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Los mandos de los servicios secretos militares de Estados Unidos dieron luz verde a las torturas en Irak, según documentos en poder de Spiegel online. El sargento Ivan Frederick, de 37 años, reconoció en parte su culpa. Sus abogados negociaron una reducción de pena en el curso de las diligencias judiciales en la base militar de Estados Unidos en Mannheim para decidir si sigue adelante el proceso contra siete presuntos militares torturadores. Y un informe encomendado por el secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, culpó indirectamente a altos funcionarios civiles y militares del Pentágono por el escándalo de la cárcel de Abu Ghraib.
Gary Meyers, defensor de Frederick, declaró ayer en Mannheim que en la cárcel de Abu Ghraib reinaba “una atmósfera criminal”, con continuas violaciones a los derechos humanos. El juez militar, coronel James Pohl, rechazó la solicitud de citar como testigo a Rumsfeld y a su segundo Stephen Cambone. Una investigación culpó indirectamente a altos funcionarios civiles y militares del Pentágono por el escándalo de Abu Ghraib. El informe establece que la negligencia de los altos mandos permitió el desarrollo de un ambiente y una cultura donde pudieron llevarse a cabo los abusos. La comisión investigadora, encabezada por James Schlesinger –ex secretario de Defensa durante las presidencias de Nixon y Ford–, responsabiliza a altos comandos del Pentágono por dar instrucciones confusas sobre las técnicas de interrogatorios a prisioneros en Irak, Afganistán y Guantánamo y por no prestar suficiente atención a cómo los interrogatorios se llevaban a cabo. Pero no responsabiliza legalmente a Rumsfeld y a sus colegas por lo ocurrido. Según el Washington Post, un segundo informe, del general mayor George Fay, dará aún más detalles de los espantosos abusos de Abu Ghraib.