EL MUNDO

Tranquilos, que en Guantánamo no hay torturas, ni abusos, ni hay nada

Pese al impacto mundial del informe de la ONU sobre las torturas en Guantánamo, en Estados Unidos y Gran Bretaña las reacciones han sido nulas o de negación. Pero una lectura detenida del informe revela infamias mucho peores que las que saltan a simple vista.

Por Francis Elliot y
Raymond Whitaker *


Lo que ocurre en el campo de detención dirigido por Estados Unidos en Guantánamo es tortura, y el lugar debe ser clausurado “sin más demoras”. Esa fue la conclusión de un panel de expertos comisionados por las Naciones Unidas. Es compartida por figuras de estatura internacional como el arzobispo Desmond Tutu, así como por millones en el mundo musulmán. Pero si su visión de la vergüenza en “Gitmo” no podría ser más oscura, la actitud de aquellos que tienen el poder de cerrarlo no podría ser más despreciativa. En EE.UU., el informe apenas se registró en una industria de medios aún obsesionada con el accidente de cacería de Dick Cheney. Atrajo aún menos atención que la revelación, a comienzos de la semana, de nuevas fotografías de los abusos de 2003 en la prisión de Abu Ghraib en Irak aún más chocantes que las que se habían visto antes. En Gran Bretaña, Tony Blair se limitó a decir que el centro de detención, que retiene a casi 500 hombres, algunos de ellos desde hace cuatro años, es “una anomalía”, mientras una fuente de Downing Street describió las denuncias como un “chubasco”.

Aunque la evidencia reforzó la idea de mucha gente en el mundo de que tanto Abu Ghraib como Guantánamo son síntomas del desprecio norteamericano por cualquier regla en la guerra antiterrorista, nada de esto se reflejó en los principales diarios norteamericanos, que publicaron los informes de las nuevas fotografías en sus páginas interiores y no imprimieron ninguna de ellas. La administración Bush pudo sacarse de encima tanto a Irak como a Guantánamo. Fue lo mismo en Gran Bretaña, que tuvo su propio recordatorio de las consecuencias de la guerra antiterrorista bajo la forma de tomas que mostraban a los soldados británicos golpeando a manifestantes en la localidad de Amara. Después de que se publicaran las fotos fueron arrestados tres soldados, pero en el tema de Guantánamo hubo tan pocas posibilidades de que Blair llamara al cierre del campo como de que George W. Bush acordara hacerlo. El asesor de Downing Street probablemente tiene razón: el “chubasco” sobre Guantánamo parece destinado a extinguirse. Pero antes de que lo haga, conviene leer el final del informe de la ONU publicado el miércoles último.

Luego de 54 páginas de argumentado discurso legal, las notas al pie detallan la impactante verdad de lo que está ocurriendo diariamente en Guantánamo. Recientemente se descubrió, por ejemplo, que “25 sillas de restricción” fueron pedidas por el campo de detención para utilizar durante la alimentación forzosa a fin de romper con una huelga de hambre de varios reclusos. Una abogada describió lo que pasa. “Están siendo alimentados a la fuerza a través de la nariz,” dice la abogada neoyorquina Juliet Tarver citada en el informe. “La alimentación forzosa ocurre en una forma abusiva ya que los tubos son insertados en sus narices, luego extraídos otra vez e insertados nuevamente hasta que sangran. Por un tiempo se utilizaron tubos que eran más gruesos que un dedo, porque los tubos más pequeños no proveían a los detenidos con el suficiente alimento. La alimentación forzosa ocurre dos veces al día...”.

Luego el informe presenta evidencia de técnicas de interrogación diseñadas deliberadamente para ofender las sensibilidades religiosas de los reclusos, como oficiales femeninas bailándoles encima durante los interrogatorios. Se dice que sangre de menstruación ha sido untada en las caras de los detenidos para “que se den cuenta de la inutilidad de la situación”. El Pentágono ha reconocido 10 casos de abuso o maltrato en Guantánamo, incluyendo a una interrogadora femenina que se subió a la falda de un detenido, y un recluso cuyas rodillas estaban llenas de moretones por ser forzado a arrodillarse repetidamente.

El informe también recoge evidencia de la práctica de “rendición extraordinaria”, donde los detenidos son llevados alrededor del mundo a naciones donde pueden enfrentarse a tortura. Cita el ejemplo de un hombre llamado Al Qadasi, que fue llevado de Guantánamo a Yemen en secreto en abril de 2004. Una declaración de su abogada, Tina M. Foster, detalla qué pasó después. “Permaneció ahí por 13 meses en confinamiento solitario en una celda subterránea. Era golpeado habitualmente, recibía solamente comida podrida y se le negaba utilizar el baño. Luego fue transferido temporariamente a la prisión Ta’iz, donde tampoco se le proveía comida y tenía que depender de su familia para alimentarse. En junio de 2005 fue transferido de vuelta a la prisión Sana’a, donde todavía está retenido sin ningún cargo.”

La administración Bush ha calificado a los detenidos de “terroristas” y “mentirosos entrenados”, y remarcó que los miembros del comité no habían estado en Guantánamo, sin agregar la razón: el panel se negó a visitar el campo porque se les prohibía hablar con los detenidos. Donald Rumsfeld, el secretario de Defensa, dijo que el secretario general de la ONU, Kofi Annan, “se equivoca de plano” al pedir el cierre del establecimiento. En cuanto a las revelaciones de Abu Ghraib y Amara, la reacción oficial de ambos lados del Atlántico fue calificar de deplorable la publicidad dada a las imágenes como a la brutalidad que mostraban.


* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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George W. Bush no se preocupa mientras la gente siga hablando del accidente de Cheney.
Imagen: AFP
 
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