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Israel ordenó ayer la “movilización parcial” de sus reservistas, en un signo de que el gobierno de Ariel Sharon puede cumplir su amenaza de proceder a la reocupación por tiempo indefinido de zonas palestinas frente a la última espiral de atentados terroristas: el que mató a 19 israelíes en Jerusalén occidental el martes, el que mató a otros seis en Jerusalén oriental el miércoles y uno que acabó con la vida de cinco colonos en Cisjordania, ayer. Yasser Arafat buscó evitar la represalia emitiendo una nueva condena contra los atentados a civiles, pero sus declaraciones carecían de toda credibilidad ante un Israel que ayer honró a sus muertos en el segundo día de funerales colectivos, entre ellos los de Noah Alon, de 59 años, y su nieta Gal Eizenman. Sharon, en todo caso, fue terminante al dirigirse a la Conferencia Sionista Mundial en Jerusalén: “Detrás de los ataques terroristas está la Autoridad terrorista Palestina y un eje de terror de Irán, Siria y Osama bin Laden”.
Mientras el Estado Mayor esperaba la llegada de tropas frescas, lanzó ayer con las usuales dotaciones una primera ofensiva contra las ciudades autónomas de Tulkarem, Jenin, Nablus, Kalkilia y Belén, que fueron tomadas militarmente en las últimas horas. Los soldados procedieron a efectuar detenciones masivas de todos los varones con edades comprendidas entre los 15 y los 55 años. Numerosos incidentes y enfrentamientos armados se sucedían en estas poblaciones, donde es imposible calcular el número de muertos y heridos. En Kalkilia murieron tiroteados dos soldados y una mujer embarazada. La ofensiva amenaza con castigar con especial severidad a Belén, donde las comunidades religiosas de la Basílica de la Natividad, en previsión de posibles incidentes, cerraron el templo a cal y canto. Sobre la ciudad se estableció por tercera vez en los tres últimos meses un férreo toque de queda. La ciudad del Nacimiento ha quedado aislada del resto del mundo; nadie puede entrar y salir de Belén. Las tropas parecen dispuestas a quedarse durante semanas en la zona, como represalia por haber dado apoyo y refugio al suicida de Hamás que atentó el pasado martes contra un autobús en Jerusalén provocando 19 muertos.
Pero las intenciones de Israel no eran del todo claras. Por una parte, la movilización de reservistas pareció respaldar las amenazas de Sharon, pero, por otra, el ministro de Defensa y líder laborista Benjamin ben Eliezer sostuvo que si bien “la realidad” demandaba una presencia israelí en aumento en los territorios palestinos, él se oponía a “cualquier presencia permanente o a reconquistar tierras palestinas”. Sin embargo, funcionarios de la oficina de Sharon citados en la prensa israelí dijeron que Ben Eliezer había aprobado la nueva política y ahora se estaba distanciando de ella solo en respuesta a las críticas de legisladores de su partido. En cualquier caso, la Casa Blanca expresó ayer comprensión ante los preparativos israelíes de contraataque.
Anteayer, un grupo de políticos e intelectuales palestinos pidieron el cese de los atentados suicidas, ya que en su opinión “no ayudan a la lucha por la libertad y la independencia”. La iniciativa, que en un principio fue firmada por 55 intelectuales, ha sido ratificada por otros 150. Sin embargo los dirigentes de las organizaciones radicales palestinas Yihad Islámica y Hamás han anunciado su intención de desobedecer las órdenes de Arafat y continuar con los atentados suicidas contra Israel, hasta conseguir el fin de la ocupación. Y, en cualquier caso, nadie cree en Israel que los llamados de Arafat sean sinceros.