EL MUNDO › SAPARMYRAT NIYAZOF, UNO DE LOS DICTADORES MAS EXCENTRICOS

Conozca al nuevo Stalin del desierto

Por Andrew Osborn *

El presidente de Turkmenistán, Saparmyrat Niyazov, ya se ganó la reputación de ser uno de los megalómanos más excéntricos, pero el “Gran Turkmenbashi”, como le gusta ser llamado, ha dejado una nueva marca en la rareza neoestalinista incluso para sus bizarros patrones de conducta. Supuestamente ansioso de complacer a los sufrientes 5 millones de ciudadanos en su feudo de Asia Central, uno de los países de temperaturas más altas del mundo, Niyazov ordenó que se edifique un palacio de hielo en las montañas fuera de Ashgabat, la capital, a pesar de que las temperaturas pueden alcanzar los 50 grados. “Construyamos un palacio de hielo lo suficientemente grande y espacioso para mil personas”, dijo, entusiasta, en la televisión nacional. “Nuestros hijos podrán aprender a esquiar y a patinar en el hielo. Podemos construir cafés y restaurantes.”
Aparentemente olvidadizo de los peligros que el “palacio” se derrita en las desérticas arenas más abajo, y anhelante de desafiar a la Madre Naturaleza, Nizayov ya ha dispuesto que comience la construcción.
El palacio supuestamente estará terminado en 10 meses. El dictador, de 64 años, quiere un acuario gigante repleto con peces tropicales en la cima del palacio y que la edificación se conecte con Ashgabat por teleférico. El costo de tan grandioso proyecto no ha sido revelado aún. Turkmenistán, aunque rico en reservas de gas y petróleo, es uno de los países más pobres del mundo. No es sorprendente que los planes hayan provocado la estupefacción de quienes no conocen al hombre que ha gobernado Turkmenistán con mano de hierro desde 1985, cuando era el jefe del Partido Comunista allí. “Un palacio de hielo no es el primer proyecto ambicioso de Turkmenistán –se mofó el diario ruso Izvestia–. Pero probablemente es el más extravagante. Nadie en la ex Unión Soviética ha intentado construir una estructura, de tal dificultad técnica, en un clima tan cálido. Niyazov será, probablemente, el primer mandatario de la era pos-soviética que ha prometido enseñarles a los niños a esquiar en el desierto.”
Niyazov repetidamente establece nuevos estándares en excentricidad dictatorial. Deseoso de encomiar el culto neoestalinista de la personalidad en torno suyo, esparció por toda la capital afiches y estatuas con su figura. Los días de la semana y los meses del año han sido renombrados con referencia a él y a sus familiares, y la palabra turkmenistaní “pan” fue reemplazada por el nombre de su difunta madre, Gurbansoltan, cuyas estatuas se multiplican en Asgabat.
Siguiendo los pasos del dictador chino Mao Tse Tung, Niyazov publicó también su propia versión del Libro Rojo. Llamado Ruhnama, el tomo de meditaciones espirituales sigue una “guía moral” para los turkmenistanos. Es de lectura obligatoria en la currícula de las escuelas y de la universidad. Un conocimiento detallado de sus contenidos es una obligación para todo ciudadano que quiera conseguir... una licencia de conducir.
Incluso parece no haber faceta en la vida diaria ni muy pequeña ni muy trivial para los decretos ridículos de Niyazov. El último de ellos fue que los conductores de televisión tenían prohibido usar maquillaje porque quería que el tono claro de piel de las hermosas mujeres de Turkmenistán se viera en los programas. Pelo largo, barbas, dientes de oro también han sido declarados ilegales, y Niyazov –que se ha comparado a sí mismo con alguna divinidad– ha estipulado exactamente lo que significa ser “viejo”. La niñez dura hasta los trece, la adolescencia hasta los 25 y la juventud hasta los 37. La ancianidad, insiste, no empieza hasta los 85.
Cuando fue forzado a someterse a una cardiocirugía en 1997 y le ordenaron dejar de fumar, ordenó que se prohibiera fumar en lugares públicos.
Elegido como primer presidente de Turkmenistán en la era posoviética en 1991, fue designado “presidente de por vida” por el cuerpo legislativo supremo en 1999. Es un poeta con estilo propio, pero sus palabras frecuentemente provocan escalofríos antes que entretenimiento. “Soy el espíritu turkemnistaní renacido para darles una era dorada”, se lee en unpoema. “Soy su salvador... Mi mirada es aguda. Veo todo. Si eres honesto en tus acciones, lo veré, si cometes errores, veré eso también.” Que todo lo ve, tal vez. Que todo lo sabe, tal vez no. Sobre todo cuando se trata del punto en el que el hielo se derrite.

*De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página 12.
Traducción: Alicia B. Nieva.

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