonados a la buena de Dios, granjeros. Perdedores en general, de acuerdo con una idiosincrasia que siempre privilegia el éxito individual por sobre el bienestar colectivo. Por eso es que su activa participación, junto a otros grandes nombres de la canción popular transformados en líderes de opinión para varias generaciones de ciudadanos de la Unión como Michael Stipe (cantante de R.E.M.) y Eddie Vedder (cantante de Pearl Jam), puede tener consecuencias concretas en los resultados de la votación que se viene. Al fin y al cabo, esa es la intención: movilizar fans de la música hacia el compromiso político, en un país donde no es obligatorio votar.
La cocina de esta gira que sacude el panorama social de los Estados Unidos es, también, reveladora de la manera en que se entienden la acción y la propaganda políticas en aquel país. Kelly Curtis, manager de Pearl Jam, llamó a varios de sus colegas para “organizar algo”. Uno de los más prominentes de esos convocados fue Jon Landau, ex periodista e histórico mano derecha (manager también) de Springsteen. Con la ayuda de Jenny Toomer, quien lidera una entidad llamada The Future of Music Coalition que busca involucrar artistas en causas “sociales”, las conversaciones fueron tomando cada vez más frecuencia y condujeron a una reunión de más de 50 managers y músicos en Nueva York, en abril de este año. Cuando se mencionó la posibilidad de un gran show que sirva de acto simbólico de oposición a la futura convención del Partido Republicano que se realizará en Nueva York, Landau propuso este formato de dispersar los artistas en varias giras simultáneas y por ciudades y estados habitualmente olvidados por la industria de las giras de rock por los Estados Unidos. Esta fue una forma, también, de eludir el estereotipo del “artista comprometido” que reside, habla y opina en la burbuja propia de una elite cultural, propia de las grandes ciudades como Los Angeles, Chicago, Boston o Nueva York. El bajista de R.E.M., un lúcido artista llamado Mike Mills, expresó al respecto: “Somos de Georgia, Springsteen es de New Jersey. Esto no es una acción de elite de las grandes ciudades y su círculo intelectual. Se trata de ciudadanos conscientes, elevando su voz de la manera más eficiente que conocen”. Así, la gira estará dividida en seis delegaciones, cada una integrada por varios artistas, que se presentarán a partir del 1° de octubre en pequeñas ciudades y estados. De todos los grupos, resalta por supuesto el integrado por Bright Eyes, John Fogerty (ex Credence Clearwater Revival), R.E.M. y Bruce Springsteen and the E Street Band, quienes comenzarán por Filadelfia y luego pasaran por Cleveland, Ann Harbor, St.Paul y Orlando. Aquí se destaca también una curiosidad rockera: será la primera vez que Springsteen tenga números de apertura para un show suyo, y uno de esos números de apertura sera R.E.M., una de las bandas más grandes del mundo que nunca ofició como tal en más de dos décadas de carrera. Es que el ego puede quedar de lado, en pos de un objetivo sostenido en la proclama de un espíritu que el rock parece haber perdido definitivamente, si es que alguna vez lo tuvo: una canción puede cambiar la realidad. ¿Podrá?

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