EL MUNDO › FRANCIA ELIGE MAÑANA ENTRE LA DERECHA Y LA ULTRADERECHA

Un cierre electoral cargado de alarmas

El ultraderechista Jean-Marie Le Pen denunció preventivamente un fraude, mientras Jacques Chirac dijo que está en juego la República. El enigma es la abstención, y el final del juego se verá en junio.

 Por Eduardo Febbro

Los dos candidatos presidenciales terminaron ayer sus intervenciones públicas cargando las tintas de sus frases para arrancar la adhesión de los electores indecisos o romper la desconfianza del enigmático batallón de abstencionistas que, al igual que en la primera vuelta del pasado 21 de abril, podría cambiar el curso de la consulta. El jefe de la extrema derecha, Jean-Marie Le Pen, y el presidente saliente Jacques Chirac se atacaron duramente sus últimas apariciones. En una conferencia de prensa ofrecida en su domicilio de Saint Cloud –afueras de París– el líder del ultraderechista Frente Nacional denunció el “clima totalitario” que, según él, impera en el país desde el pasado 21 de abril y que “es propicio a una verdadera violación del pueblo”.
Recurriendo a un tono dramático y populista digno de una batalla contra el imperio, Le Pen denunció la “campaña de odio, de mentiras y difamaciones” dirigida contra él, su partido y sus electores. El líder frentista empujó la artillería hasta el punto de manifestar su “inquietud” frente “a la probable operación de fraude electoral gigante que se prepara. Esperamos que haya una empresa de fraude enorme, gigantesca”, recalcó. Cuando llegó la hora de analizar sus expectativas para la segunda vuelta de este domingo, Le Pen estimó que si obtiene menos del 30 por ciento de los votos sería “un fracaso”. No obstante, visiblemente sorprendido por su propio análisis, el candidato de la ultraderecha afirmó que “si obtuve 17 por ciento en la primera vuelta y ahora saco 18 por ciento, eso ya significa una ganancia, pero a mí no me sorprendería que obtuviera el 51 por ciento. De todas formas, la cifra que obtengamos repercutirá en nuestros 577 candidatos de cara a las elecciones legislativas de junio próximo”.
En vez de exponer o “corregir” las partes de su programa menos aceptables, Le Pen se consagró enteramente a presentarse como la víctima de una coalición que sólo aspira a decapitarlo. “Cuando el conjunto de las instituciones, de los cuerpos políticos, culturales, asociativos, sindicales y religiosos están contra uno, cuando se trata de la lucha contra el elefante, conseguir el 25 por ciento de los votos sería extraordinario. Ya representa la mitad de una mayoría.” Ignorando el repudio masivo manifestado en el curso de la semana por los casi dos millones de personas que salieron a las calles de Francia el pasado 1º de Mayo, Le Pen se presentó como “el derecho contra le violencia. Yo encarno la legitimidad”. El dirigente francés sabe perfectamente que, sea cual fuere el resultado de este domingo, no ha dejado de ser una pesadilla para la democracia, especialmente para la derecha. Como lo dejó bien claro, las elecciones legislativas de junio lo encontrarán en el camino de los conservadores. “Jacques Chirac –advirtió–, que excluyó de forma clara y deliberada los votos del Frente Nacional de toda operación, ya condenó probablemente al fracaso la mayoría de sus candidatos.”
Chirac cerró ayer su campaña mediante un acto de presencia más que emblemático: una mesa redonda con un “consejo municipal” de jóvenes. El presidente-candidato salió de su reserva a propósito de las manifestaciones del “frente republicano” que se suceden desde hace dos semanas. El mandatario rindió un homenaje a “la reacción determinada y digna” de la juventud ante el avance de la extrema derecha. Chirac juzgó esa ideología como “fuera del sistema democrático”, llena de “demagogia” y de “peligros” y terminó considerando que sin la reacción de la juventud tal vez “la mayoría de los responsables políticos, sociales, culturales ydeportivos no se hubiese pronunciado en contra de la extrema derecha”. Las últimas 48 horas de campaña encierran a su manera todos los miedos y desafíos futuros. Por un lado, el presidente-candidato condenó a la extrema derecha denunciando su “pasado de cobardía, de compromiso y traición”; por otro, saludó la movilización de la juventud en defensa “de los valores de la democracia y la República” al tiempo que, mirando el futuro cercano, pidió a los franceses que le den una mayoría al cabo de las elecciones legislativas de junio. Fue un Chirac hombre orquesta, intentando unir a todo el mundo bajo su figura después de haber sido el presidente que más desuniones provocó en la sociedad. “A un elector de izquierda le digo que lo respeto y lo comprendo, pero hoy se trata de defender el zócalo común de nuestros valores republicanos. Le digo entonces que lleve sus convicciones hasta las últimas consecuencias y que impida el avance de la extrema derecha”, declaró ayer.
Su situación es triplemente paradójica: Chirac no convoca en torno de él únicamente a sus “electores” sino a aquellos para quienes los valores republicanos son irrenunciables. El voto del domingo es un voto por “Francia” más que por Chirac. Su adversario es el líder de un partido de extrema derecha cuya esencia es la negación misma de los “valores” republicanos. Por último, la consulta presidencial, aunque le sea favorable, no despeja las nubes del porvenir ante las elecciones legislativas, que –como lo sugieren las marchas del 1º de Mayo– pueden ser aún ganadas por la izquierda.

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